Portafolio dedicado a la difusión de temas culturales desde la mirada de la Theoria y con horizontes filosóficos, literarios e históricos; aprovechando la diversidad de contenidos comunicativos e informacionales que permanentemente fluyen en el universo de la información originar un lugar en el que a través de la manifestación propia del pensamiento y la expresión vinculemos opiniones y propuestas que contribuyan al diálogo y a la convivencia. Siempre habrá una sugerencia, una perspectiva singular, una provocación para retornar al mundo del cual hace tiempo quedamos fuera.


De pronto todo comenzó: ... y entonces, cuando el Oráculo habló, el cosmos entero se estremeció.

Atónito, maravillado y desconcertado ante lo que frente a él apareció; destinado a adivinar, descifrar lo que se veía, lo que no se ve y lo que se imagina en un viaje de retorno al origen para oír la profecía, quedo el hombre. Desde ese eterno instante-distante, la escucha de los mensajes en lo que se funde lo lejano y lo cercano, lo arcano y lo sagrado ocupan a la humanidad en el arte de revelar e interpretar la realidad, la verdad y el destino.

La voz oracular exige entusiasmo, inspiración, deliro, pasión y acaso, un poco de locura para tejer conexiones entre tiempos y zonas, entre alma y cuerpo, entre el individuo y la historia, entre la conciencia y la realidad, entre .... ¡la vida y la muerte! Para comunicar visiones primigenias de lo que creemos y sabemos, de lo que vemos y de lo que imaginamos.

Bienvenidos al ...

Oráculo del Pensamiento y la Expresión.

Una experiencia filosófica en la red.

En el siguiente enlace puedes acceder al video. 

https://youtu.be/j2RuXupx7Xoeo.


Theoria

Una manera de ver y pensar.

De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna otra utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta sola es para sí misma.(Aristóteles (Metafísica 982b11).

Durante largo tiempo el hombre elaboró nociones acerca del mundo y de la verdad desde esquemas, parámetros y paradigmas colmados de optimismo y utopía que lograron permear las concepciones de ciencia, arte, filosofía, cultura, sociedad, etc., y que, recientemente, durante el transcurso del paso de la modernidad a la posmodernidad padecieron un proceso y situación de desgaste o debilitamiento que condujo a las sociedades contemporáneas a aceptar a vivir en un mundo hifanizado en el que las relaciones humanas son mediadas y mediatizadas por los protocolos y sistemas de las tecnologías de la comunicación e información, en las cuales, sin duda, se continúa apostando por la idea de que el individuo decide bajo su control y riesgo los horizontes del mundo. Cuando la verdad -cosa que ya advertían y aceptaban los poetas arcaicos griegos- es que el mundo, ahora, antes y posiblemente también en el futuro, siga siendo el que juega con todos nosotros. Como si lo que siempre ha existido es un mundo-pensamiento o pensamiento-mundo donde no se da la determinación de uno sobre otro, sino acaso un permanente intercambio. Idea fascinante desde la que los sabios y poetas arcaicos griegos se situaban en el mundo para oscilar con él. Acontecimiento que yacía o se revelaba en aquello que los griegos arcaicos entendían como Theoria. A la que sería fantástico, nuevamente, entregarse justamente cuando en toda su plenitud el mundo y la verdad son un simulacro y el hombre un fantasma o girón de lo que en el pasado fue.

Quizás, la noción de realidad al pensamiento especulativo y teorético le sea más sencillo la imposición de esquemas generales y abstractos, o sea, categorías, para luego deducir conceptos que pongan en ventaja práctica al hombre frente al mundo, sea: epistémica, ética y estéticamente.

El mundo siempre fue, es y será, más complejo que la realidad. Paradójicamente, la realidad se sujeta para su explicación a un requerimiento lógico y científico. Curiosamente, concebido por el sujeto como un sujeto trascendental, sin posibilidad de demostrar alguna de sus tantas características o virtudes. Únicamente se puede pensar: ¡negocio de la filosofía moderna! ¡éxito garantizado en cualquiera de sus versiones, corrientes, sistemas o métodos!






Volver a deslizarnos en la profundidad de la superficie, esto es, desde lo presentemente presente del modo de ser de las cosas o desde el abrirse del mundo a la mirada, al pensamiento y a la expresión, que de manera libre y desinteresada se dejaban llevar por el vaivén y estructura del juego del mundo y dejar atrás la superficialidad de la profundidad en la que las improntas, cánones, paradigmas y modelos de la verdad devinieron históricamente a raíz de que la razón impuso sus esquemas puros y trascendentales, incluso, desplazando la concepción de mundo por la idea de realidad; en el fondo, por la inquietud o deseo de control, dominio, apropiación y administración de todo. O, probablemente, porque el juego del mundo implica vivir en la incertidumbre, ambigüedad y ambivalencia y que a la vez requiere erguirse frente a los acontecimientos con los ojos y oídos bien abiertos y no como en esas situaciones en las que el antifaz del esquema teórico (tanto de sistemas filosóficos como de modelos científicos) antecede a los hechos. O, igual, como en la actualidad en donde con audífonos en los oídos y lentes en los ojos navegamos y vivimos desde las pantallas nuestros anhelos de seguridad y de certidumbre. Simulamos ser Dios.  

El hombre juega el juego del mundo, pues no puede ser de otro modo, es decir, el mundo no puede jugar el juego del hombre. Sin embargo, hubo en el transcurso del desarrollo de la cultura, específicamente en el terreno de la filosofía, elaboraciones teóricas que pretendieron que el mundo se sometiera a los parámetros de la razón. El ejemplo ha sido el ancho triunfo del idealismo, en todas sus manifestaciones. Lo que, desde una postura crítica, esto mostraría que el hombre crea ilusiones para creer en algo. Ilusiones, tanto de la razón como de la verdad. Quizás, entonces, la filosofía clásica, la ciencia moderna y la tecnología contemporánea sean pretensiones y quimeras por colocar al hombre por encima del mundo. Es decir, insistir tercamente de que el mundo ha de jugar el destino que el hombre le otorgué. De ahí el fracaso y esfuerzo fallido de tales elaboraciones teóricas.

Siendo que el mundo sólo se sujeta a su propio juego, por supuesto, en el cual implícito se encuentran los individuos concretos y singulares, son entonces ellos con quienes el mundo juega. De ahí, que el mundo al hombre se le presente como horizonte, como una cosa siempre viva y en movimiento a la cual el hombre se acerca y se aleja y a la que se accede mediante una actitud mítico-religiosa-poética, lúdica y filosófica. En el entendido de que los horizontes del mundo se abren a la teoría (ver y pensar) y ésta fluye con el modo de ser del mundo.  

En la antigüedad arcaica griega, en donde se originó el camino de producción y configuración de los modos de la razón y las formas de la verdad, ver y oír, sentir y expresar, eran asunto de la Theoria. No había escisión entre pensar y hacer. Pero, lo más importante consistía en que el modo de ser de las cosas (que más tarde se concibió como sustancia, esencia, etc.) para que se hicieran presente ante la mirada del hombre no requería de representación o esquema que anticipara, describiera y explicara su sentido. Entonces, la Theoria o el pensamiento no antecedía al mundo. Era el mundo, en su simplicidad y complejidad, en su estabilidad y oscilación, en su permanencia, quietud y en su cambio, transformación y devenir el que se dejaba otear o ponía de manifiesto su profundidad ante la sensibilidad humana 


La verdad del mundo se mostraba en un acto de aparición y centelleo o tal vez de teatralidad. De ahí, luego entonces que, la epopeya y la lírica, la tragedia y la comedia, por ejemplo, al igual que todas las nociones fraguadas por los presocráticos hayan tenido la intencionalidad de despejar el mundo en su juego. El mundo es el lugar natural para la mirada del hombre. Ver presentemente lo presente en su transcurrir. Estar allí para que la visión se espectadora y contemple en directo o presencialmente el aparecer o mostración de las cosas. Desde la Theoria el hombre contemplaba sin jamás salir, elevarse o ponerse por encima del mundo. Era una contemplación sin más, es decir, sin mayor interés que el deleite y el asombro por el regalo de la verdad que el mundo ofrecía o donaba a la mirada del hombre, que en actitud atenta y acto de inocencia se abandonaba al juego del mundo.

A la luz de la Theoria habría que comenzar (más bien, volver) a suponer que es el mundo en su juego el que nos concibe o piensa y a la vez aceptar que precisamente solo somos en tanto pensamos el mundo. O sea, hay en el horizonte de la Theoria la concepción de que el pensamiento es algo dual que acontece entre mundo y hombre (J. Baudrillard), sin tener en cuenta que, como ha sido en las formulaciones filosóficas posteriores al periodo arcaico griego y también en los esquemas científico, principalmente a partir del siglo XV, se postuló que la verdad, el pensamiento y el entendimiento correspondía a un sujeto general y omnipresente. Las determinaciones de lo real, finalmente, provenían del sujeto. Entonces, la verdad, la bondad, la belleza, etc., se volvieron asunto de negocios. Las visiones empresariales se "apropiaron" del mundo.  El Modelo de Negocios se desplego por por el mundo como esencia/fenómeno de toda región, material y espiritual: naturaleza, ciencia, arte, ética, historia, mente, cuerpo, etc.

Los horizontes del mundo desde la Theoria no pueden ser más que los de una realidad fugaz, huidiza, impredecible, pantanosa, tenebrosa, que se teje y desteje permanentemente; mundo en donde la verdad es de naturaleza aparente y metafórica; erótica, mantica, profética y poética; rasgos que para el mundo arcaico griego eran auténticos y legítimos, desde donde la naturaleza tanto como las formas prácticas de vida se derivaban u organizaban. En definitiva, la noción de Theoria, sin duda, pone en crisis a las formulaciones teoréticas que conciben a un sujeto que creció soñando ejercer un sistema-orden sobre el mundo; colocándose siempre, en el exterior del mundo y contemplándolo, también, siempre a la distancia. Un sujeto manejando los hilos de los actores y telón del teatro o juego del mundo no puede ser más que una portentosa ilusión o imagen proyectada por el pensamiento, que, a su vez, fantasea con el control del mundo. Proceso que empezó después de que el hombre abandonó -sobre la consigna de la "superación" del mito, religión y poesía- a practicar formas de razón que le permitieran sostener el mundo desde el sudor de sus categorías y conceptos, esquemas y modelos con la meta fundamental de salir de los tentáculos de la fatalidad que al mundo como tal siempre le han crecido.

Regresar a ver y a vivir el mundo desde la de la Theoria es retornar a concebir la existencia desde la condición o márgenes, que no marginal, de lo arcaico y también de lo rupestre del mundo, es decir, conducirnos bajo verdades comunes, francas y simples. Volver a escuchar el pensamiento y expresión que a través de la voz oracular el mundo nos deja oír de él. Algo como lo que pedía Heráclito: Para los que están despiertos, hay un solo y mismo mundo ... Por ello es necesario seguir lo que es común, pues lo común es lo que une.

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lo arcaico y lo rupestre como horizonte.

Horizontes.

Horizonte, es todo aquello que se pone y abre a la Theoria (mirada, oído, pensamiento) para ser comprendido. Es la línea de lejanía y cercanía o de cercanía y lejanía que se da a la mirada que percibe el aparecer y desaparecer del mundo. El horizonte es un telón que anuncia lo que hay y es; es la línea que muestra y a la vez oculta lo presente; es la superficie que une a la opinión con lo esencial. El horizonte se encuentra siempre en movimiento y en expansión. A medida que el pensamiento se va aproximando al punto de unión, el horizonte huye, se esfuma y a veces desaparece. Horizonte es una condición natural y vocacional de la Theoria.  Es semejante a lo que en la modernidad, principalmente en el terreno de las artes y la mecánica, se nomino como "escena". Había un punto de "fuga" en la perspectiva del dibujo y arte pictórico pero también en la "representación" efectuada por las elaboraciones teóricas de la ciencia y la filosofía. En la actualidad, ni horizonte ni escena hay en las redes sociales; únicamente queda el plano de la pantalla de los monitores ante los que día a día la vista se estrella, la razón se dispersa  y el entendimiento se fragmenta. Solamente el plano de cercano lejano y de lo lejano cercano envuelve a los sentidos y cogniciones. Planos cada vez más portátiles, ligeros y flexibles. 

Cuando a una persona o a una sociedad se le califica como burda, limitada y lejana a las categorías y conceptos que, el orden de las racionalidades universales y del progreso generan para evaluar, justificar y legitimar los parámetros de cultura, políticos, ética, ciencia, estética, etc., cuando el horizonte de comprensión del mundo se configura desde la imaginación y la fantasía y se vive bajo el orden del azar, de lo inesperado e imprevisible y, a la vez, se intenta explicar el hilo del acontecer poética, mítica, filosófica y religiosamente, acudiendo más al sentido común de todos, esto es, desde aquello que se presenta directamente a la mirada y al entendimiento con cuerpo y aroma, lírica y dramáticamente o bien desde la Theoria, además, con voluntad de desinterés y libertad, entonces, se dice que son comunidades e individuos hondamente envueltas en el manto de lo arcaico y de lo rupestres. Formas de pensamiento u horizontes del mundo que no han cobrado conciencia de sí mismos. Desde luego, son calificativos peyorativos profundamente arraigados en la sensibilidad contemporánea, que, de entrada, se asume encarnada en el espíritu de lo positivo que ha logrado desterrar lo bruto, burdo, grueso, tosco y hosco; sensibilidad que se sitúa en la lógica de lo pulimentado, refinado, exquisito y ligereza de la vida. Lo pulcro.

Lo arcaico y lo rupestre son los horizontes de la Theoria. Ya se a dicho. Como horizonte del mundo, lo arcaico y lo rupestre evidencian que ahí la existencia no puede ser más que dramática y errante, inestable y siempre al borde del abismo, a sabiendas de que no se va más que con el día en donde todo es circunstancial y quiénes allí son o habitan empujados están a deshacer y escurrirse de aquellas formas culturales que intentan organizar lo humano en andamios y filas de lo igual que colonizan, ahogan y reprimen la voces que hablan desde espacios marginales, contraculturales y de resistencia, o desde umbrales que guardan una sabiduría mítico-poética, pero también religiosa-filosófica que con mirada serena retorna o vuelve a la imagen total del mundo, en donde más que hallar la verdad hay que crearla desde el ancho mar del relativismo de la opinión personal, que es también la voz de la tradición, de lo popular, del pueblo y de la historia. 

Lo arcaico.

Si bien es cierto, no existe una definición en estricto sentido acerca de lo que pueda ser designado como pensamiento arcaico, más allá de la referencia temporal e histórica de los siglos VII a V a.C., bajo una formulación general y arriesgada, el pensamiento arcaico, sería: todo aquel conjunto de actitudes, actividades, comportamientos, expresiones y manifestaciones humanas que le permiten al hombre procurar el desarrollo de su existencia bajo la comprensión mitológica, religiosa y poética, pero también actividad lógica en la que se estructuran conceptos que se combinan con la percepción sensorial, la sagacidad, la previsión, la flexibilidad de espíritu y el sentido común con afán de dar cuenta de la realidad o del ser.

Es lo arcaico, una forma de percepción amplia y total que implica el concurso de los sentidos, la razón y la expresión que alcanzan a poner de manifiesto la naturaleza ambigua, ambivalente, en devenir y en eterno cambio de la unidad y pluralidad de la realidad. Aquí, la verdad no podría ser más que de carácter profético, mantica, erótica y poética, que eran las cuatro formas de la verdad que habitaban el mundo de la sabiduría. Según Platón en el diálogo del Fedón. Más tarde, en el periodo clásico de la filosofía, este orden de verdad, tanto para Platón como para Aristóteles no formaría parte del conocimiento científico, ya que es mera opinión.

El pensamiento arcaico puede ser asumido, por tanto, como un discurso que utiliza un lenguaje dramático y espontáneo que se identifica por sus connotaciones tanto poéticas como filosóficas y que nos coloca ante un saber y conocer que mantiene la autenticidad ontológica del fenómeno mismo, que no supone una zona velada por el propio fenómeno ni propone una elaborada ascesis intelectual para llegar a esa zona recóndita. Es decir, se presume aquí unidad entre el ver y el pensar y no es necesario representar aquello que directamente aparece ante los sentidos y la razón. Para el pensamiento arcaico es patente que la realidad (el ser) es cualquier cosa y todas las cosas que podemos conocer. Quizás la realidad no esconde ningún misterio: el ser (la realidad) se muestra en su ser mismo, no requiere de-mostración alguna, es decir, ser representada.

En resumen, lo arcaico sería una forma de pensamiento que le otorga al hombre la capacidad para advertir la realidad como presencia; como aquello que se pone de manifiesto de modo inmediato, completo, concreto, plena y total a la particularidad de la mirada, pero, en general a la totalidad de los sentidos, humanos. También y de manera espontánea, por medio del pensamiento arcaico, el hombre conviene en manifestar que la realidad se evidencia como verdad. Independientemente de si el fundamento es racionalista o empirista y de si puede ser expresada metafórica o conceptualmente. Un pensamiento que vitalmente describe el ser del fenómeno sin pretensión de apropiación, es decir, de adueñamiento y afán administrador; en todo caso, el pensamiento arcaico bajo la condición del comprender libre y desinteresadamente las cosas. Como acontecía en la Theoria, antes de cualquier postulación de categorías transcendentales que anticipara a la realidad. 

Lo rupestre.

Lo rupestre, se refiere a lo relativo a las rocas. Derivado de la palabra latina rupes: peñasco, muro, mole rocosa e incluso desfiladero y precipicio. Su raíz proviene del verbo rumpere: quebrar, partir, hacer pedazos, hacer estallar. Obviamente, frente al gusto y parámetro de lo pulido, refinado, ligero y desodorizado de las sociedades contemporáneas lo rupestre siempre estará asociado a lo oscuro, maloliente, humedad e irregular de lo cavernoso en donde habitaban, después de un largo periodo de nómadas, las hordas o comunidades de hombres primitivos que se dan a la tarea de trazar en sus cóncavas paredes sus experiencias y proyecciones.

Los antropólogos y ahora, igualmente, los estetas se interrogan acerca de la relación entre la pintura y la acústica. Es sabido que el arte rupestre era parte de alguna clase de ritual, y también es sabido que todo ritual incluye cantos o por lo menos alguna clase de producción sonora; por lo tanto, es coherente la idea de una relación entre pinturas y sonido. Muchas teorías existen acerca del por qué, del arte rupestre, hay quienes dicen que es alguna clase de magia cazadora, otros afirman que se trata de expresiones en estados de trance. Se han encontrado huecos en las paredes hechos exclusivamente para escalar y poder alcanzar grandes alturas donde obviamente hay trazos que dibujan una escena o representación colectiva o social.

Aparecen los así llamados cantores rupestres, que, en un análisis somero, tendrían muchos nexos y similitudes con los poetas arcaicos, principalmente en su forma de ver y pensar el mundo. En la Theoria y en el horizonte. En cierto modo, con su espíritu independiente y su citadina sensibilidad veraz, real, a través de la poesía y de la canción lírica de arcaicos y rupestres se va de hallazgo en hallazgo; el emergente lenguaje encontrado por ellos, en el caso de los arcaicos, como vía de expresión, para dar cabida a todo cuanto les dictaban las musas. En el caso de los rupestres tal vez el porro, el alcohol y más el capricho personal y sobre todo los sucesos y vivencias próximas e inmediatas de la vida cotidiana en la ciudad, provocaban poner en palabras coloquiales lo que la cultura dominante ocultaba en su grotesca refinación y a veces falta de gusto.

Obviamente, no es que los músicos y cantantes rupestres hubieran salido de las cuevas o de las alcantarillas de la gran ciudad, tampoco, como relata Rodrigo González en el manifiesto Rupestre: No es que los rupestres se hayan escapado del antiguo Museo de Ciencias Naturales ni, mucho menos, del de Antropología; o que hayan llegado de los cerros escondidos en un camión lleno de gallinas y frijoles [1]. 

Entonces los rupestres, como el prisionero que logra escapar de la caverna empiezan una titánica labor a contracorriente, a través de la descripción: denunciando, creando imágenes auditivas en la esquina, en la fábrica, en el metro, en el camión, en el callejón o en el primer plano de la ciudad, tanto en plena plaza de la Constitución como en la primera calle de la soledad (J. López); todo esto para elaborar una salida a las crisis y pensar en una vida de bienestar para los ciudadanos. Anteriormente a los rupestres, ya las voces de los poetas arcaicos habían sostenido o buscado algo similar a través de sus himnos, odas, epinicios, fábulas y elegías. De alguna manera también ellos padecieron los sin sabores de la opresión, la persecución y la exclusión por parte de la tiranía.

En el caso de los rupestres, la mezcla del saber callejero y popular, alburero y rocambolesco con refinadas metáforas urbanas y sofisticado conocimiento poético constituyen su oralidad y memoria. En el modo de vivir la ciudad, cantar y contar ahí radica, la fuerza de la lírica rupestre y sin duda, también la generación de una cultura cuya aportación para la comprensión de las contradicciones de la vida urbana es innegable.

Finalmente, contrarios al orden y poder del concepto, los poetas liricos arcaicos y rupestres hacen uso de un lenguaje metafórico e inseparable tanto del goce vital como de la lucha por la supervivencia y por existir en la igualdad. Una lengua primordial y, por tanto, poética cuyos rasgos básicos son: vocación e intencionalidad de invertir el orden de las cosas; suspensión de categorías y jerarquías que definen los gestos y acciones de las personas; deseo de transgredir y con ello dislocar los signos que cosifican la existencia; subvertir los juicios y valores tradicionales por los cuales se sanciona la conducta humana en las diversas instituciones políticas. Lo arcaico y lo rupestre, desde luego, también son un humanismo. 

Bibliografía:

Rupestre, el libro. Coordinación: Jorge Pantoja. Ediciones, imposible. Méx. 2003.

[1] Rupestre, el libro. P. 162.

[2] Rupestre, el libro. P. 162. 

Pensamiento y expresión

El hombre como generador de conceptos.

Aquel para quien el pensamiento no sea lo único verdadero, lo supremo, no puede juzgar en absoluto el modo filosófico. (Hegel)

El hombre se debate entre la ocupación y la preocupación por la elaboración de conceptos para definir el horizonte y fin de su ser en el mundo. Entre el sentido de lo útil y lo contemplativo de la existencia lo que el hombre generan no van más allá de lo que la estructura cultural de su época le permiten, asimismo, las posibilidades que la estructura de la sensibilidad humana pone en juego, por lo que las concepciones acerca o sobre la naturaleza, cultura, ciencia, arte, historia. Al igual que las concepciones sobre la verdad, bondad y belleza, han sido un campo de batalla entre estas dos estructuras.

El hombre es el único ser que requiere de conceptos para ser. Un concepto es la representación abstracta de las relaciones entre el pensamiento y los objetos que a través del lenguaje ponen de manifiesto la actividad humana sobre la naturaleza, que históricamente el hombre ha efectuado sensorial y racionalmente. Hay en el concepto el reconocimiento de principios generales derivados de la experiencia, de la observación y la confrontación de esquemas mentales o formas generales que yacen en el orden del entendimiento, por lo que, solamente el hombre es capaz de producir imágenes de la realidad. Esto, porque se apela a la característica definitoria que distingue al hombre de los demás seres: la razón.

Conviene indicar que estamos sosteniendo al concepto como una actividad muy amplia del pensamiento en la que caben muchas figuras de representación, desde la metáfora, cuyo fondo de realidad es el mito, la religión, el arte, etc., además de las figuras del silogismo en donde la forma lógica del mundo es lo importante, cuyo fondo es el campo de la filosofía; asimismo, la fórmula como modo de expresión que emplea la ciencia para determinar la objetividad de los fenómenos.

Un generador de conceptos es el hombre. Como diría Platón, un animal simbólico que se eleva por encima de las cosas, es decir, pasar del mundo del saber, de la opinión o copia y objeto de los sentidos al mundo del conocer, de la Idea o de los arquetipos y objeto de la razón. Aristóteles, entiende al concepto como la representación intelectual, clara y universal, de un objeto, diferenciándose de los sentidos, lo percibido, lo imaginado. Para Aristóteles, las propiedades de los conceptos son la comprensión y la extensión: la primera denota las características esenciales que contiene un concepto, y la segunda la cantidad o número de sujetos o cosas, a las que puede aplicarse.

Durante la Edad media al concepto se lo define como una entidad mental por medio de la cual y en la cual se conoce la cosa. Para Tomás de Aquino el concepto es un vehículo de captación cognoscitiva. Es lo que fue denominado como species. La species, es una imagen de algo sensible o una idea inteligible, y es lo correspondiente al concepto, ya casi al modo de los filósofos modernos [1].

Descartes opinaba que no hay conceptos más evidentes que las ideas, que por naturaleza son objetivas, claras y distintas. Dios, Cogito y Extensión, son ejemplos de tales ideas. En esta línea, el concepto, para Kant, tiene la función de garantizar la validez objetiva de las representaciones que la mente efectúa y su relación con los contenidos de los sentidos; claro, en el terreno del idealismo filosófico, no hay objetividad ni verdad alguna, no hay unidad de un objeto cualquiera, ya sea dentro o incluso más allá de la experiencia posible, sin un yo trascendental que lo piense;

Todavía más radical, Hegel es de la opinión que el concepto es la realización plena, total y absoluta del espíritu, e incluso, todo organismo vivo es también una encarnación del concepto. Y lo mismo podría decirse del Estado. El concepto adquiere autoconciencia en tanto realiza su necesidad interna de exposición y de libertad en la historia.

En dichas definiciones sobre la naturaleza del concepto lo que se evidencia es la relación entre el orden de la razón, que contiene las categorías o patrones de posibilidad para el conocimiento, y los sentidos, portadores de experiencias sobre el mundo; el enlace entre la razón y los sentidos hace posible el conocimiento objetivo y la formulación de leyes de valor universal y necesario.

[1] Cfr. Mauricio Beuchot. La teoría del concepto en la edad media como antecedente de la edad moderna. (Revista Española de Filosofía Medieval, 2 (1995), pp. 79-90.

Expresión: clave de explicación de todo lo humano.

No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo.

(Voltaire)

A la unidad de la escucha, de la palabra y del pensamiento, originariamente los griegos lo determinaron como logos: razón y expresión de lo que es y no es.

En la expresión encontramos la clave para la explicación de todo lo humano: de su ser y devenir; de su diferencia con lo no humano, de su acción y todas las posibles cualidades estéticas, religiosas, éticas, políticas, etc., de esta acción, y finalmente, de la conciencia, ciencia he historia misma. En la expresión se condensa, en efecto, la estructura compleja, integral e irreductible del ser del hombre, fenomenológica, dialéctica, hermenéutica, analítica, etc., La expresión, en síntesis, por ejemplo, para Eduardo Nico, es una categoría que abarca: presencia, comunicación, lenguaje, verdad, historicidad, libertad. Todo lo que el hombre es y no es cabe en la expresión. Todos estos rasgos o caracteres de la expresión Eduardo Nicol nos lo hace saber en su texto de Metafísica de la expresión (nueva versión). México. FCE. 1974. P. 89). Desde luego, conviene tener en consideración que, en el pensamiento de Eduardo Nicol, el ser de la expresión es un término polivalente, pero de significación propia, original, estrictamente ontológica. Es una categoría multívoca, polisémica que reúne y abarca en unidad sintética varias y diversas significaciones, todas ellas conexas e interdependientes. En la expresión convergen los significados fenomenológico y dialéctico del ser del hombre; ella, en efecto, constituye el dato fenomenológico fundamental e implica, al mismo tiempo, la integración dialéctica de aquello que el ser humano es.

De alguna forma nada hay que no sea expresión. Si algo hay, es el ser de la expresión. Así que, si lo que hay es el ser de la expresión, luego entonces, desde el modo de caminar, sentarse, pararse, comer, dormir, etc., hasta la manera de gesticular, ver, sonreír, llorar, gritar; querer no querer, afirmar o negar, decir algo o no decir nada, etc., o simplemente quedarse en silencio es expresión. La simple presencia es expresión; el mito, la religión, el arte, la ciencia, la filosofía y todos los saberes cotidianos mediante los cuales se resuelven los problemas de todos los días, es expresión. Todo es expresión. La expresión culmina con la palabra. Primero como voz sonora, o sea, como habla, luego, como símbolo o escritura. Por lo que cuando el hombre comenzó a adquirir y desarrollar la voz entonces también se elevó por encimada de las cosas. La voz humana es unidad de pensamiento y de sonido. Hay lógica y fonética. Por lo que la voz es dialógica, lo que quiere decir, que sin la presencia del otro u otros la palabra sería muda y el pensamiento se ahogaría así mismo en el silencio. Sin la escucha y sin el intercambio de sonidos con sentido no hay lenguaje, no hay comunicación ni comunidad, por tanto, no hay expresión.

Dado que -y aunque no sabemos y probablemente jamás lo sepamos- que, junto con la muerte, el origen del lenguaje, son los dos acontecimientos o fenómenos de los que de modo absoluto el hombre ignora todo. ¿De qué modo el Ser se desdobló en algo lógico para producir una existencia y hacer que ésta sea asunto de palabras? Cabe especular, luego entonces, que el origen de la palabra también es un misterio. Lo que contundentemente permite observar, dado que es irrefutable, que el Ser interpela al hombre, o bien, que dialogamos con el Ser. Claro, se puede pensar esta cuestión en términos religiosos, y es válido también. Se puede afirmar lo siguiente: el hombre dialoga con Dios, porque Dios culmina su obra en la palabra humana. En el principio era el logos. El primordial comienzo de todo lo que es y de todo lo que no es. No sabemos el por qué ni el cómo, únicamente que desde su origen es el misterio más grande y digno con el que el pensamiento humano se acompasa y la clave de comprensión de todo esto es la expresión. 

Las dos estructuras

La estructura cultural.

  • La cultura es lo único que puede salvar un pueblo, lo único, porque la cultura permite ver la miseria y combatirla. La cultura permite distinguir lo que hay que cambiar y lo que se debe dejar, como la bondad de la gente, el compartir una empanada, un vino...

(Mercedes Sosa)

Los contextos culturales poseen sus propios elementos, ejes y condiciones para generar sus representaciones y horizontes de comprensión. Así, a grosos modo, todo contexto cultural posee, a saber: a) dispositivos comunicacionales con los que la sociedad da lugar a sus formas de convivencia y de acción comunicativa; b) orden o jerarquía de sentidos (sensoriales), que dependiendo del primer elemento o eje, sería tal jerarquía; c) categorías epistémicas mediante las que se representa y valida las formas de conocimiento, y; d) posición valorativa, tanto ética y estética, del sujeto en el mundo. Así que, en la ancha extensión de estos cuatro ejes que todo contexto cultural posee acontece el acto de la percepción humana [1].

Es Donald Low, quien hace uso de estos ejes, su texto Historia de la percepción burguesa, editado por el Fondo de Cultura Económica, para mostrar que, en el caso de la sociedad burguesa, la percepción ordenó la forma de experimentar el tiempo, el espacio y la encarnación del Yo. Los antiguos órdenes del tiempo, del espacio fueron subvertidos por la neta comunicación de las imágenes, o sea, una historia de la percepción en base a una consideración de los cambios históricos en los medios de comunicación, en la jerarquía de sentidos, y por consiguiente en los distintos órdenes epistémicos y campo de percepción, todo lo cual estaría en base de nuestra manera de experimentar el mundo.

El hombre es el único ser que efectúa procesos de abstracción, lo que le permite elaborar representaciones del mundo, al mismo tiempo rebasar las condiciones y exigencias meramente materiales, pues, a diferencia de los demás seres vivos, que se adaptan y desarrollan un comportamiento meramente instintivo, el hombre es capaz de trasformar el entorno y sobrepasar la sobrevivencia hasta recrear las formas más sublimes de existencia para ser mejor ser humano y tener calidad de vida; esto lo hace porque siente, piensa y además expresa.

[1] Cfr. Low, D. Historia de la percepción burguesa. FCE. Méx.  


La estructura de la sensibilidad.

Hay cuatro funciones naturales del ser humano que se conjugan en la sensibilidad o subjetividad, la que puede ser entendida como acto total de percepción. En el entendido de que la subjetividad es el modo dable del hombre en el mundo, o sea, como el conjunto de acciones de sentir, de representar y de expresar y finalmente de actuar en el mundo por parte de un sujeto. El trabajo de la sensibilidad no sólo tendría una dimensión estética sino también epistemológica y ética puesto que constituyen la manera en que los conceptos ponen de manifiesto sus contenidos respecto a la forma común de ser y el modo individual de existencia.

Los sentidos, como el conjunto de órganos sensoriales que le permiten al hombre captar sensaciones e impresiones del mundo y que se especializan en determinadas nomenclatura de la realidad a partir de la experiencia y clasificación de sensaciones. Evidentemente, no se puede reducir la función de los sentidos a tan sólo la captación sensitiva y pasiva de los estímulos externos, también, es parte de esta dimensión todo lo relacionado a la emotividad, los instintos.

El pensamiento, consiste en la capacidad que tiene el individuo para representarse abstracta o lógicamente la realidad. Es decir, producir representaciones. Pensar el mundo es ante todo elaborar una imagen de éste de acuerdo a las funciones mentales y estructura lógica que caracterizan al hombre como el único ser en la naturaleza que tiene tal capacidad y con ello la posibilidad de transformar la realidad bajo un proyecto o plan.

La expresión, como capacidad para exteriorizar a través de diversas formas de lenguaje lo sentido, lo pensado, lo vivido. Expresar el sentido o significado de la realidad a través del uso de signos o de un código simbólico de imágenes e interpretarlas a la vez, es una disposición que el hombre tiene. Nadie más. Lo que indica que la sensibilidad pone de manifiesto los contenidos históricos que los conceptos son capaces de portar en una determinada temporalidad.as pulsiones y los sentimientos.


Enlace de las dos estructuras.

Las formas de vida humanas se desarrollan necesariamente a partir de las condiciones objetivas propias de cada estructura cultural, pero también se modifican por interacción con la estructura subjetiva de la sensibilidad. Lo que denota que la actividad artística o pedagógica, por ejemplo, modifican los contextos culturales. Por supuesto, la impresión inmediata y general es que hay una prevalencia de que la sensibilidad estaría en dependencia directa con el grado de progreso de la estructura cultural. Obviamente, tal afirmación, es polémico y no hace más que transferir la vieja discusión sostenida largamente en la historia de las ideas, principalmente en el ámbito filosófico, por ejemplo, entre materialismo e idealismo ¿Qué es primero, la Idea o la Realidad?

Lo cierto, es que no hay conceptos, del tipo que sean, al margen de la estructura cultural de una sociedad, y por otro lado, no puede haber innovación de categorías y postulación de novedosos cánones o improntas que reconfiguren la vida cultural de la sociedad, si no es a raíz de que la sensibilidad produce nuevos horizontes de comprensión. Por ejemplo, las perspectivas positivistas, analíticas, fenomenológicas, vitalistas, hermenéuticas, etc., son muestra de la prolífera capacidad de reacción y de innovación de la sensibilidad, frente a las orientaciones del idealismo absoluto. Por supuesto, sin omitir que, que la cultura ha estado sostenida, en lo general, por grupos que hacen prevalecer sus perspectivas religiosas, científicas, artísticas y filosóficas, además de las políticas y las económicas, gracias a que son ellos quienes administran la estructura cultural, por lo que entonces justifican y legitiman las pautas o nociones sobre la verdad, la bondad y la belleza. Marx pensaba que las ideas dominantes son la expresión de la clase social dominante. Si, bien, tal expresión puede ser verdadera o falsa, es histórica. Se sigue de esto que las nociones de belleza que se elaboran en cada cultura también tengan intereses políticos y económicos. Los que, en muchos casos, direccionan los horizontes de significación de los conceptos.

Por más flexible que pueda ser la naturaleza de la estructura de la sensibilidad humana, es incuestionable que el peso determinante de los dispositivos comunicacionales, por ejemplo, direccionan las nociones y prácticas culturales de una sociedad. Las ideas acerca de la belleza, por ejemplo, han sido producidas a la luz de cánones o improntas, elaboradas desde aquella racionalidad que se impone como dominante en tal o cual periodo cultural. Es, por tanto, muy fácil advertir que entonces, las ideas de belleza, bondad y verdad, han sido generadas en el seno de las constelaciones teóricas que han tenido más fuerza argumentativa, quizás, o bien, han contado con el apoyo total de las estructuras culturales. De ahí, que históricamente, las nociones como lenguaje, ciencia, cultura, arte, hombre, etc., que se elaboran en cada cultura también tengan horizontes políticos y económicos.

De vuelta a la calle

De retorno al sentido arcaico y rupestre de las relaciones humanas.

La reclusión de la presencia.

"Nada en la vida debe ser temido, solamente debe ser comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para poder temer menos".

Marie Curie

En estos tiempos de existencia viralizada, de presencia virtualizada, de refugio en el privilegio de la desolación que como consecuencia ha traído a la habitación la época de la pandemia, que ha hecho de la academia un estar sin estar con los otros, fuimos confinados a un "quedarse en casa" sin salir a andar con pies descalzos la calle ni desplazarnos al salón de clase. La presencia fue recluida en el en vivo de la trasmisión en tiempo real. La negatividad y el drama natural de los encuentros y desencuentros fueron sustituidos por los dilemas y aspectos técnicos de la conectividad. Una vez enchufados a la transmisión, todos recluidos en el fluir de la información y en la lógica del protocolo de la plataforma quedábamos.

Aprendizajes trucados, reflexiones mediatizadas, evaluaciones simuladas, preguntas sin respuestas, monólogos tiesos y rancios, neutralidad de las discrepancias; balde de agua helada para las acaloradas discusiones, acuerdos tomados a falta de diálogo en el silencio puro de los 7 segundos; inercia de darle click al ícono de levantar la "manita" y callar la voz. Desarrollo de competencias digitales para llenar formatos en línea: sesiones en pantallas, reuniones en pantallas, diplomados en pantallas, jornadas en pantallas, congresos anticipadamente programados también en pantallas, calendarización de actividades en sitios web y en plataformas de streaming que nos han convertido día a día en otros totalmente distintos a nosotros, respaldados por un fondo y "ambiente" virtual a la carta en donde se comparte pantalla y no vida. Vacío de narración de la experiencia, linchamiento de toda actitud cívica e inutilidad de la conciencia histórica.

Sin saber bien a bien o el por qué, abandonamos o renunciamos a la negatividad del otro y a la propia: olvido del otro como misterio, el otro como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como infierno. Caímos en la positividad de lo igual, exceso de consumo de imágenes, permisividad y afirmación de la información, publicidad del ego y de las utopías de la individuación. Convocados a ser altamente productivos en los espacios asfixiantes del ciberespacio para percibir el mundo a través de los monitores de las Pc de escritorio o portátiles de las Lap top y en dispositivos móviles; exiliados de las aulas y de las calles todos fuimos sorprendidos por estas tecnologías y tiempos de pandemia mundial.

Acostumbrados cada vez más, a un aparecer y desaparecer más, a un estar sin desplazamiento, de un aquí a un allá sin movimiento, en la rutina de sentarse frente al monitor, en el hábito de mirar nuestro reflejo en el espejo de la bruñida, iluminada y a la vez opaca pantalla de plasma, en la automática acción de encender el ordenador, en oscilación monótona del cursor; acto repetitivo que tuvimos que aceptar, hombres y mujeres de hoy, para navegar y tramitar la existencia en el mar de la información; ver desfilar la realidad en "series" de noticias, aunque sean fak news, películas que se estrenan anticipadamente a las salas cinematográficas, videos de todo género y condición infográfica, temporadas de contenidos sin ninguna limitación temporal. Innovaciones tecnológicas, que así de pronto intuitivamente aprendimos a medio usar. Todos los que nos plantamos en esa otra forma de existencia sin formatos digitales tuvimos que decodificar y hacer una negociación a fin de poder continuar en estos espacios de realidad virtual. Interesante y hasta divertidos algunos aspectos de esta realidad son, al grado de que muchos se dejaron seducir por los efectos de simulación y convertidos ahora están en promotores y defensores de estas tecnologías que paulatinamente hacen emanar nuevas nociones de tiempo, espacio y realidad. Tiempo maquinal e informacional, realidad virtual, por ejemplo.

Seducidos, encantados y hechizados algunos quedaron por la normalidad confinada, por los empleos volcados a plataformas, por la educación vuelta instrucción, por las personas comoditizadas, por el amor empaquetado en sistemas operativos sin advertir que: en la existencia mediatizada la realidad crece en grado cero y estalla sin ninguna tensión categorial; lo positivo de la mirada pasmada frente a la pantalla hasta perder la conciencia se coloca; la experiencia satinada que viaja por todas partes de la red se vacía de toda narración, pues, en la realidad hifanizada, prevalece lo amorfo de lo igual calcado en el me Gusta, en el Hastagt, en el ¡WoW!, que prosiguen e insisten sin resistencia alguna en poner la vida on line: entonces las hadas ya no caminan de aquí para allá en la yuxtaposición indiferente de lo antes distinto y por estos días uniformado.

Suspensión de la existencia presencial, no para una "epoje" ni reducción fenomenológica, mucho menos para una ciencia de la experiencia de la conciencia, sino apertura para el consumo y almacenamiento de información, o sea, la subjetividad humana pasando del "garabato" al Big Data.

Proliferan, por todos lados, aquellos que afirman (que, por cierto, han aprendido muy bien el negocio de deslizarse en la red) que en esta modalidad de realidad monótona e informatizada yacen innovadoras, profundas, abismales, dislocadas, liberales formas y experiencias de la verdad y del ser a las que recomiendan abismarse. Convirtieron al mundo de lo digital en una hispóstasis de la realidad y de la verdad, también.

Estamos en un devenir continúo meramente ciberespacial en el que entramos y salimos, nos asomamos de una ventana a otra, de plataforma en plataforma navegamos, interactuamos y nos hundimos en un tiempo digitalizado, permanente, estático, sin caminar más la Tierra; rota la relación de la existencia con la naturaleza dejamos de mirar hacia afuera por las ventanas de la casa para asomarnos hacia el adentro de las ventanas de la red, aquí, otra conciencia es la del ser; ligereza, fragilidad, flexibilidad, son los valores del entorno ciberespacial. Todo acontece en la cercana lejanía, todo sucede en la lejana cercanía donde la lejanía es verdad y la cercanía también, pero solo en su falsedad. Todo a la distancia se encuentra en un congelamiento pausado de la realidad, enfriamiento de las relaciones sociales humanas al modo como el veloz alejamiento de las galaxias en el universo; saltamos y migramos a un lugar en donde lo diverso ya no cabe en un verso, dado que en la red todo lo llena la inmediatez viral de lo inequívoco.

A casi ya tres años que, de algún laboratorio en Wuhan por descuido, por ensayo o por experimento global y mundial el mortal virus se liberó, la anterior normalidad fue intervenida, lijada, limada, alisada, aplanada, e igualada ... ahora ya vacunada una nueva normalidad acontece. Lo que no cambia entre las crecientes olas de contagio de Covid-19 es el rondar de la muerte: a diario, por aquí, por allá, por acullá.

Enlace para ver el video.

https://youtu.be/St5z58w91mA

Puedes ver el video correspondiente en el siguiente link.

Bibliografía:

Baudrillard. Jean. Cultura y simulacro. Kairós. Barcelona 2008.

Baudrillard, Jean. La ilusión del fin. Anagrama. Barcelona 1997.

Byung-Chul, Han. La expulsión de los distinto. Herder, Esp. 1027.




Recuperar el sentido de la convivencia.

Amo las limitaciones, porque son la causa de la inspiración
(Susan Sontag)  

A las crecientes estadísticas de la muerte por Covid-19 diariamente corresponde un alto volumen de ventas de medicamentos, de artefactos de comunicación y de información por Amazón o por Mercado libre o cualquier otro sitio de venta en línea. Altas han sido por estos días las ganancias económicas para las trasnacionales: farmacéuticas y empresas de tecnologías digitales. Campañas publicitarias que convencieron u obligaron, aun a los más necesitados en el planeta a conectarse a dispositivo satelitales para hacer búsquedas minuto a minuto de la mismidad o al menos de la apariencia en canales de comunidades virtuales para no dejar salir a la calle a las mayorías silenciosas, para no acudir a clase de latín o de francés y dejar de escribir en viejas libretas de pasta dura para trasladar la literatura, la filosofía y la historia a los muros de Facebook o de Twiterr, con lo cual las humanidades varadas y ralentizadas por los actuales tiempos quedaron.

Sea como sea. Colocar nuestro existir en lo rupestre y en lo arcaico cada vez más, es una manera de sobrevivir a los solares baldíos en los que por estos días la realidad en mundial corto circuito ha sido comprimida para echársela al bolsillo. Si desde una ontología arcaica vemos y oímos, pero entonces también desde una epistemología, ética y estética rupestre, bien nos daremos cuenta que el ser no es una selfie; aunque muchos también por estos días industriosa y publicitariamente han sacado provecho de toda esta situación. Hay que evitar que el existir sea depilado, aligerado, descorporizado. Por más difíciles y sin gloria que sean estos tiempos: si con una sonrisa, con un espontaneo jubilo, con una limpia mirada; si queremos comunicar nuestro libre ser y caminar la tierra todavía, entonces: hay que defender nuestra arcaica originalidad y rupestre ser. Dejar atrás estos tiempos actuales de cultura híbrida -como cantaba Rockdrigo Gonzáles- De salvajes y científicos /Panzones que estaban tísicos /En la campechana / mental / En la vil penetración cultural/En el agandalle transnacional /En lo oportuno norteño-imperial / En la desfachatez empresarial / En el despiporre intelectual /En la vulgar falta de identidad.

Significa esto asomarnos y volver a caminar las calles para dejar atrás estos tiempos actuales de convivencia electrocutada, comunicación satinada, cercanía sanitizada, existencia hifanizada, en una palabra: realidad simulada.

El reto para nuestra voluntad por estos días es algo así como empeño y esfuerzo por vivir fuera del ciberespacio, al mismo tiempo, aprender a hacer uso ético y estético del poder de la información.

Volver a vivir el mundo a través de la mirabilia para mirar más allá del milagro, la analogía y la semejanza para quedar de frente a un universo mágico, fantástico y por supuesto maravilloso, como lo fue para una parte de la cultura y sociedad medieval. Por lo menos para quienes miraban por encima del programa teológico, para los que escapaban al poder religioso y político del orden medieval y que por tal razón fueron los trasgresores de los altos muros de la ciudad medieval; osados y arriesgados a vivir el encantamiento de la tierra silvestre, salvaje, enigmática y fantástica del bosque bajo la protección de Merlín, de Excalibur y la Dama del lago. Claro, quienes así lo hicieron, hombres y mujeres, no solamente adjetivados de forajidos o de brujas, sino que fueron también acusados, perseguidos, castigados y torturados bajo el uso de una tecnología del dolor y sufrimiento del cuerpo, pues se trataba de salvar al alma del pecado y realidad ofrecida a los hombres por el Oscuro demonio.

Regresar a esa edad de la razón en donde la imaginación y el entendimiento jugaban libremente en un bricoleur, como ocurre en la niñez, o quizás, en donde la imaginación pensaba y el pensamiento imaginaba, como lo fue para la temprana modernidad. De cara a la ciencia e industria, que procede conforme a axiomas y taxonomías, de frente a lo "concreto" -a lo que especialista o expertos siguen sin cuestionamiento-, paralelamente a las formulaciones teóricas que han conducido a la formalización y positivización de la realidad humana-social bien puede oponerse el pensar, el hacer y el proceder del Bricolage. Un modo de hacer las cosas extremadamente plástico como maleable en sus usos cotidianos.

Metis, Mirabilia y Bricoleur, son saberes espontáneos e imprecisos, prácticos y de sentido común -de ahí su naturaleza rupestre- Tales saberes han sido descalificados y ocultados por los relatos totalizantes de las formas bajo las que la Razón se ha presentado históricamente: ya como Logos, Ratio o Vernunft y ahora el Simulacro en esta era digitalizada. 

Estos saberes siempre han existido paralelamente a los grandes sistemas de la verdad, logrando mantenerse como resistencia crítica a esas verdades teoréticas y trascendentales que fijan el mundo a criterios de explicación a priori, obviamente conceptualizados. Estos saberes rupestres pertenecen más a la vida y aun horizonte práctico, mítico, mágico, poético. Por tanto, de sentido común y de carácter estético, dialéctico y hermenéutico. Saberes artesanales y totalmente callejeros. Como la filosofía misma.

En plena y bacanal edad de la comunicación e información digitalizada quizás, por salud física, psicológica, ética, estética, etc., convenga recuperar la fuerza de la ilusión y utopía del pensar y del existir en las relaciones sociales en las que la dialéctica y la hermenéutica se requerían para comprender el sentido a los fines humanos. 

En plena y bacanal edad de la comunicación e información digitalizada quizás, por salud física, psicológica, ética, estética, etc., convenga recuperar la fuerza de la ilusión y utopía del pensar y del existir en las relaciones sociales en las que la dialéctica y la hermenéutica se requerían para comprender el sentido a los fines humanos. 

https://youtu.be/o_c4izZ4kUk


Bibliografía:

Baudrillard. Jean. Cultura y simulacro. Kairós. Barcelona 2008.

Baudrillard, Jean. La ilusión del fin. Anagrama. Barcelona 1997.

Byung-Chul, Han. La expulsión de los distinto. Herder, Esp. 1027.



La presencia de nuevo en la calle.

 "Toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo este ha vivido de verdad".

(Stefan Zweig). 

Recuperar el sentido franco, honesto y simple de las relaciones humanas conlleva a procurar que la tierra, el aire, el agua y el fuego vuelvan a ser los elementos primordiales en los que se fundaba el arte de andar la tierra, saludar y abrazar al prójimo y ser solidario con los semejantes. Voltear la mirada a la invitación que hacía Heráclito por una filosofía para los despiertos, para los que escuchan y para los que respetan el sentido relativo de la búsqueda de la mismidad y la profundidad del alma humana es un llamado de atención a nuestra marcada indiferencia hacia la verdad, paradójicamente en donde, por estos tiempos que corren hoy en día, se imponen como criterios esenciales las mundiales y globalizadas verdades del mercado y de la diversión, donde, por cierto, la mitad de las cosas son falsas y la otra son mentiras.

La calle, sin duda alguna, es fuente de respeto como medida de relación con los demás, es por igual un lugar de relaciones saludables y no ensimismadas, es decir, con distancia. Por el contrario, los grupos de Whatsapp o comunidades digitales no escuchan ni respetan: viven atrapados en la obscenidad y en la violencia en todas sus formas, son grupos sin distancia y sin respeto a lo privado. Ahí no se escucha al logos, es decir, a la razón.

En la red no hay necesidad de desvelar el orden escondido en el aparente desorden pues no se tiene conciencia de los opuestos o de la contradicción como base del humano existir. Ahí ni se entiende el sentido de la vida ni se aceptan explicaciones; para nada cabe ahí la filosofía. La lógica de la red no soporta la interpretación o acción negativa del juicio, pues simplemente ahí no hay vida alguna. 

La vida, como la calle son apertura y comprensión -como decía Heráclito en alguno de sus fragmentos- de que lo "vivo y muerto, despierto y dormido, joven y viejo, son lo mismo. Pues uno se cambia en otro, y el otro en lo uno de nuevo". Bien, podríamos decir, que todo vibra en lo uno y lo uno en todo, como la vida en la calle y la calle en la vida.

Volver a esa condición de existencia humana en donde, como bien manifiesta Arturo Meza: Si te fijas -exclama él- en todas las cosas que hay en el planeta, existen por la vibración. Estamos en un mundo orgánico, un plasma donde todo vibra; desde la partícula más pequeña hasta el mineral y las ideas. Todo es vibración. Entonces todos los seres somos musicales. Concibo -termina por expresar Arturo Meza- al universo esencialmente musical ... me atrevo a decir que la música sostiene al universo. Volver a esa condición de existencia humana en donde, como bien manifiesta Arturo Meza: Si te fijas -exclama él- en todas las cosas que hay en el planeta, existen por la vibración. Estamos en un mundo orgánico, un plasma donde todo vibra; desde la partícula más pequeña hasta el mineral y las ideas. Todo es vibración. Entonces todos los seres somos musicales. Concibo -termina por expresar Arturo Meza- al universo esencialmente musical ... me atrevo a decir que la música sostiene al universo.

El retorno al sentido arcaico de las relaciones humanas de la comunicación y la convivencia franca, honesta, simple, sencilla, fraterna y desinteresada, significa, individual y colectivamente, como sostiene Byung-Chul Han, llevar a cabo una revolución temporal que haga que comience un tiempo totalmente distinto, por supuesto, a estos tiempos de hoy que han secuestrado al individuo en plataformas y programas de simulación de convivencia en donde todo está acelerado por una lógica del incremento del rendimiento y la eficacia; sociedad del cansancio y del aburrimiento. Ilusión de que por vía de la totalización de la producción se alcanza el éxito.

Quizás, retornando a la condición humana de nuestro arcaico y rupestre ser, también volvamos a esos lugares comunes en donde reinaba el tiempo del ocio, del rito, de la celebración, del carnaval, de la fiesta, como ritmo de temporalidad bajo las que las comunidades reales crecían y daban lugar relaciones humanas con sentido y con altos fines buenos, bellos y verdaderos, sin importar que, a estos primordiales tiempos, hoy añorados, se les califique -sobre todo en las redes sociales- de inútiles y rupestres ¿y que, si así es, al fin y al cabo, la existencia humana siempre será arcaica y rupestre? ¡Como la calle misma!

Cuando el pensamiento tenía acceso a lo completamente distinto se debía eso a que en la calle se deambulaba y se hacía vida pública. Fue bajo la condición nómada de la existencia donde nació la fundamental y primigenia interrogación del por qué. Fue en el Ágora en donde las esenciales cuestiones humanas por la naturaleza, el hombre y Dios se originaron. Fue en el pórtico en donde los principios de la ataraxia e imperturbabilidad para una vida feliz, natural y social, se advirtieron. 

Fue en el Jardín en dónde se criticaron y sistematizaron criterios para una vida verdadera, buen ay bella desde el placer o hedone. Todos estos lugares públicos, comunes, abiertos y democráticos eran los espacios naturales de la reflexión filosófica. La filosofía estaba en las calles. La calle como espacio de comunicación y convivencia franca, honesta y cívica de los ciudadanos que exteriorizaban su opinión sin miedo a la equivocación y mucho menos a la burla de los demás.

Entonces, regresar a la calle es algo así como: volver a vibrar con la luz y con el viento, (el rasgo arcaico de la realidad y el carácter rupestre de la existencia, también,) algo así como liberar la filosofía de la red. Acto de transgresión y acción revolucionario que nos arroje de la tormenta digital de datos que ensordecen la totalidad de nuestros sentidos. 

Reactivemos, por tanto, las relaciones humanas de manera presencial. Restablezcamos la sonoridad y fuerza de la palabra. Hagamos que el pensamiento filosófico salga al pueblo para liberar a los ciudadanos de sus opiniones, tal como ya lo hizo Sócrates y un tal Diógenes, que, a plena luz del día, y en la calle, buscaba al hombre. Retirémonos del "en vivo" en el que la realidad ha sido puesta en línea y lugar de desaparición de la cercanía humana, dado que precisamente ahí, en la red, en la hipercomunicación y sobreexsitación "Todo queda igual de cerca que de lejos". Ahí, todo es un callejón sin salida.

Salgamos de ese lugar no-lugar o de ese espacio comprimido y sin calles en donde todo lo diferente muere en el close up u obscenidad de la imagen y por tanto realidad pixelada. Rescatemos la filosofía de esos espacios digitales y hagámosla circular de nueva cuenta por las calles, plazuelas, mercadillos, callejones y aún avenidas y veloces ejes viales de las ciudades y de las metrópolis. Airar el pensamiento otra vez es un acto de renovación de la existencia.

Si rehabilitamos la condición arcaica de la realidad y la condición rupestre de nuestro ser, bien podríamos, romper el cerco de la industria cultural e impronta tecnológica del modelo de negocios con la que ha sido cercada la realidad y se ha desterrado el sentimiento y el pensamiento únicamente a las tareas, fuera de toda crítica, de tener que estar inventando al otro, o peor aún, los individuos habitar en el intercambio perpetuo de información día a día en plataformas y dispositivos tecnológicos de digitalización de identidad simuladas y en tener que inventar que todavía somos alguien.

Salir del reino de la fatalidad de esta existencia hifanizada y simulada supone reivindicar, como expresa Eduardo Aute: el espejismo de querer ser uno mismo. Ese viaje hacia la nada que consiste en la certeza de encontrar en tu mirada: la belleza. De lo contrario, seguramente y cada vez más, continuaremos existiendo en estos tiempos blandos, limados, ligeros, superfluos y banales, en donde la única acción que le queda al individuo es tener que negarlo todo, tal y como lo sentencia Joaquín Sabina, ¡ese que canta! Lo niego todo, incluso la verdad.

Enlace para  video:

https://youtu.be/ERp4MErKt1U


Bibliografía:

Baudrillard. Jean. Cultura y simulacro. Kairós. Barcelona 2008.

Baudrillard, Jean. La ilusión del fin. Anagrama. Barcelona 1997.

Byung-Chul, Han. La expulsión de los distinto. Herder, Esp. 1027.

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Los contextos culturales poseen sus propios elementos, ejes y condiciones para generar sus representaciones y horizontes de comprensión. Así, a groso modo, todo contexto cultural posee, a saber: a) dispositivos comunicacionales con los que la sociedad da lugar a sus formas de convivencia y de acción comunicativa; b) orden o jerarquía de sentidos...

DE LA ACTITUD ARCAICA  (DESINTERESADA) A LA ACTITUD MODERNA (DOMINAR Y CONTROLAR)

 

Si como ilustración y progreso espiritual

entendemos la liberación del hombre de

creencias supersticiosas en poderes malignos,

en demonios y hadas, en el destino ciego -en una palabra,

la emancipación del miedo-,

entonces la denuncia de lo que hoy se llama razón

es el mayor servicio que puede rendir la razón.

("Sobre el concepto de filosofía".

Max Horkheimer.

Crítica de la razón instrumental, p. 1987. Trotta. Madrid 2002)

  • Seguramente, quien sabe cuándo, pero hubo un momento en el que hombre, como ser de entendimiento, se relacionaba con su entorno natural y en sus formas de comunicación y de convivencia sin afán de dominio y control, es decir, sin el imperativo de sometimiento y administración. Ese armónico, primigenio y arcaico momento se quebró, quizás, en el instante en el que el hombre mediante la razón, el conocimiento, el lenguaje y la lógica identitaria o de la superioridad del sujeto sobre el objeto dio lugar a la cosificación del mundo, esto es, convenir, claro, arbitrariamente, que todo lo existente ha de ser visto como una cosa y siempre al servicio de la visión racional del mundo, y ahí, caben tanto cosas como personas y en donde las voces de los dioses, destino y azar están de sobra.

  • Cuando, a decir de Nietzsche en un pasaje de sobre verdad y mentira en sentido extramoral, los hombres "Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños, sus miradas se limitan a deslizarse sobre la superficie de las cosas y percibir las formas, sus sensaciones no conducen en ningún caso a la verdad, sino que se contentan con recibir estímulos y, por así decirlo, jugar un juego de tanteo sobre el dorso de las cosas" (p. 4) Innecesarias son aquí una ciencia y una moral que exijan un control y dominio del mundo según sus imperativos. En estricto sentido, la actitud arcaica no requiere de verdades universales ni conceptualizadoras sino, acaso, saberes prácticos sobre la base del mito y del sentido común. Como los saberes que a los niños les basta para sonreír a sabiendas de que están bien y son felices.

  • Ésta claro que, cuando el murmullo del viento, la caída de la lluvia, el rayo y trueno en el cielo, las hojas cayendo, el crujir de una rama o el croar de una rana, etc., eran los tipos de saberes mediante los que el hombre dirigía sus pasos, decisiones y acciones, no se requería de otra actitud más que la natural o arcaica y la de seguir el rumbo mismo de las cosas que los dioses y la propia naturaleza indicaban. Por supuesto, sin faltar al culto, al rito y sacrificios que los divinos pedían, pero, no existía el afán sistemático por ordenar el mundo racionalmente. En aquél entonces, el mundo fluía en su vaivén, en su creciente y tranquilo oleaje, en su desenfrenado danzar, en el cíclico devenir de las cosas o estancia de la vida en el fuego y juego eterno del mundo. Existencia arcaica en donde la actitud libre y desinteresadas era suficientes para vivir en la infinitud del cosmos.

  • Puede decirse que bajo la actitud arcaica el hombre se confía a sus propios dones o virtudes que le permite integrarse al retorno de las cosas, ser uno con la totalidad y vivir la intensidad del instante. De ahí, que la apariencia del hombre arcaico sea la de un silvano, silvestre, salvaje, imprudente, sin conciencia y sin principios civiles. Las comunidades arcaicas seguían el rumbo y evolución de los astros errantes en el cielo y actuaban según los ciclos del orden natural. Había equilibrio entre dioses y hombres pues mediaba el respeto. Los rituales eran fiestas de celebración y de armonía con los dioses tanto del cielo como de la tierra, deidades visibles e invisibles.

  • Existir o ser en el mundo sostenido en la actitud libre y desinteresada supone la idea de que el curso de los acontecimientos, no se deben a las determinaciones de la razón humana, por el contrario, el hombre se encuentra bajo el régimen de dioses, fuerzas, potencias, flujos, inercias, etc., que regulan el vaivén de las cosas y que el hombre asume con respeto y temor, lo que por supuesto, desde una actitud racional pero orientada hacia el control y el dominio, todo aquello que se registre a la luz de la actitud libre y desinteresada se presenta como realidad oscura a la que se puede ingresar solamente mediante el mito, magia, religión y aún la fantasía. En esencia, acciones no racionales y sin lógica donde el sujeto no tiene el destino de las cosas. Actitud o condición humana que hay que quebrar y superar, por supuesto.

  • Conocer los ciclos de los astros; preguntar por el funcionamiento y transformación de la materia; indagar cómo se modifica el orden de las cosas; interrogar por la estructura del cuerpo humano; interpretar el destino individual y colectivo; descifrar la formación de una estructura social y localizar la razón del desarrolló de una de la sociedad; conocer en fin, cada uno de los niveles existenciales de la realidad, desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande, es una disposición que por naturaleza el hombre posee. Y así, seguramente fue durante la edad arcaica de la humanidad.

  • Servirse de los conocimientos científicos y humanísticos en la "modificación" y "utilización" de los fenómenos de la naturaleza y los eventos de la historia bajo objetivos y fines previamente planeados es una tendencia, no del hombre general, sino exclusivamente del hombre que actúa en perspectiva del control y el dominio de lo conocido, a saber, el hombre moderno. Es, digamos sistemáticamente, durante la modernidad cuando la actitud por el conocimiento desinteresado ha sido sustituida por la tendencia a dominar y controlar lo inspeccionado, sólo hasta entonces se hace efectiva la apropiación de la naturaleza por parte del hombre. La actitud por el dominio y el control del mundo hace que la naturaleza deje de ser extraña o ajena a las determinaciones del pensar y del querer humano.

  • Para que la conversión de la actitud desinteresada o natural a la actitud por controlar y dominar la naturaleza pudiera ocurrir fue necesario algo así como un proceso de profesionalización de la razón, es decir, ir más allá de la simple contemplación, o en otras palabras: "El tipo de discurso filosófico elaborado en el mundo clásico presupone, según Bacon, la superioridad de la contemplación si se le compara con el obrar, la superioridad de la resignación frente a la naturaleza sobre la conquista de la naturaleza, el anteponer la reflexión y la búsqueda de interioridad a la investigación que mire directamente a los hechos y las cosas". Es la consideración manifestada por Paolo Rossi, en su obra Los Filósofos y las máquinas 1400-1700, p 82. El mismo filósofo italiano piensa que Bacon desea hacer violencia al tipo de cultura tradicional en que son aceptados los discursos filosóficos abstractos y deductivos y que se han presentado como connaturales a la indagación filosófica.

  • Para abandonar la actitud arcaica fue preciso que la comprensión del mundo se convirtiera en sistema real de experimentación. En este sentido es permitido citar a Hegel, dice, en el prólogo de la fenomenología del espíritu, lo siguiente: La verdadera figura en que existe la verdad, no puede ser sino el sistema científico de ella. Contribuir a que la filosofía se aproxime a la forma de la ciencia -a la meta en que pueda dejar de llamarse amor por el saber para llegar a ser saber real: he ahí lo que yo me propongo. (...) el demostrar que ha llegado la hora en que la filosofía se eleve al plano de la ciencia.

  • Reforzando la idea anterior cabe aludir que entonces fue necesario que la práctica teórica de la ciencia (en su sentido más general: filosofía) sobre el mundo natural se concretizará en hechos reales, útiles, funcionales y eficaces. Puesto que lo importante ahora, como bien expresa Max Horhkeimer: no es la satisfacción de lo que los hombres llaman verdad, sino la operation. El procedimiento eficaz: el "verdadero fin y tarea de la Ciencia" reside no en discursos plausibles, edificantes, dignos de o llenos de efectos, o en supuestos argumentos evidentes, sino en el empeño y en el trabajo, y en el mejor descubrimiento de detalles antes desconocidos para un mejor equipamiento y ayuda de la vida [1].

  • Que el saber cómo reflexión filosófica pudiera concretar sus tareas, sólo sería posible hasta encontrar una estructura práctica que le permitiera la experimentación y verificación de la contemplación con la que antiguamente procedía. Tal estructura estaría dispuesta tan sólo en una sociedad basada en la experimentación de la naturaleza (en la profesionalización del conocimiento), en la creciente industrialización y en su permanente progreso tecnológico a nivel de los medios de producción, consumo y distribución. No antes. Por ello, nuevamente oigamos Horkheimer: la ciencia que surge con la sociedad burguesa va indisolublemente ligada al desarrollo de la técnica y de la industria. Para entender esta ciencia hay que ponerla en relación con el dominio de la naturaleza por parte de esa sociedad" [2].

  • Habría que aclarar, aunque no es el propósito abordar a profundidad las ideas de Horkheimer al respecto, que él no condena en abstracto por ejemplo a la tecnología, sino al proceso de tecnificación paulatino de apropiación de la naturaleza, donde el eje central es el puro interés de control y de dominio. Este eje, hizo que la razón obrara instrumentalmente, tanto que derivó en una producción que rebasó a la necesidad, por lo cual la razón se encontró de cara a un nuevo dilema: ¿Qué hacer con la sobreproducción? La respuesta conocida es: La razón se empleó a fondo en la administración. Hecho que exigió a la razón asumir una nueva forma de racionalidad, fundamentada profundamente en la superación de la actitud desinteresada, comprensiva y común de las cosas y pasar a la actitud y acción práctica de control, transformación y administración científica de la realidad natural y social.

  • Una racionalidad, ahora, amparad bajo un gran arsenal de conceptos, modelos, esquemas y leyes universales, más categorías trascendentales que sirven como referentes para comparar y clarificar los contenidos provenientes de los sentidos y en donde lo que importa, como ya lo ha señalado antes Max Horkheimer "no es la satisfacción de lo que los hombres llaman verdad, sino la operation" con lo que se deduce que la razón se convierte en instrumento y renuncia al mismo tiempo a su autonomía, pues se ve obligada a someterse al proceso social donde su función de medio para dominar la naturaleza y a los hombres. La razón transformada en un valor instrumental y criterio único de validez para toda acción.

  • El abandono de la verdad, libre y desinteresada, es esto lo que condena verdaderamente Horkheimer, pues advierte que bajo la razón instrumental la verdad ya no es un fin que se baste así mismo. La razón instrumental, que es al mismo tiempo, la racionalización del mundo, degrada a la naturaleza a pura materia. Fuertemente es esto con lo que no puede estar de acuerdo Horkheimer. En efecto, igualmente es esto lo que con enojo sanciona donde lo peor de todo será para él, el relato del "progreso idolatrado" que la razón se ve obligada a producir para autolegitimarse. Equivale esto a indicar, que el hombre moderno estaba destinado a superar la actitud arcaica con la que las ancestrales comunidades humanas vivieron.

  • La sociedad en donde la guía de la vida es la actitud inclinada hacia la apropiación, control, dominio de la naturaleza se forja a principios del siglo XV. Con lo que también comienza a suscitarse un cambio radical en la mentalidad, en la forma de pensar y conceptualizar el mundo. Aparece en escena la modernidad. La modernidad se puede caracterizar como una edad histórica de transformaciones y quebrantamientos. Según Eduardo Subirats: la modernidad - dice el filósofo español - surge al mismo tiempo que la idea de progreso, y está indisolublemente unido a ella. Ya desde un punto de vista semántico, la modernidad se identifica con lo nuevo y presupone, con ello, un principio revolucionario de ruptura, es decir, de crítica, renovación y cambio. (...) (la modernidad) es consustancial de crisis. Modernidad, crisis y progreso son los términos que distinguen nuestro tiempo [3].

  • En efecto, para nadie resulta desconocido que durante la modernidad se elabora una nueva imagen de la naturaleza que sustituye a la anterior concepción del cosmos. A grandes rasgos, desaparece la antigua distinción entre mundo terrenal y cielos incorruptibles: el supuesto de que la tierra se encuentra en el centro del orbe concéntrico ocupando en el su lugar natural [4] ; la generación de los llamados cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego; la idea de que hay un fin final en el proceso natural. Aparece la idea de que el mundo es obra y producto del hombre. De su razón.

  • La actitud moderna animada ahora es por la luz natural convertida en la fuerza negativa que se encargará de destruir lo edificado por la tradición o la vieja actitud arcaica y será al mismo tiempo la que desde este momento guíe la mano del hombre en la conquista efectiva de la naturaleza. La luz natural, metáfora del pensar moderno, repetidamente aparece en el Discurso del método, obra de René Descartes, padre de la filosofía moderna. En tal discurso, el pensador francés efectúa una revisión o análisis de los saberes de su tiempo, desde la poesía, la historia, la literatura, la pintura, etc., y encuentra que ninguno de ellos tiene la capacidad de explicar clara y distintamente el mundo, a excepción de la geometría y la lógica, es decir, el conocimiento matemático. Fuera de la ciencia de las matemáticas, a decir de Descartes no existe hasta la fecha de hoy ninguna disciplina que ofrezca el camino seguro para llegar al conocimiento universal, al discernimiento de la verdad y la falsedad. Se refería el autor de las meditaciones metafísicas a la actitud libre y desinteresada del viejo mundo, es decir, a la actitud arcaica.

  • Por esto mismo la modernidad es la primera época en la que el impacto de la ciencia sobre la sociedad deja sentir toda su fuerza prometedora de lo que en un futuro ha de ser capaz. Esto sucede porque a medida que se destruyen las corporaciones y aparecen individualidades propiamente dichas, fundamentalmente a partir del renacimiento, se da un desarrollo considerable de las fuerzas productivas. Lo que acarrea como resultado la plena incorporación de la ciencia a las tareas productivas; tareas que ya no serán de ningún modo realizadas bajo la dirección del de la actitud arcaica o sentido común o un simple modo de hacer las cosas aprendido por la costumbre, sino, que ahora serán realizadas operativamente de manera sistemática y ordenadas sobre las bases epistemológicas de una metodología racional y objetiva [5].

  • La sociedad, ahora bajo el plan de la actitud moderna, indaga por fuentes de energía hasta entonces poco utilizadas, que sustituyen la fuerza muscular. La energía del viento es por primera vez sistemáticamente utilizada: ello permite la navegación a través del Atlántico y el surgimiento de los países bajos en Europa como potencias marítimas (Holanda, por ejemplo) mundiales. En el terreno propio de la producción también hay un giro esencial. Si durante la Edad Media el sistema económico tenía su asiento en el campo, y en las ciudades sólo había gremios de artesanos, en la modernidad se desarrolla el nuevo sistema económico: el manufacturero, que se apoya en la división del trabajo como forma racional de búsqueda de la maximización de los recursos y minimización del tiempo en la producción.

  • Hay opiniones o puntos de vista que postulan una similitud entre el "nuevo" modo de producción y la "nueva" metodología a empleada, tanto por la filosofía como por la ciencia. Ambas, filosofía y ciencia modos de pensamiento moderno que mantienen un alto perfil en cuanto a actitud analítica y sintética del nuevo modo de observar la naturaleza y nuevo proceso de producción material. Pero también la moral, el arte y el individualismo pasan a depender del tono de la "nueva" metodología, que consiste ver un problema, analizar, reintegrar (sintetizar) el conjunto y adoptar la solución más económica. Será está la actitud que en los sucesivo alimentará las acciones teóricas y prácticas del pensamiento moderno que aparece junto con la sociedad capitalista.

  • La racionalidad moderna con su novedosa noción de "objetividad" [6] comenzará a imponer la idea de que el futuro de la humanidad ha de ser una marcha constante hacia la conquista total de la naturaleza. Una marcha donde la razón se enfrenta en una lucha a muerte, a las fuerzas ciegas y obscuras de la tradición. Lucha, de la cual la razón ha de salir victoriosa, para colocar al sujeto como entidad donde no sólo hace eclosión la verdad, sino que además es capaz de generar nuevos conocimientos por su actividad moderna frente a una naturaleza que esta "ahí" y espera pasivamente a ser "violada", "conquistada", "desmitificada" y "positivizada" por obra de una razón "iluminadora" y "seductora" que logra conocerla en detalle.

  • El dominio del sujeto sobre el objeto representa el triunfo de la actitud moderna sobre la arcaica o lo que es lo mismo: triunfo de la razón moderna sobre los misterios y enigmas de la naturaleza mitificada y mistificada, finalmente, advenimiento de la tecnología. Lo que no había sido posible en ninguna otra edad histórica de la humanidad. Sólo en la época moderna aparece el sujeto, el hombre, que quiere dominar todo objeto con su pensamiento y su saber, con su actuar y su hacer. Por esto mismo: lo que entre los griegos - dice Adolfo Sánchez Vásquez - no era posible, había de serlo más tarde, justamente con la sociedad burguesa, cuando bajo el signo de la producción por la producción el progreso científico permite un inmenso desarrollo de las fuerzas productivas que supera al de la historia anterior. Este proceso productivo es proceso de la razón, y, sobre todo, de la ciencia que encarnó esa racionalidad, así como la técnica aplicada [7]

  • Precisamente, es ese proceso de la razón lo que conllevó a efectuar el giro de la ciencia. De ser la ciencia una acción comprensiva y desinteresada del mundo, paso a ser ésta una acción real de apropiación, control y dominio del mundo. Llegó a ser saber real como ha dicho Hegel. La ciencia al encontrar la estructura adecuada para verificar sus teorías quedó satisfecha de tal estructura. De tal manera que toda nueva aplicación teórica habría de ser en un principio verdadero (racional), es decir, verificable y, en segundo lugar, tener una (o más si es posible) aplicación práctica. De igual manera, la actitud moderna, también traería con ella incertezas existenciales ante las que la razón tendría que hacer frente.

  • En opinión de Max Horkheimer, la actitud moderna ilustraría la idea de que la razón orientó su actividad a la búsqueda, según de "medios idóneos, en cada caso, para fines previamente estipulados" (…) "no sólo como tarea suya, sino como su esencia misma" [8]. Sin duda, esto hay que entenderlo como un proceso de racionalización del mundo, tanto natural como social mediante el cual, por vez primera, la humanidad accedía de modo efectiva a la apropiación del mundo, puesto que daba lugar a un progreso de la subjetividad y autonomía del hombre. La actitud moderna, entonces, llegaba para quedarse al inspeccionar el orden arcaico y natural hasta dejarlo sin secretos y enigmas ¿No era esto lo que anhelaba el individuo moderno?

  • Ya sabes, no dejes de suscribirte al Canal del Oráculo del pensamiento y la expresión, verás que con un poco de voluntad y de actitud arcaica y rupestres se puede quebrar todos los monstros que la razón moderna dio lugar y que han conducido a una vida humana más terrorífica en el orden del progreso que aquella vivenciada en el horizonte mitológico de la humanidad. Aunque, y como es conocido por todos aquellos que han tenido un acercamiento con los planteamientos generales de la Teoría Crítica y sobre todo con el texto que escribieron juntos, Max Horkheimer y T. W. Adorno: Dialéctica del iluminismo, ahí es posible, en el capitulo referido a Odiseo o mito o iluminismo, encontrar la sugerencia de que la actitud por control y dominio de las cosas y de las personas ya se encuentra presente en el universo mitológico y al que Ulises u Odiseo enfrentará y vencerá mediante el uso de a razón, ya muy próximo al papel instrumental y estratégico, propiamente moderno, que la razón al enlazar saber y poder eficazmente desarrollará.

Bibliografía.

Horkheimer, Max. Crítica de la razón instrumental. Trotta, Madrid 2002.

Horkheimer-Adorno. Dialéctica del iluminismo. Terramar edic. Buenos Aires, Arg. 2013.

Horkheimer, Max. Los orígenes de la filosofía burguesa de la historia. Alianza Edit., S.A. Madrid, 1982.

Sánchez Vázquez A." Racionalidad tecnológica ideología y política",

Conferencia. PRIMER CONGRESO NACIONAL DE FILOSOFIA, GUANAJUATO, MEX., 7-11 de diciembre de 1981.

Descartes, René. Discurso del Método. Meditaciones metafísicas. Edit. E. Calpe Mexicana, S.A., Méx.,1983.

Subirats, E. "Transformaciones de la cultura moderna", Jornada semanal, 16 de febrero. 1986.


[1] Horkheimer, M.-Adorno, T.W. Dialéctica del Iluminismo, p 47.

[2] Horkheimer, M. Los Orígenes de la filosofía burguesa de la historia, p 20.

[3] Subirats, Eduardo. "Transformaciones de la Cultura Moderna", en la JORNADA SEMANAL, pp 3-16. febrero de 1986.

[4] Véase: Galileo Galilei. "consideraciones sobre la opinión copernicana", en Opusculos sobre el movimiento de la Tierra. p 73-86. Aquí en esta obra Galileo defiende las tesis copernicanas que sostienen que el mundo y la tierra tienen que ser esféricas; la tierra se mueve en una órbita circular y también gira alrededor de su eje; el movimiento de los cuerpos celestes es uniforme y perpetuo, o bien está compuesto de movimientos circulares; la bastedad de los cielos, en comparación con las dimensiones de la tierra. Según Galileo, el sistema copernicano constituiría una descripción verdadera de la realidad y no un conjunto de instrumentos de cálculo para efectuar previsiones o elaborar un calendario más perfecto.

[5] Que la ciencia se incorpore a la esfera de la producción presupone concebirla como un lento proceso que se va construyendo y que exige la participación y cooperación de todos. Es la idea que priva en los albores de la modernidad, con la cual están de acuerdo los tres filósofos abordados en el presente trabajo. Consúltese: "La idea de progreso científico", Rossi. P. Op. Cit., p 67.

[6] "La forma de hacer ciencia a partir de Galileo (...), piensa que es el sujeto el que señala las condiciones bajo las cuales "aparece" la realidad. Este filtro categorial no permite llevar a cabo un discurso necesario, pero cuyo contenido (...) pudiera no ser la demostración efectiva y real de la experiencia, la aprehensión genuina y objetiva de la realidad". Serrano, Jorge. A. La Objetividad de las ciencias, p 193.

[7] Sánchez Vázquez A." Racionalidad tecnológica ideología y política", Conferencia. PRIMER CONGRESO NACIONAL DE FILOSOFIA, GUANAJUATO, MEX., 7-11 de diciembre de 1981, p p19

[8] Horkheimer, M. Crítica de la razón instrumental, p 39.