Fil. Lit. Art. Hist.

En el espacio de la filosofía occidental es Platón quien da, por primera vez, sentido formal a la investigación de la realidad; la realidad tiene dos notas esenciales, la presencia y la verdad, una es ontológica, la otra epistemológica. La primera se refiere a todas las nociones acerca del Ser: aquello que es en tanto que es, que nunca...

Como ya lo hemos dejado saber en otros espacios de este mismo blog, por sensibilidad entendemos un acto total de percepción en que intervienen los sentidos, el pensamiento, la expresión y el trabajo. También definida como subjetividad, la sensibilidad eleva al hombre por encima de los demás seres naturales. La sensibilidad también es resultado de...

Todo cuanto deseamos honestamente se reduce a estos tres objetos principales, a saber, entender las cosas por sus primeras causas, dominar las pasiones o adquirir el hábito de la virtud y, finalmente, vivir en seguridad y con un cuerpo sano."

Ser y expresión

(Obra en cuatro actos) 

Primer acto: sonoridad.

La resonancia cósmica del nacimiento del verbo es superior a la explosión de millones y millones de novas. Lo decisivo es que, desde entonces, en el universo hay más ser.

(Eduardo Nicol. Formas de hablar sublime)


El mundo ante el oído humano deja de ser sonido simple o murmullo ocasional para convertirse en algo con sentido. Incluso, el silencio en dado momento ante el oído atento adquiere sonoridad, es decir, sonido y sentido. Como la palabra. La sonoridad puede ser definida como una acción de la subjetividad humana mediante la que se percibe la intensidad del sonido o bien mediante la que el oído humano capta y ordena los sonidos jerarquizándolos entre fuertes y débiles, o clasificándolos entre agudos y grabes, pero también significándolos o comprendiendo el sentido de los mismos. Si el sonido es material y la sonoridad es espiritual significa que el sonido y la sonoridad constituyen la estructura del universo. 

Siguiendo a Eduardo Nicol, se puede hacer el siguiente planteamiento: Existió en el universo la materia sin el logos; es decir, el universo era entonces puramente material. Existe todavía una materia sin logos. Pero no puedo haber jamás, ni puede haber ahora, un logos sin materia. El logos, continúa diciendo Nicol, se concentra en una pequeña porción de la materia, y esta concentración permite al ser lógico irradiar desde su localidad definida, y hablar de todo el ser material; o sea, hablar de todo lo propio y de lo ajeno, de lo cercano y de lo remoto en el orden del espacio y del tiempo, y en el orden del ser [1]. 

Quiere decir el planteamiento anterior que cuando el hombre se da a la tarea de indagar la materialidad o física del logos, el problema no tiene como respuesta la suposición de leyes o de principios por los cuales explicar con evidencias el proceso de causalidad de cómo lo material requirió de lo inmaterial para autocomprenderse. Idéntico problema de cómo el Espíritu absoluto pudo desdoblarse en naturaleza, en cultura, en historia, en razón, etc., que mantuvo ocupados a los filósofos idealistas alemanes para mostrar el proceso de la autoconciencia universal. Para Eduardo Nicol no hay causas que puedan ser representadas mediante ecuaciones, por ejemplo, para teorizar que de pronto la uniformidad o la diversidad de la materia en el universo sufrió mutaciones o cambios que necesariamente fueron las causantes de la generación de los seres vivientes; en donde uno de los tantos seres vivientes -el hombre- resultó beneficiado o afectado con los órganos de la audición fonación y pensamiento. Sin los cuales, obviamente, no sería posible comprender la sonoridad del ser, o del logos. Para Eduardo Nicol, esto es evidencia de la unidad de la palabra y del pensamiento, sin los cuales no hay lenguaje simbólico. Resultaría, por ende, que El hombre es la voz del ser. Lo que no deja de ser un misterio o acto de imaginación. La imaginación muchas veces se coloca en el centro de las cuestiones, más que las razones o explicaciones científicas. 

Se trata de comprender que el hombre es el ser de la expresión, y acaso el único en el universo cuyo privilegio es ser portavoz de la resonancia cósmica del Ser a través del sonido con sentido, en tanto el hombre fue diseñado, provocado o simplemente resultado con la facultad de la cognición, pero también con los órganos y funciones de la fonación, o sea, con la escucha y el habla, esto es, con la palabra, como la gran síntesis del universo. Dicho ontológica y metafísicamente: el hombre es símbolo del Ser, por lo que entonces, la razón humana es expresión del logos universal. 

Decimos que la forma esencial de la expresión está dada en la sonoridad y en la representación gráfica y escrita de la palabra y teniendo a la vista que la palabra también es voz, habla, dicción, pronunciación, representación simbólica o acto lógico que se exterioriza esencialmente a través de la metáfora y de los conceptos como modos de expresión por los que el hombre encuentra su razón de estar y ser en el mundo hacen de la palabra un misterio. Tal cuestión al ser ontológica requiere, para su indagación, por tanto, una vía metafísica, es decir, una metafísica de la expresión.

Para la presentación en imágenes:

https://youtu.be/QhfiORIzA5c

Bibliografía.

Nicol, Eduardo. Crítica de la razón simbólica. FCE., Méx., 2000.  

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[1] "El misterio de la palabra". Nicol, Eduardo. Crítica de la razón simbólica. FCE., Méx., 2000. 


Segundo acto: el hombre como ser de la expresión.

El logos se concentra en una pequeña porción de la materia, y esta concentración permite al ser lógico irradiar desde su localidad definida, y hablar de todo el ser material; o sea, hablar de todo lo propio y de lo ajeno, de lo cercano y de lo remoto en el orden del espacio y del tiempo, y en el orden del ser.

(Eduardo, Nicol)

Eduardo Nicol en su texto formas de hablar sublime fiel a su sugestivo estilo es capaz de hacer una síntesis del problema ontológico o del misterio de la palabra bajo la siguiente forma, dice el transterrado autor español: La primera vez que un hombre habló, debió estremecerse el mundo entero. El cosmos es indiferente porque es total. Pero en cuanto dejó de ser lo único, y salió de su propio seno el ser de la primera voz, quedaría (pienso yo) atónito. Maravillado y contento. Ya no estaba solo. Había procreado de sí mismo algo diferente de sí mismo. Y se habló a sí mismo. Y así ha de sentirse todavía ahora: todavía ha de sentirse asombrado y regocijado, pues ha transcurrido una brevísima fracción de tiempo desde la primera voz. Desde que existe el hombre, la materia habla de sí; dialoga consigo misma cada vez que un hombre dice "la montaña". La resonancia cósmica del nacimiento del verbo es superior a la explosión de millones y millones de novas. Lo decisivo es que, desde entonces, en el universo hay más ser [1]. 

En la expresión encontramos la clave para la explicación de todo lo humano: de su ser y devenir; de su diferencia con lo no humano, de su acción y todas las posibles cualidades estéticas, religiosas, éticas, políticas, etc., de esta acción, y finalmente, de la conciencia, ciencia e historia misma. En la expresión se condensa, en efecto, la estructura compleja, integral e irreductible del ser del hombre, fenomenológica, dialéctica, hermenéutica, analítica, etc., La expresión, en síntesis, es una categoría que abarca: presencia, comunicación, lenguaje, verdad, historicidad, libertad. Todo lo que el hombre es y no es cabe en la expresión.  Desde luego, conviene tener en consideración que, en el pensamiento de Eduardo Nicol, el ser de la expresión es un término polivalente, pero de significación propia, original, estrictamente ontológica. Es una categoría multívoca, polisémica que reúne y abarca en unidad sintética varias y diversas significaciones, todas ellas conexas e interdependientes, por lo que entonces, la expresión, en efecto, constituye el dato fenomenológico fundamental e implica, al mismo tiempo, la integración dialéctica de aquello que el ser humano es. 

De sobra es conocido por todos que expresar es una acción que va de dentro hacia afuera y que consiste en "un sacar, expulsar o exponer" lo que yacía en el interior, que pone fuera, que muestra, y da lugar a ser percibido por la atención de los demás como gestos, ademanes, señas, sonidos y principalmente como palabras: orales y escritas. La expresión es la necesidad interna que el ser humano tiene para dar cuenta del mundo y de la mismidad. El hombre tiene necesidad de expresarse porque es el proceso natural mediante cual puede comprender su presencia, actos o acciones en su existir. Es cierto, la expresión abarca muchos ámbitos y niveles, obviamente las formas de los lenguajes, las exteriorizaciones del dolor, alegría, tristeza, sufrimiento, etc., la pintura, la escultura, la música, etc., en general las manifestaciones artísticas, pero también lo que el hombre, sueña, anhela, aspira o piensa sobre lo celeste y lo terrenal, esto es, acerca de los dioses y de los hombres. De alguna forma nada hay que no sea expresión. Si algo hay, es el ser de la expresión. 

Entonces, si lo que hay es el ser de la expresión, por ende, desde el modo de caminar, sentarse, pararse, comer, dormir, etc., hasta la manera de gesticular, ver, sonreír, llorar, gritar; querer no querer, afirmar o negar, decir algo o no decir nada, etc., o simplemente quedarse en silencio es expresión. La simple presencia es expresión; el mito, la religión, el arte, la ciencia, la filosofía y todos los saberes cotidianos mediante los cuales se resuelven los problemas de todos los días, es expresión. Todo es expresión. La expresión culmina con la palabra. Primero como voz sonora, o sea, como habla, luego, como símbolo o escritura. Por lo que cuando el hombre comenzó a adquirir y desarrollar la voz entonces también se elevó por encimada de las cosas. La voz humana es unidad de pensamiento y de sonido. Hay lógica y fonética. Por lo que la voz es dialógica, lo que quiere decir, que sin la presencia del otro u otros la palabra sería muda y el pensamiento se ahogaría así mismo en el silencio. Sin la escucha y sin el intercambio de sonidos con sentido no hay lenguaje, no hay comunicación ni comunidad, por tanto, no hay expresión.

Bibliografía.

Eduardo Nicol, Formas de hablar sublime. UNAM. México 1990.

Eduardo Nicol, Ideas de vario linaje. UNAM., Mex., 1990.

Eduardo Nicol, Metafísica de la expresión. FCE., Méx., 1957.

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[1] Eduardo Nicol, Formas de hablar sublime. P. 23. UNAM

Ser y Expresión

(Obra en cuatro actos)

Tercer acto: tener la voz


No hay pensamientos sin sustantivos, que son el germen de los conceptos" o sea que, el sonido y sentido de la palabra quedan organizados de la mejor manera posible bajo la escritura. Las letras también poseen sonido o al menos se representan mediante un sonido. Fonemas en estricto sentido.

(Eduardo Nicol) 

En un orden lógico primero fue el sonido, luego el sentido. Las primeras comunidades humanas se comunicaban al ritmo del sonido, que, acompañado de gestos, señas o ademanes, poco a poco fue adquiriendo sentido o va siendo comprendido por los otros. Al igual que el recién nacido que se comunica a base de sonidos guturales y gestos, principalmente. Por supuesto, en el recién nacido y en el infante en cada sonido hay intencionalidad todavía no razonada. El deseo, la emoción, el afecto, eran los contenidos de la sonoridad. Poco después, el niño tendrá voz y palabra propias. Lo mismo aconteció en el amanecer del hombre. se val del sonido al sentido. Poco después, también el pueblo será libre por alzar la voz frente a la tiraría o frente a cualquier otro tipo de forma de gobierno que tengo por objeto la opresión y la explotación. La voz pone de manifiesto la presencia humana ante otras presencias e incluso ante su propio eco. Por el sonido y el sentido el hombre es hombre, es decir, por la voz, por la palabra. Las primitivas hordas así se vinculaban; el mundo primitivo quizás estuvo dominado por el sonido y no por el sentido; los pueblos conservaban sus saberes y tradiciones en la oralidad, se vinculaban por la voz popular. 

Con la sonoridad o voz el hombre nombra cosas, animales y personas. Desde luego, nombrar es hablar, lo que quiere decir, expresarse con conceptos o decir lo que las cosas son en sí. Los conceptos son pensados, se piensan porque las cosas se dicen, ya como metáforas, conceptos o formulas. Sonido y sentidos, sonoridad y logicidad, fonación e intelección están siempre en relación cuando el hombre se expresa mediante la palabra hablada y más tarde por la palabra escrita. Tal y como lo deja saber Eduardo Nicol, oigamos al filósofo, por cierto, hecho en México, hecho en C.U., en la UNAM. No hay pensamientos sin sustantivos, que son el germen de los conceptos" o sea que, el sonido y sentido de la palabra quedan organizados de la mejor manera posible bajo la escritura. Las letras también poseen sonido o al menos se representan mediante un sonido. Fonemas en estricto sentido [1].  En la voz, que es vinculatoria también se incorpora la personalidad del sujeto. Para Nicol, cada voz en personal, lo que pone de manifiesto que cada hablante tiene su propia tesitura, su propio timbre de voz. Es curioso como muchos aparatos de información y de comunicación contemporáneos solamente se abren o dan acceso al timbre de voz que les ha sido registrada o computada. Cada persona, cada región tiene sus propias maneras de pronunciar las mismas cosas. Por la sonoridad, es decir, por la tonalidad se reconoce la región o zona geográfica y cultural a la que pertenece una persona. Decimos ese es del norte, aquél de sur, esos son chilangos, aquellos jarochos son, etc. La diversidad de tonalidad de la voz es innumerable, así mismo, muchos son los niveles de frecuencia que la voz puede alcanzar. De ahí todos los tipos o clasificación de voces y cantantes que hay: tenores, barítonos, sopranos, mezzosopranos, etc. Los actores de voces, es decir, aquellos que poseen la capacidad o habilidad de producir simulacros mediante la voz. Crear personajes a través de la sonoridad de la voz y de la significación de la palabra. 

En el curso del desarrollo cultural de la humanidad el sentido logra supremacía sobre el sonido. Para la mayoría de los filósofos, esta, claro que, la representación gráfica de la palabra es el paso decisivo hacia la universalidad del pensamiento. Se conserva la actualidad del mensaje: en lugares distintos de aquellos en que fue pronunciado: Adquisición de autoridad y normatividad legal adquiere la palabra.  Todos sabemos del dicho popular: "papelito habla", significa esto que la palabra escrita "obliga", es decir, la fuerza de la ley queda reforzada por la escritura, desaparece la ambigüedad inherente a los actos humanos. Esto que es muy tardío en la cultura humana, es ambivalente, puesto que con la escritura viene la apropiación del lenguaje por parte de unos cuantos, sobre todo los poderosos, pues la escritura se convierte en una suerte de mágico instrumento para saber el secreto de las cosas y de los hombres. Y con ello también el control sobre los demás. Con la palabra escrita, jurídicamente, también se nomina al loco, al violador, al enfermo, al consumidor, al infectado, al transgresor. De algún modo nacen las ciencias especializadas que positivizan, norman y sancionan los comportamientos, competencias y conductas de los hombres. Una lógica y una moral de lo que es correcto e incorrecto. Se crean los desposeídos de la palabra. Los marginados de la expresión. 

En cada manifestación de la expresión, hay personas reales y concretas, pero que, al no exteriorizar sus creencias, pensamiento y hasta ocurrencias, parecieran no existir. Lo cual es una pena. Los que se apropian de la palabra obligan a los demás a silbar bajo para no molestar. Ser algo así como ciudadanos ceros.  Sin embargo, históricamente, esto mismo generará inéditas formas de expresión nacidas u originadas por la necesidad de afirmar la presencia o darle realidad concreta a la presencia de los marginados.  Cuando unos pocos se apropian de la escritura, asimismo se adueñan del mundo. Quien posee el lenguaje tiene el mundo, por ahí sueña Gadamer. Histórica y culturalmente al resto de la población se le niega el aprendizaje de la escritura. Se les roba el lenguaje escrito y quedan circunscritos a la oralidad. Se les hace pensar que la escritura pertenece a los dioses y a sus elegidos o mediadores, que tradicionalmente han sido los sabios, sacerdotes e intelectuales y al día de hoy, bien pueden ser las páginas webs o los programadores de sitios de internet. Los publicistas y alguno que otro sector académico dedicado a la publicación de manuales, de monografías, etc. Aunque a estos, lo menos que les interesa es conservar lo esencial de la escritura y la libertada a la que da lugar el lenguaje. Les gusta la autopublicidad y el negocio de su imagen. Se hacen pasar como dueños de la expresión. A veces, no son más que policías del lenguaje.

Bibliografía.

Nicol, Eduardo. Ideas de vario linaje. Unam. Méx., 1990.

Nicol, E. Metafísica de la expresión. FEC. Méx., 1957.

Colli, Giorgio. El nacimiento de la filosofía. Tusquets, Méx., 2010.

C. Guthrie W. Los filósofos griegos. FCE., Méx., 2021

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[1] "El origen sonoro del hombre". Nicol, Eduardo. Ideas de vario linaje. P. 343.

Cuarto acto: el misterio de la palabra. 



Ningún hombre sensato osará confiar sus pensamientos filosóficos a los discursos y, menos aún, a discursos inmóviles, como es el caso de los escritos con letras. 

(Platón) 

Sin duda, la relación sonido y sentido ha tenido un camino largo y amplio. Si primero fue el sonido, quiere decir, que la oralidad domino gran parte de la historia social humana, lo cual no quiere decir que la escritura no haya existido. En las cultura primitivas y arcaicas, sin embargo, las formas de escritura eran pocas y pocos los que sabían el uso y de las mismas. Históricamente se puede ilustrar que la voz sonora, esto es la oralidad, fue el medio principal de relación y comunicación entre los hombres desde las comunidades más primitivas hasta la aparición de la máquina de imprenta. Antes del poder tipográfico la voz llevaba el rumbo de la vida. Todavía en las culturas clásicas de la antigüedad, por ejemplo, la griega y la medieval, la voz es la principal fuente de comunicación, relación, saber y educación. Allí, la escritura seguía siendo un tesoro resguardado por unos pocos. 

A través del poder de la sonoridad se modelan las creencias, hábitos y costumbres de un pueblo; el canto, la poesía, la recitación, el teatro, la retórica, etc., por ejemplo, en la escena cultural griega y romana, acontecen esencialmente por medio de la voz. La voz como tal es popular, es el medio también para dar a conocer a los cuatro vientos los decretos imperiales a los que los ciudadanos habrán de ceñirse. Desde las narraciones épicas mediante las que se cuentan oralmente el triunfo del hombre frente a las fuerzas de la naturaleza, personificadas por divinidades encolerizadas contra el ingenio humano, que le hacen padecer desgracias, conflictos, dilemas, sacrificios, muertes, y ganar muchos honores en cada aventura humana y con lo que el hombre se alza como un héroe. 

Recordemos que, las representaciones teatrales poseen un carácter didáctico que enseña que los conflictos más graves y que los dolores más profundos de la padesiente humanidad pueden encontrar una salida o solución. El teatro, más allá de su condición estética y crítica, también cumple una función catártica, esto es, efectúa una depuración de aquellos malestares que aquejan a la existencia de cada individuo y a la vez fija utopías compartidas por la espiritualidad del pueblo. 

El teatro clásico, que es oral, pone de manifiesto que el amor, el odio, muerte y la venganza son necesarios para establecer un equilibrio entre el destino y las decisiones propiamente del hombre. A través de la tragedia como instrumento convocante para que el pueblo, en una experiencia común de aprendizaje, presencie que alguien tiene que pagar los platos rotos por la trasgresión u osadía de uno o unos. Asistir al teatro es una buena manera de adquirir conciencia de las situaciones sociales y posiciones individuales que cada persona asume.  Así como Zeus castiga a Prometeo por el hurto del fuego, también los poderosos reprimen a los que hacen suyas las palabras y alzan la voz contra la opresión. En un ambiente de oralidad está claro que, mediante las representaciones teatrales de la comedia, la sociedad adquiere conciencia de su mismidad a través de la voz y de la risa. Hay saber sin duda en la oralidad. Una forma de saber que, mediante el humor, la caricatura, el remedo y la parodia, etc., posibilita que el pueblo sublime muchas presiones de la vida. En la escena griega, es decir, en la épica, en la tragedia y en la comedia el principal instrumento es la voz, acompañada de la dramatización correspondiente de los actores y las reacciones del público. 

Si se revisa la historia de la cultura y de la escritura bien se puede observar todos los incidentes entre la valoración que se puede hacer acerca de que es lo que se gana y que es lo que se pierde cuando el sentido, o sea la escritura, calla el sonido, o sea la voz. Por supuesto, la palabra o logos para los griegos es unidad de sonido y sentido, sin embargo, se puede imaginar siempre una tensión entre sonido y sentido a lo largo del despliegue o desarrollo de la cultura humana. Marx llegaría a pensar que "las Musas desaparecen frente a la regla del tipógrafo". Quizás como frente al hipertexto la imaginación y la propia expresión humana se cohíben, se experimentan como cercadas, limitadas y obstruidas por los programas y formatos de expresión oral y escrita de la presente época. Que ganan en rapidez, distancia y volumen, pero se quedan cortas e incluso alcanzan un grado cero en la expresión. 

Para cerrar este cuarto acto de esta obra sobre el Ser y expresión, del misterio de la palabra o del sentido sobre el sonido y hacer una revaloración de la sonoridad de la palabra, que ontológicamente hablando es el origen mismo del hombre, pueden ser citar dos pasajes de la filosofía clásica griega relatados por Platón en el diálogo del el Fedro acerca de la dimensión de la escritura. Georgio Colli, en un pequeño ensayo titulado El nacimiento de la filosofía se refiere a cómo Platón narra la invención de la escritura por parte del dios egipcio Theuth, y sobre el don de ésta, destinada a los hombres. Theuth, dona al faraón egipcio Thamus la escritura. Theuth enaltece los valores de su invención, pero el faraón replica que la escritura es, desde luego un instrumento de rememoración, pero puramente extrínseco, y que incluso con respeto a la memoria, entendida como capacidad interior, la escritura resultará dañosa. Por lo que se refiere a la sabiduría, la que proporciona la escritura será aparente, "no verdadera"[1]. 

Alude Colli que "Platón al comentar el anterior pasaje de la invención de la escritura, acusa de ingenuidad a quien piense trasmitir por escrito un conocimiento y un arte, como si los caracteres de la escritura tuvieran la capacidad de producir algo sólido. Se puede creer que los escritos estén animados por el pensamiento, pero, si alguien les dirige la palabra para aclarar su significado, seguirán expresando una sola cosa, siempre la misma". Este pasaje deja ver que en la antigüedad remota la escritura era sospechosa de apariencia y de tautología. Es decir, algo así como un callejón sin salida, pues al explicar una palabra era necesario representar tal palabra con otras palabras, lo que da lugar a una interminable cadena de palabras y quizás con ello llegar a la palabrería, y entonces habitar en el mundo de las apariencias y sombras nada más. 

El segundo pasaje citado por Goergio Coli en su texto El nacimiento de la filosofía pertenece a las Séptima carta en la que Platón hablando de su vida y de las experiencias dolorosas vividas en la corte del tirano de Siracusa, cuenta que Dionisio II había pretendido divulgar en un escrito la presunta doctrina secreta platónica. A partir de ese episodio, Platón niega en líneas generales a la escritura la posibilidad de expresar un pensamiento serio, y dice literalmente: Ningún hombre sensato osará confiar sus pensamientos filosóficos a los discursos y, menos aún, a discursos inmóviles, como es el caso de los escritos con letras" ... más adelante sigue diciendo Platón "por eso precisamente, cualquier persona seria se guarda de escribir sobre cosas serias para exponerlas a la malevolencia y a la incomprensión de los hombres [2]. Se puede inferir o concluir de esto que toda la cultura escrita, de alguna manera, no es seria. Por lo que la seriedad antes estaba dada en el sonido, en la palabra. Se creía en la palabra del otro. Aunque, posteriormente, el sonido quedará ligado a la musicalidad de la poesía y a las metáforas que todo viento se lleva o que las olas del mar borran sobre la arena y la escritura, ligada al sentido, proveniente del trabajo del concepto de la filosofía. La polémica entre sonido (poesía, metáfora) y sentido (filosofía, concepto) se prolongará hasta nuestros días.  

La seriedad estaba en la palabra viva, en la fuerza de la voz, en la entonación, dicción y acentuación, etc. Antes, se creía con fidelidad en la palabra del otro. El hombre tenía palabra de honor, aunque expuesta siempre a las circunstancias tanto del entorno natural, cultural y a la relatividad de la subjetividad humana. La audición de la palabra era garantía de comunicación y de convivencia, es decir, de relación honesta, leal y franca entre las comunidades y respeto de los pactos que en su relación los individuos y pueblos establecían, por lo que se puede deducir que, antes de la escritura, el arte de la palabra residía en el sonido. En el vigor y vitalidad de la sonoridad. Tal vez por esto, para Eduardo Nicol el hombre tenga un origen sonoro, pues el sonido en la palabra pronunciada también nombra y hace nacer cosas y relaciones entre el hombre y la naturaleza y entre los hombres y los dioses. Para Nicol la palabra es un misterio. 

Diversas y amplias son la teorías y filosofías del lenguaje en la historia de la cultura, suficientes reflexiones críticas acerca de la función del lenguaje y de las palabras existen en la historia de la filosofía en el intento de acercarse a la naturaleza y esencia del lenguaje: tratados técnicos, manuales didácticos acerca de la estructura gramatical, fonética y semántica de las palabras, pero no han abordado la cuestión ontológica del misterio de la palabra. Las posturas fenomenológicas, analíticas, materialistas, hermenéuticas, etc., indagan y exponen nociones explicitas de qué es el lenguaje, del para qué y del cómo funciona o el papel que desempeñan las palabras, los modos de las palabras e incluso las formas sublimes de hablar, pero, la cuestión del por qué, de la palabra continúa brillando por su ausencia, por la simple razón de que no se ha puesto atención a la vía ontológica o metafísica de la expresión, que de entrada anticipa que al investigar la esencia o naturaleza de la expresión, el hombre se otea así mismo, es decir, el hombre es el buscador del ser desde el ser. Por eso es curioso, extraño y misterioso. Ya Heráclito lo había dejado indicado, cuando señala que "al investigar la naturaleza, me investigo a mí mismo". 

Con estos cuatro actos, sobre el ser y expresión, quizás haya que sostener que el hombre es buscador del ser y de sí mismo. ¿Por qué no creer o asumir que, en efecto, la totalidad del universo se expresa en la singularidad del hombre? El hombre como depositario del universo entero o de la proximidad e intimidad del Ser ¿o de Dios? Tantos milenios llevan las culturas intentando resolver o iluminar esta cuestión que seguramente seguiremos en la misma, más no se debe rehuir dicha cuestión, si así fuera, entonces no estaríamos a la altura de la condición ontológica que aquí se trata. ¿O al menos que la tecnología sí sea capaz de resolver tantas incertezas y angustias que el misterio de la palabra le ha traído y ocupado a la humanidad? Bueno, no lo sabemos, habrá quiénes digan que sí. En fin.  

Bibliografía:

Nicol, Eduardo. Ideas de vario linaje. Unam. Méx., 1990.

Nicol, E. Metafísica de la expresión. FEC. Méx., 1957.

Colli, Giorgio. El nacimiento de la filosofía. Tusquets, Méx., 2010.

C. Guthrie W. Los filósofos griegos. FCE., Méx., 2021.

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[1] Colli, G. El nacimiento de la filosofía, p. 115.

[2] Colli, G. El nacimiento de la filosofía, p. 116.


Poética sobre la desaparición

(Tesis sobre la desaparición de la realidad)


Bienvenidos al desierto de lo real

(J. Baudrillard)

  1. La realidad no se queja, no adolece de nada, ni siquiera la nada le duele; no está llena, no está vacía. ¡Imposible que pueda ser trastocada o lastimada!, no sufre, no goza, no nada ni nadea. La realidad asumida como la condición para que tengan lugar todos los procesos, tanto microcosmico como macrocosmicos; condición de la que solamente desde la especulación y abstracción el pensamiento puede hacer designaciones o determinaciones. La realidad en la que corren aquellos sucesos asignados a los dioses como todos aquellos hechos correspondientes a los actos humanos. Fenómenos naturales y sociales. Entonces, la realidad como la substancia de todo acaecer. La realidad como realidad, siempre idéntica así misma, portadora de presencia y de verdad, de quietud y de movimiento sin que jamás deje de ser o tenga que ser. Carece de voluntad y sin embargo es puro impulso. Impulso perpetuo de sí. Todos los rostros, ocultos y visibles, ajados y tersos, lozanos y marchitos, presenta la realidad, no como posibilidad ni apertura. La realidad no es abierta, pero tampoco es cerrada, no tiene carencia o falta alguna, es causa eficiente desde siempre; jamás necesitó fuerza previa alguna. Nade le puede anteceder, tampoco preceder. No hay antes ni después. No muda ni deviene. No tiene origen. Es absoluta.
  2. La existencia florece, nace de la realidad, requiere de la realidad para ser. Se desarrolla, se extiende en tiempo y espacio, se otorga condiciones de posibilidad de existencia. La realidad permanece es su no-ser. La existencia es anticipada por la realidad y depende de está para poder ser y también dejar de ser. A cada rato, la existencia es como un pájaro de barro que quiere volar, precisamente porque puede volar, puede nacer y puede morir. Nada más relativo que ella. Tiene todas las formas posibles y horizontes imaginados y no imaginados. No es realidad, es existencia. La existencia en totalmente un horizonte humano; terreno fértil para el pensamiento y el lenguaje. La existencia si puede dejar de ser, exterminarse en algún momento dado, por saturación, por implosión o por indiferencia o inactividad. La existencia es el escenario en el que se realiza todo lo humano, pero también en donde lo humano alcanza niveles antihumanos.
  3. 3. La existencia se afirma en su ser-siendo y en su ser-dejando-de ser. No solamente en su ser sino en su querer-ser, pues le falta todo. Al ser posibilidad la existencia será siempre apertura.
  4. No es la realidad la que se aborrece sino la existencia.
  5. La realidad no tiene ningún signo, ningún síntoma, no palpita, no vibra. Jamás ha sido ni nunca será. Es la existencia la que adquiere rostros, rasgos, características, determinaciones.
  6. La realidad es a-histórica y a-lógica, no tiene analogías ni representaciones. La existencia tiene todas las formas posibles pues ella misma es posibilidad. La realidad no habita el reino de la posibilidad, no le interesa, no le preocupa.
  7. La realidad es una mónada, por decir algo, pues es indefinida, no se parece a nada de lo que podamos expresar acerca de ella, en cambio; la existencia siempre se parecerá en un momento dado a lo que el pensamiento cree puede ser. Es más, soñará con ser idéntica a ella. Simulará ser ella.
  8. Se piensa y se vive la existencia; es absurdo vivir y pensar la realidad, creemos que es posible pensarla y vivirla, es así, para colmar los vacíos; tenemos el vicio del vacío y de la pérdida del sentido. Es la existencia la que vagabundea. La realidad no requiere encontrarse, pues jamás se ha extraviado.
  9. El Ser es la realidad, el ente es la existencia. El simulacro es la sustancia, la simulación los occidentes. Todo lo cubre la existencia, es un manto que se tiende sobre la realidad que se deja, pues no puede oponer resistencia en tanto ni le va ni le viene lo que la existencia pueda hacer con ella. Se presta a las simulaciones ya que en nada le afectan.
  10. La realidad es lo más concreto y común. La existencia lo más diverso y volátil, lo más confuso y difuso, lo más azaroso y accidental. 

11. La realidad siempre es en tanto ya es, no deja de ser. La existencia siempre ésta siendo en tanto se otea así misma.

12. Heidegger no contento con definir a la existencia como autocomprensión le asigna existenciarios o exsistencia a la existencia, no concibe que la analítica existenciaria bastaría para determinarla en su verdadera falsedad, no contento con esto desea abismarse en la profundidad - irreal- de la existencia.

13. La existencia siempre ha sido comprendida e interpretada, de lo que se trata es de ficcionarla de la misma manera que la realidad siempre ha sido una ficción verdadera. La existencia es una ficción falsa.

14. Cuando a la existencia se le asignan rasgos otológicos es porque se le quiere convertir en algo real o identificar con la realidad misma. La realidad no requiere de la existencia, lo contrario no es posible, es decir, la existencia si requiere y se afirma sobre la realidad.

15. La ontología nombra al Ser. La metafísica al ente. ¿Tiene razón Heidegger o solamente dice lo que los presocráticos ya han hecho patente en los albores de la filosofía?

16. La existencia sale a nuestro paso y se pone a la mano, se deja tomar y da lugar a la preocupación y también a la ocupación en incluso a su asalto. La realidad no requiere saludarnos.

17. Hay que seguir insistiendo que la filosofía es la que más puede aproximarnos a la realidad, todos los demás saberes y ciencias tiene por objeto a la existencia.

18. Unos dicen: La realidad hay que interpretarla, Gadamer. La realidad hay que transformarla, Marx. La realidad hay que crearla, Nietzsche. Baudrillard diría: la realidad hay que dejar que desparezca.

19. Sólo podemos pensar y hablar de la realidad en su desaparición. Únicamente podemos atrapar a la realidad dejándola desaparecer. La libertad de la realidad consiste en desaparecer ¡liberémosla!

20. Estamos en la época de la imagen de la desaparición de la realidad: nos hemos acercado tanto a ella que lo que percibimos es su no-ser, es decir, lo que está siempre ha sido. La realidad en primer plano. Todo acercamiento es un alejamiento, es una imprecisión.

21. Hoy podemos ver tanto de la realidad que somos espectadores del espectáculo y estética de la desaparición.

22. Todo ha sido un simulacro sobre la presencia de la realidad: el mito, la religión, la filosofía, la ciencia, la existencia misma. Lo que para nada es ya un simulacro es la desaparición de la realidad.

23. Que la realidad sea una perra ¡admitámoslo!, es la fiel compañera del pensamiento y no muerde; la existencia también es una perra, pero ¡rabiosa! ¡celosa! ¡venenosa! e infiel compañera, pero del hombre.

24. La existencia siempre se está desdiciendo, el argumento de ello es que hay ciencias humanas que no pueden dar cuenta de ella, y si lo hacen sólo es por un instante en la verdad de su falsedad. La realidad no requiere desdecirse pues nunca ha dicho palabra alguna y si algún día llega a decir alguna palabra, seguro que la sostendrá como verdad.

25. La realidad no tiene argumentos para decir soy o no soy, la existencia es prolífera en ello. El lenguaje se estrella contra la realidad y estalla en mil pedazos. El lenguaje prefiere recrearse en la existencia, ambos son cómplices de fundar un origen, un todo, un sentido. Ambos se resemantizan en el placer de su crueldad.

26. La existencia es desvarío, equivocación y huidización permanente, por eso hay saberes que la nombran, que la experimentan, que la definen y la limitan. La realidad es absoluta y no acaba a falta de los "existentes y ex-sistenciarios"

27. En la Grecia arcaica, la de los poetas también arcaicos, ver y pensar eran una y la misma cosa pues Realidad y Theoría también lo eran. Lo mismo era el pensar que el ser, el ser que el pensar, el pensamiento del ser que el ser del pensamiento pues no había necesidad de diferenciar entre Realidad y Existencia. Cuando así fue, entonces comenzaron los simulacros de las determinaciones de la realidad cuando en verdad sólo iniciaba la desaparición de ella devenida existencia. La existencia hace desaparecer la realidad, por ello es que no hay mayor simulacro que la existencia existiéndose. El ser de la realidad es la desaparición. El ser de la existencia es la presencia afirmada y reconfirmada por el lenguaje. Todo lenguaje no es más que la exposición de la desaparición de la realidad, pues todo aquello que digamos acerca de la realidad, seguramente -con plenitud y certeza- es lo que está no es. La contradicción de la desaparición de la realidad cosiste en que juega a auto evidenciarse como existencia: ya como copia, ya como ilusión, ya como hiperrealidad. Pero jamás como simulacro, pues el simulacro recupera la realidad. Es lo único real.

28. Cultura y simulacro es una gran poesía, una excelsa sinfonía que le da voz a la realidad para poner en crisis y divertirse un poco con la existencia al dejarla sin referentes. La realidad a veces también puede ser malévola; no gratuitamente ha sido soporte de las ilusiones de la existencia. Le hace creer a la existencia que ya no es y se le pone enfrente únicamente como signo de sí. Sólo es una broma, sólo sonríe un poco. Pero como la existencia siempre ha tomado todo en serio -inclusive así misma- en muy fácil de timar y con ello deviene en un nihilismo y esquizofrenia del fin de todos los Relatos.

29. La realidad ha sido electrocutada, ha hecho corto circuito a causa del terrorismo de la existencia sobre ella, la existencia siempre la ha tenido de rehén. La existencia es como un animal que se oculta en su madriguera para salir hambrienta a cazar y a matar. Siempre ha sido una depredadora. Se esconde en la religión, se encubre en la ciencia, se pierde en el lenguaje.

30. Finalmente: la realidad ha sido tecnificada y con ello asesinada. ¡Descanse en paz!

El siguiente enlace te permite ver y oír el infográfico respectivo.

https://youtu.be/rF8iNDHWsdc

https://youtu.be/LBzIXZ3v6bY


HEMOS DEJADO DE CAMINAR LA TIERRA

Con la instantaneidad de la información, ya no queda tiempo para la historia. El aburrimiento es como un zoom despiadado sobre la epidermis de tiempo.  El principio de mundialización de la información va en contra del principio universal de la solidaridad. Ello es así porque la Información se agota en sí misma y ella misma es su fin.

(Jean Baudrillard)

Ya no caminamos más la tierra 

los zapatos no desgastan la suela

los tenis arrumbados en la cómoda

los huaraches parecen una almohada

sólo las sandalias pasean el alma

digital y ligeramente en la pantalla

no hay variación alguna

hace tiempo que dejamos de pertenecer a la fertilidad de tierra.


Nos trasladamos de aquí para allá en autobuses

transitamos velozmente las calles en automóviles

cruzamos continentes en supersónicos aerobuses

orbitamos el planeta en estaciones espaciales

la vida se hospeda en el ciberespacio y en sus móviles

convertido en avatares y señales digitales vamos en pantallas

la lejana cercanía y la cercana lejanía son verdaderas, pero sólo en su falsedad

se desgranan los continentes y paisajes ante el vicio de la información.

El tiempo es continuo

redondo ocio sin contemplación

conectados siempre a una señal

ocupados en la red sin tiempo ni espacio

en espera de notificaciones y aplicaciones

preocupados en subir historias que no son historias

somos con el vació en estos tiempos de suspensión de todo lo esencial,

principal y fundamental de la vida, es decir, de todo lo arcaico y rupestre.

La profundidad y seriedad del hablar se ha vaciado de todo relato

por más poético que se pueda ser en la red ahí todo sentido se anula

nada ya de que hablar queda, salvo de la trivialidad y banalidad de las cosas,

el sensacionalismo, los procesos de personalización,

el consumo on line, los sucesos en tiempo real, la contigüidad de todo a la vez en todas partes o todo en todas partes al mismo tiempo le restan peso al pensamiento, extensión a la memoria, aroma a la historia y vitalidad a la vida.

Vació de ser y de verdad de la realidad en la velocidad de las imágenes que corren frente al paroxismo de nuestros sentidos. Las habilidades blandas nos hacen pertenecer a la fatalidad.

Los mapas satelitales y los gps trazan los rumbos

vamos de un aquí a un allá sin dejar jamás el aquí

surfeamos y navegamos en el grado cero del movimiento

virtuales: sin peso, sin aroma, sin cuerpo

inmateriales existimos

como la información en la nube.

En el tiempo computacional e informacional

Nos quita el sueño

nos retira el aliento

nos da comezón

la imaginación se apaga

el pensar se enfría

la memoria estalla

en conflicto las facultades se encuentran

cuando tenemos que

ponernos los zapatos

para caminar nuevamente la tierra

nos aterra salir al sol, pero,

más nos aterra quedarnos sin wifi, sin datos, sin

conectividad anual.

No queremos sentir la arena o el pasto en nuestros pies: deseamos lo satinado, lo refinado, lo depilado.

odiamos ser terrestres, repudiamos ser rupestres, cuando en realidad siempre lo fuimos y lo seguiremos siendo aun con el cpu en el corazón y el teclado en el pensamiento.

En el espacio saturado y por de exceso de sentido cabe preguntarnos:

¿En qué momento renunciamos a andar la tierra?

¿En qué, fase de la historia nos atamos al ritmo de la información?

¿Cómo fue que nos dejamos seducir y extorsionar por los dispositivos electrónicos de comunicación e información que publicitan cada una de nuestras sensaciones?

¿Por qué nos entregamos al plan de que el vivir consiste en estar siempre en on line?

¿Dónde quedo nuestra voluntad de libertad sin al margen de los dispositivos de información? Estas y otras interrogantes quizás encuentren respuestas en el horizonte arcaico y rupestre que el canal del Oráculo del pensamiento y la expresión te ofrece. No dudes en suscribirte. Hay que salvar al planeta y salvarnos todos antes de desaparecer o de ser engullidos por los señores del aire, dueños de la ciber Atlántida.


CÍNICOS DIGITALES: Influencers

Todo se trata de presentar un estilo de vida que la gente quiera
Imitar. En realidad, tratas de decirle a la gente: esta es mi vida y
si quieres ser como yo, debes seguirme.
Sarah Frier.

Los sistemas sociales al igual que los teoréticos, sean científicos, religiosos o filosóficos en cierto modo se comportan tanto como los ecosistemas y toda la complejidad de organismos y formas de vida que ahí se despliegan, generando sus propios mecanismos de producción, gestión, regulación, integración y expulsión bajo la tendencia de la autodefinición; aceptando y rechazando a aquellos elementos indeseables para su perfeccionamiento y en algún momento, neutralizando y finalmente haciendo desaparecer toda brizna de fuerza opositora. Es decir, parece que los sistemas, así en abstracto, tienen una lógica: rechazan, integran y recrean todo aquello que les es favorable. Tal es el caso del cinismo antiguo, ilustrado y contemporáneo.

Como es conocido por todos, los cínicos pertenecen a una escuela de pensamiento de la antigüedad del periodo helenístico que a grandes rasgos busca una vida conforme al orden de la naturaleza y de la razón, por supuesto, para lo cual es necesario renunciar a los falsos placeres que proporciona la sociedad embrutecida por las pasiones, por la sed de honores y riquezas, por la envidia y por el poder de mando y la adquisición de fama. El cínico antiguo es un auténtico sabio, es decir, un espíritu que nada necesita, que nada teme y que nada le perturba. Vive con lo indispensable, no necesita más que lo que la sabia naturaleza le proporciona. En suma, es un hombre libre u autárquico.

La posesión y la práctica de sencillos principios éticos, en general de razón práctica, convierten al cínico antiguo en un hombre crítico y verdaderamente sabio. Además, se mantenía en lo marginal y austeridad de la sociedad. Lo paradójico es que reyes y mendigos requerían de sus conocimiento y consejos que, por cierto, compartían desinteresadamente. Únicamente pedían que por favor no les taparan el sol. El sabio cínico se mantenía en pie de lucha contra el abuso del poder y las injusticias contra los ciudadanos. A lado del estoicismo, del epicureísmo, la figura del sabio cínico paso a la historia como una actitud fuerte, ruda, salvaje, crítica, provocativa y promotora de una vida feliz conforme a la naturaleza. Es cierto, eran figuras públicas recias, pero para nada requerían de las alabanzas y reflectores, como ustedes comprenderán. Huían de sus seguidores.

Las luces de la razón, la mayoría de edad de la humanidad, el progreso social, político e industrial, esto es la modernidad; poco después, el desarrollo técnico científico de la sociedad, las vanguardias artísticas y la época de la información, etc., provocaron una distorsión de las virtudes del cinismo auténtico dando lugar a un cinismo moderno o difuso, calificado así por Peter Sloterdijk, en su texto de Crítica de la razón cínica, en donde sostiene que este tipo de cinismo, es decir, el difuso, por extrañas razones adquirió un rasgo universal de aceptación, efectuando un giro de 360° con respecto al cinismo antiguo. Un cinismo elástico mirando al poder más como amigo que como al que hay que combatir.

A grandes rasgos, resulta que el cinismo moderno se presenta como aquel estado de la conciencia que asume que ya no existen verdades metafísicas y que, por tanto, ya no hay ideologías, ya no hay explotación, ya no hay ricos y pobres, ya no hay violencia. Que todos, en la sociedad democrática, son iguales; todos tienen acceso al trabajo, educación y salud. Que hay igualdad de géneros y de oportunidades, que ya no existen falsas verdades que desenmascarar. Que el Estado moderno representa la realización de la idea de libertad. O bien, que la historia se ha efectuado con el proyecto político, económico y filosófico de la modernidad.

  Para explicar mejor la idea anterior. El cinismo ilustrado o difuso es una cierta manera de pensamiento que sabe que los sueños u objetivos de la Razón moderna fracasaron. Que las promesas y utopías de la igualdad, liberta y fraternidad, al igual que el Progreso mismo y la Revolución no tuvieron jamás lugar, que, por alguna causa, llámesele capitalismo, razón instrumental, socialismo de Estado, etc., encontraron una condición de debilitamiento o de agotamiento y devinieron en una situación de pesimismo o nihilismo extremo. A decir de Sloterdijk, el cínico ilustrado es consciente o al menos tiene nociones de las contradicciones en las que devino el programa de la modernidad y cómo éste se diluyo en el discurso de la posmodernidad. O sea, son tipos que saben mover las piezas del ajedrez y nunca dan un paso sin huarache. Además, están en todas partes.

Siendo, así las cosas, entonces, el cínico ilustrado, que puede ser el científico, el filósofo, el artista, el intelectual, el poeta, que creció bajo los auspicios del proyecto ilustrado, al ver el fracaso del programa de la modernidad, en lugar de hacerle frente, se coloca o sitúa en la postura de fingir, aparentar o simular que la modernidad se efectúo a cabalidad o que se continúa viviendo la experiencia de la libertad. Es decir, el cínico ilustrado sabe jugar con las estrategias del poder.

 Pasaron, los cínicos ilustrados, por un proceso de formación o adquisición de una Bildung. Estuvieron en las universidades y/o politécnicos en donde se hicieron de uno o varios doctorados, desde chiquillos aprendieron a llenar formularios, bajar formatos de becas y hacerse de recursos para sus particulares líneas de investigación y formar un cuerpo académico a perpetuidad sin dejar de lado la creación de un auditorio, es decir, de simpatizantes y hasta seguidores. En resumen, el cínico ilustrado conoce bien el cielo y el infierno.

El cínico Ilustrado, de la noche a la mañana y por conveniencia de integración a la esfera del poder se convirtió en defensor de mentiras sostenidas como verdades, que, en efecto, ante los ojos de los que le aplauden pasan como grandes e innovadoras verdades. Y ellos, concebidos como procuradores de bienestar social, cuando en realidad piensan y actúan antidemocráticamente. Hay en ellos un doble pensar. Por eso son cínicos. En algún momento lo fueron los intelectuales de Estado y los investigadores encumbrados en los cubículos y laboratorios de las universidades, así como los editores, escritores, ensayistas y columnistas en prensa, radio y televisión. Todavía quedan muchos por ahí … más cínicos que nunca, ahora en páginas y sitios webs. Han sabidos hacer un gran negocio con los afectos y aspiraciones humanas. El modelo de negocios, a ellos, les sirve para todo. O más bien, no pueden ver la vida bajo otra manera que no sea la de los negocios.

Bueno, el asunto es que el cinismo moderno o difuso, en la actual sociedad del tiempo computacional e informacional ha encontrado un terreno fértil para crecer intensiva y expansivamente de modo natural. Este tipo de actitudes hoy en día son visibles y palpables en las áreas de la política, de la educación, de la comunicación y sobre todo de la publicidad y del mercado. Tales actitudes quedan encarnadas en los así denominados influencer, que son los que dirigen el tráfico de las preferencias y elecciones personales de los usuarios en redes sociales, pero también en todos los más media y a los que se puede calificar como cínicos contemporáneos.

Ya no son los padres, ni los hermanos mayores, ni los amigos, tampoco los profesores en los colegios ni muchos menos los curas o sacerdotes a los que antaño la población acudía en busca de un consejo, de una prescripción o de una orientación. Estas figuras tradicionales que preservaban, generaban y constituían las bases del paisaje de la convivencia social en una comunidad, al día de hoy, en la presente época del tiempo computacional e informacional han sido totalmente desplazadas y anquilosadas por esos personajes que viven en el espacio de las redes sociales y ofrecen sus servicios para ilustrar, enseñar o procurar los consejos necesarios para llegar a ser uno mismo. Como si supieran bien, que una de las heridas más graves del ser humano es el orgullo de pretender ser él mismo, ante lo cual, constantemente se fracasa. Pero para ello, precisamente están ellos. Los influencer.


Están ahí: ellas, ellos. De angélica presencia. Programados para aparecer con inocente sonrisa, ingenua mirada y acarameladas palabras. Los encontramos apenas nos conectamos a cualquier dispositivo de comunicación e información. Al abrir una plataforma para iniciar una búsqueda, entonces aparecen cordialmente ellos, como si los hubiéramos invocado e inmediatamente dicen hallarse en disposición para ser guías en las sugerencias de lo que andemos explorando en la red.

El influencer indaga sobre la falta de confianza en las personas. Sabe que la falta de confianza en uno mismo no es sólo el rasgo distintivo de una personalidad débil o neurótica, es el síntoma de un estado en el que las personas no dejan de fluctuar, como las cotizaciones de las materias primas en la Bolsa, al albur de los valores más o menos importantes que les atribuye la opinión, es decir, el tribunal más versátil. Un día al alza, un día a la baja. El influencer se da cuenta que de lo único que pueden estar seguras las personas es de la inestabilidad de su situación. Por eso, el influencer, es algo así como un pastiche de psicólogo, terapeuta, médico, sociólogo, gurú, chamán, santo, etc., y en ocasiones hasta filósofos. Diría Rodrigo González que los influencers "viajan con bandera de que saben mucho, que son más chidos que Marx y que el cristiano chucho".

El influencer, con sus conocimientos sobre mercadología, moda, publicidad, psicología, retórica, tendencias en las comunicaciones, etc., prescriben e influyen en las preferencias y hábitos de consumo del público. Una gran mayoría de usuarios de redes sociales sueña o aspira a ser influencer … Claro, el influencer contemporáneo también es un cínico, pero desilustrado. Si se puede decir, venido a menos. Pero, por eso mismo sumamente peligroso. Todavía 

El influencer, el cínico de hoy, desde luego ésta bien integrado al sistema y a la vez sirve como pantalla para simular que hay autonomía en las elecciones. Se exhibe en el espacio de las redes sociales como ejemplo de superación y realización personal. Aunque, en realidad, no tiene nexos morales con la comunidad. Las personas, cuyo perfil son de creador digital, como figuras públicas viven en sí, por sí y para sí mismas. Es cierto, los influencer forman parte de la vida diaria de las personas y sucesos en las redes sociales, pudiendo ser desde estrellas de la música o de la televisión hasta perfiles menos conocidos por el público genérico. Logran crear una gran comunidad de seguidores, a los cuales jamás saludarán de mano y verán a los ojos, gracias a sus habilidades de comunicación, aunque con escasa cultura y falta de profundidad de pensamiento. Representan un cinismo débil ligero, sin cuerpo y sin aroma, sin gusto, como todo lo que llevan encima.

Les vale, a los influencer, un pepino esos asuntos de la metafísica. Las cuestiones clásicas, fundamentales y esenciales del pensamiento filosófico no les inquieta para nada. La verdad, la bondad y la belleza, como saberes arcaicos de la humanidad apestan para ellos. Cómodamente evaden la crítica, se afirma en el poder. Se refugian en la ideología del emprendedurismo y de la exigencia de autorendimiento. Les tiene sin cuidado si el programa ilustrado con el cual crecieron probablemente sus abuelos y padres ha fracasado. Buscan en cierto modo, en lo cotidiano y, por medio de nuevas estrategias, el ideal mundano de la autonomía individual ahora encarnados en procesos de personalización. El influencer, como el resto de la población, en realidad no es libre, autónomo, aunque crea que sí. Vive bajo la ilusión de que él es quien decide sobre su rumbo y ser en el mundo. Aunque lo sabe, más no lo quiere ver: sus seguidores lo tienen secuestrado.

Por ejemplo, el Influencer sabe que para sobrevivir o para elevar el "rating" o el número de seguidores tiene que simular ser ingenioso, brillante y de tener un amor inmenso por los desprotegidos, por los marginados, por los damnificados, por la ecología, etc. El influencer, el cínico de hoy, se afirma a través de un doble pensar, de un doble lenguaje e incluso, de ser necesario, puede fingirse como un tonto y carente de trabajo y, al mismo tiempo, tener todo el éxito del mundo. Todos los aplausos y "me gusta" de sus suscriptores. Sin importar en que en una caricatura ha quedado convertido.

El influencer con todo descaro o falta de verguenza se presenta como un sujeto maduro. Denuncia las relaciones autoritarias y, simultáneamente exige acrecentar las opciones privadas y a privilegiar la diversidad. Todo se realiza en una fría estetización y acción comunicativa. De esta manera, la vida cotidiana, el mundo de la vida, la sexualidad, la salud, el deporte, la higiene, la caridad, hasta hace poco encerradas en costumbres tradicionales y disciplinas autoritarias, el influencer o el cínico contemporáneo los convierte en un reclamo o bandera de lucha para las libertades individuales, hedonistas y espontaneas. Aunque, bien vistas las cosas, el influencer, sabe que su supuesta madurez es solamente el refugió de su infantilismo e incluso de su lugar como víctima.


El influencer no va más allá de una manera hipócrita de pretender vivir lo que se dice y se ajusta a cada instante a los ideales que la ética de "moda" propone. En una cultura en la que los idealismos endurecidos convierten las mentiras en forma de vida, el proceso de la verdad depende de sí hay personas que sean suficientemente desvergonzadas para vociferar la verdad. Los influencers cumplen con este perfil de una manera perfecta en la definición contemporánea del cinismo. Y es evidente que para una mentalidad tal nada es falso, ni verdadero, sino funcional. Más allá del bien y del mal, dirían ellos.

Así como se conquistan nuevos mercados, igualmente se generan nuevos consumidores, tácticas, estrategias y modelos de venta. Empresarios, compañías multinacionales, etc., recomiendan vender a la mente y no a la gente, para lo cual hay que conquistar al consumidor en su nivel límbico o centro de emocionalidad, sentimentalidad y afectividad. Algo así como un cerebro corazón. Origen de la solidaridad y de la vida emocional. Los influencers, entonces, aquí, se hacen imprescindibles. Antes se decía mano de obra, es decir, insumos a los que hay que explotar. Son la forma del nuevo proletariado. O tal vez peor, pues carecen de conciencia política y de voluntad para la organización.

Desde hace años, las empresas han empezado a tratar con especial cariño a estas personas, conscientes del poder que tienen sobre su audiencia, cerrando acuerdos comerciales por cifras millonarias. Además, los influencers adquieren cada vez más importancia en las estrategias de marketing de las empresas. Y es que su influencia en el mercado crea nicho de oportunidad. Lo que opera aquí es la eficacia de las estrategias de exhortación o de convencimiento dirigida a la mente o cerebro límbico de la gente. Imaginen una ética montada sobre la base de lo funcional y de lo emocional. Tal y como lo efectúa el mercado. Es decir, se valora las acciones en tanto la utilidad y la rentabilidad. Es obvio que aquí los aspectos teóricos quedan subordinados al interés de la eficacia.

Entonces ¿Qué hacer? ¿Se debe aceptar, como en su momento lo hizo el cinismo ilustrado y ahora en parte el cinismo contemporáneo, objetivado en el papel y función de los influencers digitales, que estamos ante el fin del pensamiento crítico? ¿Se debe permanecer en la indiferencia sin denunciar que la mayoría de edad promovida por los cínicos de hoy se revela como un simulacro o apariencias del éxito inmediato y personal? ¿Cómo pueden ser combatidos tanto el cinismo ilustrado como el contemporáneo? ¿Acaso con más cinismo? ¡Exacto!, pero con un cinismo auténtico, como el cinismo antiguo. Hay que rememorar al cinismo antiguo.

Se sabe que la auténtica virtud es vivir conforme a la naturaleza, según el ideal de la autarquía o carencia de necesidades o autosuficiencia, de inspiración socrática, pero entendida en un sentido individualista y a diferencia de Sócrates -antiintelectualistas- los cínicos más que forjar un sistema o una doctrina, forjaron ejemplos de comportamiento: la virtud para ellos no es un saber, sino una forma de conducta o modo de vida. El cínico antiguo prefiere una vida natural y sencilla antes que participar en el boato de una sociedad que se le aparece como inauténtica y en una cultura alienante, por lo que adoptan un estilo de vida chocante y provocador. De este modo prefiere el modelo de una vida salvaje antes que el de una vida sometida a las reglas de un rebaño ordenado pero embrutecedor.



Carlos García Gual (García Gual, Carlos. Historia de la Filosofía antigua. Editorial Trotta, p. 205). hace recordar que el sabio cínico busca sólo la virtud y no desea los bienes ni los placeres, libre de todo y de todos, desprecia las normas usuales de conducta social e importuna a los demás provocándolos con la absoluta franqueza. La sabiduría del cínico antiguo, reside en reconocer el hecho de que no se tiene precisamente una teoría para las cosas decisivas de la vida y enseña el atrevimiento de aceptar la existencia lúcida, lúdica y alegre. Pero también es la coexistencia que perturba, el remordimiento de la conciencia de toda autocomplacencia dominante y la plaga de todo estrechamiento moral. Sin duda hay aquí un pensamiento fuerte, franco, simple, sencillo, es decir, arcaico, pero también altamente crítico. No esconde nada, no oculta dobleces como el cinismo ilustrado y tampoco es ligero, ambiguo y ambivalente e incluso infantil como el cinismo contemporáneo, lo sepan o no, reproducen los influencers.

La figura del cínico antiguo se revela como la de un tipo salvaje, ingenioso, astuto, improvisador, quien considera que la cultura y la sociedad, la civilización ofrecen tensiones y seducciones confortables para atraer a los hombres al servicio de sus fines: ideales, promesas, esperanza de inmortalidad, metas de ambición, posiciones de poder, artes, riqueza, honores, fama. Desde un punto nihilista, todo esto son compensaciones por las que Diógenes (el perro) no se deja seducir y no se deja arrebatar su libertad y su placer de vivir. En cierto modo los marginados, los hippies, los punks, son salvajes urbanos que, como Diógenes, representan un estilo de época, una forma de vida. Literalmente cagándose en las normas, se desligan de ataduras sociales, rechazan las reglas y los patrones generales de comportamiento.

Bajo la óptica del cínico antiguo existe un amoralismo en cuanto al poder, ver y decir todo. La vida no es un objeto, sino un "viaje", un ensayo práctico, como decía Rockdrigo, "un rock en vivo", un proyecto de existencia, cuyos ojos se atreven a mirar libre de toda moral a las cosas mismas. Una individualidad de tal calidad se afirma en la temporalidad del ocio frente al tiempo productivo, laboral. Temporalidad a contratiempo, como el jazz, el reggae, ante el frenético ritmo laboral de la fábrica, de la oficina, de la escuela, de la ciudad. Esa temporalidad donde hay que cerrar los ojos y dejar que cante el silencio para escapar a la mirada del Gran Hermano o de la telepantalla que no podrá evitar que se cometan crímenes del pensamiento, ni que se razone en un lenguaje más allá de la neolengua.

El ejemplo palpable es el lenguaje de los "chats", la reducción de los conceptos a tan solo "emoticones" o "íconos" que literalmente sustituyen las emociones y los sentimientos al igual que los pensamientos. ¿No es acaso esto un álgebra del lenguaje, luego entonces del pensamiento y de la acción propios de una razón que no da razones? ¿No existe, acaso, también aquí algo o mucho de cinismo ilustrado, es decir, sensaciones, emociones y pensamientos a tan sólo tres o cuatro letras o símbolos? La neolengua es una manera de reducción de la realidad a un lenguaje funcionalista que no guarde conexión con el pasado y con la profundidad del pensamiento y del mundo.

En cambio, el lenguaje del cinismo antiguo, tanto por su pensar natural, franco, directo y crítico representa la mirada que descubre lo inconmensurable y el absurdo del mundo para alcanzar y penetrar la carencia de la finalidad de la existencia. La existencia, entonces, no tiene que buscar nada. En cambio, ahí donde el cinismo Ilustrado gobierna, se va a la búsqueda de todo menos de la existencia. Esto significa una despedida del espíritu metafísico y supone una mirada clarividente en la creencia original de fines por parte de la vida. La herencia de Diógenes culmina en el nihilismo que da la espalda a los grandes objetivos metafísicos. Un paso que el Cínico Ilustrado y el influencer, es decir, el cínico de nuestros días no se atreve a dar. Jamás harán a un lado la cobija y privilegios del poder.

Todo es como es. No hay nada que decir. Diógenes, sin decir palabras, está sentado al sol. A plena luz del día y con candil en mano, busca al hombre, o bien tirado sobre los empedrados de los escalones del mercado, observa cómo los hombres corren tras sus ocupaciones. Todos tienen prisa sin ir a algún lado, todos pretextan algo que hacer sin hacer nada. La mirada del cínico original se comprende como la penetración óptica de una apariencia ridícula y vacía, que desea poner a la sociedad frente a un espejo natural, en el que los hombres se reconocieran sin tapujos ni máscaras. La mirada cínica antigua se dirige a lo desnudo: pretende reconocer lo hechos crudos, animales y sencillos que tan gustosamente desprecian los amantes del poder. Su mirada penetra la cotidianidad, lo que se considera sin importancia, se fija en todo, aún en lo insignificante, aún en aquello de lo que no se puede hablar. Diógenes pensaría que precisamente hay que conversar de aquello que no se puede hablar.

Para el cínico antiguo la verdad es apertura. Se coloca en el umbral oscilante del claroscuro de una realidad que es solamente proceso y que se manifiesta como diálogo, como acción, como interpretación que se teje y desteje en cada mirada, en cada carcajada, en cada ejemplo, en cada Chria y en cada Diatriba. La Chria y la Diatribia son los géneros propios de los cínicos, expresiones en las que medio en serio, medio en broma, siempre hay una crítica mordaz de los valores establecidos. (Cfr. García Gual, Carlos. Historia de la de la filosofía antigua, p. 208) Es probable que el cínico antiguo sea o tenga más madurez que el cínico Ilustrado, que a sabiendas que no existe la verdad universal, no se atreven a desarraigarse de esa ilusión y que con sus actitudes solo refuerzan su infantilismo y su inmadurez perpetua, para el caso del cinismo contemporáneo del influencer, y que mantienen a condición de estar "mamando", de estar "chupando" todo el día información.

No pierdan de vista que al cínico de hoy, o sea, al influencer, lo caracteriza el dominio de competencias blandas, es decir, todas aquellas que tienen que ver con el conocimiento de las emociones y el manejo de tecnologías de la comunicación e información para convencer a nuevos y constantes seguidores de que, para ser triunfadores o exitosos en la vida, antes de vender su fuerza de trabajo en el mercado, antes de cualquier dificultad social y política, cada cual tiene que empezar por venderse como persona para ser aceptada, para conquistar un lugar que nadie les reconoce en un mundo que no les pertenece. Hábiles consejeros de la apariencia e imagen son. Se desempeñan al igual que Grima el consejero y hechicero de Theoden, Rey de Édora, capital de Rohan, en la película de Las dos torres de la trilogía del Señor de los Anillos. Grima, mejor conocido "Lengua de serpiente" le ha quitado la voluntad a Theoden, el rey, y lo puede manipular fácilmente; caso similar de los influencer sobre sus seguidores. Finalmente, Grima, será sacado a patadas por Gandalf, el blanco, y rescatará a Tehoden de los hechizos que lo mantenían sin conciencia. Un triunfo del bien sobre el mal, de la verdad sobre la falsedad, de Gandalf sobre Saruman.

No dejen de suscribirte al Canal del Oráculo del pensamiento y la expresión. Verán que el cínico auténtico, tanto como el poeta rupestre en un régimen de vida dialógica y no en un álgebra de la acción al estilo del tiempo computacional e informacional, tienen el deber de mejorar la conducta de los demás hombres dando ejemplos con su comportamiento y recriminando con libertad y valentía todos los vicios de la sociedad y las injusticias de los poderosos. Diógenes a plena luz del día y lámpara en vano se dedicaba a buscar al "hombre". El influencer, no importa si es de día o de noche, celular y cámara en mano busca seguidores. Por cierto: ¡tendrán algún consejo para aumentar seguidores en este canal … pues no damos una sobre ese asunto!

Tal vez, figuras como la de los poetas arcaicos griegos y los cantantes rupestres de hoy, logren el contraste necesario para evidenciar que los influencer en realidad son adultos muy pequeños, es decir, enfermos de infantilismo e integrados plenamente al sistema. No dejen de observar que el poder y la estructura comunicacional e informacional ponen al alcance las técnicas, metodologías, sistemas, dispositivos, herramientas y aparatos, discursivos y operativos para que todos seamos influencer. O sea, en realidad ser un influencer es algo simple y sin chiste. Lo verdaderamente difícil y a la vez peligroso al día de hoy es ser auténticos cínicos. Como lo son, sin duda, varios rupestres que todavía por ahí andan, incluso en las redes sociales dando lata y promoviendo la resistencia cultural para una mejor sociedad.

BIBLIOGRAFIA:

Qué es ilustración. Compilación de ensayos. Trad. De Romagosa José. Técnos. España, 1999.

Sloterdijk, Peter, Crítica de la razón cínica. Tauros. Madrid, 1989, vol 1.

Espacios, revista del centro del centro de investigaciones filosóficas e instituto de ciencias de la Universidad Autónoma de Puebla. No. 7. Puebla, Méx.

Max Horkheimer y T. W. Adorno. Dialéctica de la ilustración. Edit, Sur. Buenos aires, Arg, 1978

Lewis, Peter. George Orwel el camino a "1984". Edt. nuevo Arte Thor, Barcelona, 1984.

R. Brabury. Fahrenheit 451. Plaza y Janés, México, d.f, 2005.

Baudrillard, Jean. Las estrategias fatales. Anagrama. Barcelona, 1997.

García Gual, Carlos. Historia de la Filosofía antigua. Editorial Trotta.

Glucksmann, André. Cinismo y pasión. Anagrama, Barcelona, 1982.

García Gual, Carlos. Historia de la Filosofía antigua. Editorial Trotta, p. 205.

El Ethos de la Razón Moderna

"Es posible llegar a conocimientos muy útiles para la vida y que, en lugar de la filosofía especulativa, enseñada en las escuelas, es posible encontrar una práctica, por medio de la cual, conociendo las fuerzas y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de todos los demás cuerpos que nos rodean, tan distintamente como los oficios varios de nuestros artesanos, podríamos aprovecharlas del mismo modo, en todos los usos a que sean propias y de esa suerte hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza".  (Descartes, René. Discurso del método.).
  • Se dice que el carácter está constituido por un conjunto de rasgos o características que dan forma al modo de ser de una persona o comunidad. En la Grecia clásica se empleaba el término de ethos para significar el temperamento o modo de ser de los individuos; costumbre y hábito, eran otras acepciones que también identificaban el carácter de una persona. Aquí, haremos uso de este término de ethos para determinar los rasgos fundamentales, esenciales o principales de la razón moderna. Es decir, estaremos haciendo referencia al ethos de la razón que se desarrolló a lo largo de la sociedad moderna en la que son consustanciales el horizonte instrumental y el estratégico de la razón. Siempre ha sido un dilema: ¿es la razón la que provoca la modernidad, o bien; es la modernidad la que da forma a la razón moderna?

  • De manera general la razón moderna es asumida como facultad cognitiva por la cual la percepción se estructura para representar el mundo en base al reconocimiento de principios generales de la realidad derivados de la experiencia y la confrontación con esquemas mentales o formas abstractas. La modernidad se ha entendido como un programa general cuyo objetivo básico es la conquista de la naturaleza y realizar de manera efectiva el establecimiento de la sociedad humana a través del orden de la razón. Todo programa está organizado a base de proyectos; por ejemplo, la ilustración y la revolución industrial son dos proyectos del programa de la modernidad, pero, ambos, programa y proyectos no hubieran sido posibles sin el tipo de razón que los animo y empujó a realizarse. Entonces, importante es poner a la vista los rasgos, en otras palabras, el ethos de la razón moderna.

  • Un doble rasgo identifica a la razón moderna, por un lado; lo epistemológico y por otro; lo político. El primero puede ser calificado como instrumental, y el segundo, como estratégico. Por el lado de lo instrumental quedan agrupadas todas aquellas ideas y teorías respecto a las posibilidades y límites de la razón, así, como al origen, naturaleza y fuentes del conocimiento, esto es, racionalismos y empirismos e incluso empiriocriticismo que tienen lugar en el escenario, sobre todo, de la primera modernidad. Por el lado de lo estratégico, están todos los discursos, estrategias, dispositivos e instrumentos prácticos de justificación y legitimación de las reglas de verdad que la sociedad a través de las instituciones pone en marcha a fin de perpetuar las ideas dominantes sobre la verdad, el bien y la belleza. Aspectos de índole político o estrategias de poder. La razón moderna y la modernidad entrelazan el rasgo u horizonte instrumental o epistémico con el rasgo u horizonte estratégico y político, desde luego, bajo la mirada de la autoconciencia.

  • Si en la edad clásica griega la ciencia, entendida como saber general y total de la vida tenía como propósito fundamental la generación de conjuntos de "nociones" para la comprensión de los fenómenos naturales y la conducta social humana, la edad moderna inaugura la apropiación sistemática, planificada y controlada de la naturaleza, echando mano, además, de un nuevo "estilo" de pensar y hacer las cosas que conjuga lo racional y lo empírico, la deducción con la inducción, la observación y la experimentación bajo la impronta de una metodología de alcance universal. Todo esto, acumulado en la naturaleza del ethos de la razón moderna. Lo mismo en su discurso.

  • Antes del ethos de la razón moderna lo que tenía lugar digamos era una forma de indagar el mundo que en muchos casos se quedaba en la apreciación del sentido común, por tanto, sin llegar jamás a la aprehensión real del mundo mediante la universalidad del "concepto": trabajo fundamental del espíritu. Antes del enlace de lo instrumental con lo estratégico, era como si el hombre preguntara sobre diversas cuestiones, evidentemente fundamentales, pero de una manera amateur, es decir, no profesional. El ethos de la razón clásica en la antigüedad griega no estaba orientado hacia la interrogación clara y distinta de la naturaleza a fin de controlarla. El corazón del ethos de la razón moderna es la apropiación, para lo cual era preciso abandonar las formas impropias de interrogación y dejar de indagar el mundo por amor a la verdad.

  • Hegel tienen muy claro la cuestión anterior. Ha dejado establecido, en el prólogo de la Fenomenología del espíritu, que: La verdadera figura en que existe la verdad, no puede ser sino el sistema científico de ella. Contribuir a que la filosofía se aproxime a la forma de la ciencia -a la meta en que pueda dejar de llamarse amor por el saber para llegar a ser saber real: he ahí lo que yo me propongo. (...) el demostrar que ha llegado la hora en que la filosofía se eleve al plano de la ciencia... (1). Trabajando de dentro hacia afuera, una vez encontrado la autocerteza de la razón, es como se abandonan todos los modos de interrogación especulativos y sin incremento de las verdades.

  • Para alcanzar el sistema científico de la verdad fue preciso que la práctica teórica, en su sentido más general: la especulación filosófica sobre el mundo natural, girara hacia la concreción en hechos reales, útiles, funcionales y eficaces del pensamiento y de la cohesión de lo social. O como lo ha señalado Max Horkheimer: lo que importa ahora - "no es la satisfacción de lo que los hombres llaman verdad, sino la operation. El procedimiento eficaz: el "verdadero fin y tarea de la Ciencia" reside no en discursos plausibles, edificantes, dignos de o llenos de efectos, o en supuestos argumentos evidentes, sino en el empeño y en el trabajo, y en el mejor descubrimiento de detalles antes desconocidos para un mejor equipamiento y ayuda de la vida (2). Sólo hasta la modernidad es posible considerar a las prácticas discursivas ya no como un simple aspecto lingüístico, sino como un juego estratégico de legitimación de concepciones de mundo.
  • Por ello volvemos a Hegel. dice él -"la ciencia tiene que liberarse de esta apariencia, y sólo puede hacerlo volviéndose en contra de ella", En efecto - continua Hegel -"la ciencia no puede rechazar un saber no verdadero sin más que considerarlo como un punto de vista vulgar de las cosas y asegurando que ella es un conocimiento completamente distinto (racional) y que aquél saber (irracional, mágico, mítico religioso, etc.) no es para ella absolutamente nada, ni puede tampoco remitirse al barruto de un saber mejor que el mismo" (3).






  • Por lo anterior se entiende que durante la modernidad el discurso sobre la verdad científica será también un recurso o medio eficaz para liberar a las mentes de "prejuicios", de "ídolos" y "nociones falsas" que como fuente de engaño y error impedían la explicación de que el mundo es obra y producto del trabajo humano (4). Es decir, cuando el carácter epistemológico y el político del discurso sobre la verdad se conjugan, entonces, el resultado es un programa empresarial que debe marchar con paso firme hacia el progreso planetario, principalmente de índole científico técnico. Un gran optimismo y positivismo acompañaban al ethos de la razón moderna, por lo que, entonces, un discurso sobre la verdad se convierte ahora también en un discurso sobre y del poder.

Los formuladores del Ethos de la razón moderna

  • Por supuesto, toda elaboración teórica sobre el hombre, mundo y Dios tiene participantes que con su intervención afinan la dirección o rumbo del discurso sobre la verdad. En el caso del ethos de la razón moderna, será Francis Bacón, Galileo Galie y René Descartes, entre varios otros, quienes con su crítica a la racionalidad edificada sobre las bases del respeto a la "autoridad y tradición" e incapaz de avanzar más allá de la deducción, serán quienes formulen el "nuevo" ethos que sistemática y metódicamente procederá, a interrogar de por qué y cómo va el cielo. La inducción ahora será la vereda a seguir por la regla y el compás.

  • Se puede indicar que el ethos de la razón moderna tiene una preocupación básica: encontrar la estructura de verificación práctica de la teoría, la especulación y la reflexión general. Tal estructura será la tecnología (5). Pero, además, era requisito para ello formular un método de alcance universal por el cual el sistema científico de la verdad quedara vinculado con la tecnología, y también por el cual pudiera sustituirse la mera habilidad personal del investigador, gracias al cual puedan descubrirse y no sólo demostrarse verdades. De esta manera, la lucha por el establecimiento de un nuevo método acarrea de suyo la lucha contra la lógica Aristótelica-escolástica y, contra su forma de prueba clásica: el silogismo (6).

  • Ver un problema, analizar, reintegrar (sintetizar) el conjunto y adoptar la solución más económica será de hecho la metodología que alimentará las acciones teóricas y prácticas del pensamiento moderno que aparece junto con la sociedad capitalista. El ethos de la razón moderna con su novedosa noción de "objetividad" (7) comenzará a imponer la idea de que el futuro de la humanidad ha de ser una marcha constante hacia la automación...

  • Tres son los métodos que se establecen o formulan en la modernidad y que, en conjunto, reflejan el carácter instrumental y estratégico de la razón moderna, cuya peculiaridad generará una acción tecnológica sobre la naturaleza. Según Adolfo Sánchez Vázquez, - "la acción tecnológica se basa en un doble momento, un momento cognitivo y un momento teleológico. Lo racional de ambos es la característica común. Y lo raciona, para el Ethos de la razón moderna, no cosiste en otra cosa si no en la unidad entre el rasgo epistémico y político de la acción cognitiva. Dicha unidad suele denominarse como acción tecnológica. Nunca antes la razón había alcanzado algo así, porque tampoco habían existido las condiciones materiales que el modo de producción manofacturero ofrece.

  • Cuando la acción real se ajusta a los fines que se quieren materializar en ella y que, por tanto, deben prescindir sus modalidades; una acción que no se ajuste a sus fines no es racional" (8). Así entonces, es el carácter de la racionalidad moderna la que esencialmente procura la unidad entre ciencia y tecnología. ¿Pero qué tipo de racionalidad?, instrumental por supuesto. -"Tecnológicamente - dice Sánchez Vázquez - una acción real es racional sólo si cumple este fin: la eficacia. En este sentido es legítima llamarla instrumental (9) y decir racionalidad instrumental en la modernidad equivale a decir: control y dominio de la naturaleza; planificación y administración de la vida social. (10).

  • El ethos de razón moderna se construye sobre la prueba del método Baconiano, que postula el desarrollo de la inducción científica; el Galileano que matematiza la observación y la experimentación, y el Cartesiano; que desarrolla, a partir de la duda metódica, el examen de los problemas mediante el uso sistemático del análisis y la síntesis. Estos métodos son en conjunto la unidad orgánica y sustantiva que dan reglamentación a la racionalidad moderna, cuya naturaleza sitúa al hombre moderno en el nivel de la tecnología. Nivel-momento en que esencia y apariencia coinciden, realizando el sueño del programa de la sociedad moderna: acabar de convertir al hombre en "amo y señor" de la naturaleza (11). La investigación exige que el saber se efectúe bajo un proceso sistematizado de la razón, sólo en ese momento pueden ser guardadas las dudas sobre el mundo, no antes.

  • Bacon requiere un método que permita el descubrimiento de verdades universales y, ese método sólo puede ser el de la verdadera inducción. El acento puesto por Bacon en la necesidad de la observación y la experimentación, en la necesidad de elevar los juicios por encima del nivel inmediato de la percepción, hacen de él el fundador de la inducción científica (12). A demás Bacon es el filósofo de la técnica y el que también delinea el comportamiento de la futura sociedad programada y administrada tecnocraticamente (13). Bacon, en primer lugar, tiene que hacer una crítica a los errores en que los hábitos, costumbres y tradiciones, más la naturaleza limitada de los sentidos, así como las doctrinas de las ideas y malos usos del lenguaje han mantenido a la humanidad sometida a los prejuicios y oscuridad de la mente. Es necesario restaurar la naturaleza de las vías para alcanzar conocimientos verdaderos y obviamente universales.

  • Los planteamientos de Galileo postulan los elementos del experimento científico: elaboración de una hipótesis previa; constitución de condiciones, a fin de que el fenómeno a estudiar se aísle de variables que lo perturben; la puesta en práctica de una acción, o sea la necesidad de participar en el curso del fenómeno para modificarlo de acuerdo con un plan previamente trazado, por último, la conclusión que se desecha, corrige o confirma la hipótesis de la que se avanzó. 

  • Además, Galileo es el primero que establece el principio de interrogar a la naturaleza mediante un instrumento universal, el de las matemáticas. - Según Galileo - "el libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas (que) sin entender (a) los cuales nos movemos vanamente en un oscuro laberinto", esto apunta H. Butterfield, en Los orígenes de la ciencia moderna (16). La matemática y la geometría serán las ciencias paradigmáticas de este periodo. Galileo señala la necesidad de leer el gran libro de la naturaleza en sus caracteres propiamente esenciales. Galileo, lo mismo que anteriormente Bacon y luego Descartes, se refiere a un mundo desocultado, develado, desmistificado y desmiltologizado, todo lo que es posible, en tanto la racionalidad que ha formulado ésta, basada en el principio que ahí se impone: el principio del cálculo. Y este principio funciona en base a la división o fragmentación del todo, a la resta y a la suma de las partes del todo y nuevamente a la integración del todo. Tal y como lo confirmará Descartes, padre del racionalismo moderno.

  • Finalmente, Descartes al igual que Bacon, se propone fundamentar un método que tiene por premisa la idea de una naturaleza humana que se modifica por las circunstancias. Descartes supone que todos los hombres poseen en la misma medida el "buen sentido", la razón o "luz natural" (19) y que lo decisivo es dirigir correctamente el pensamiento. Descartes quiere un método que conduzca por el camino correcto aún a los que caminan con lentitud. Este método se apoya en dos principios básicos: "Todo enunciado, todo juicio, todo fenómeno ésta compuesto de partes simples, lo que corresponde, entonces, es descomponer lo complejo hasta encontrar las partes simples que lo constituyen, una vez realizado el análisis o descomposición de lo complejo, cabe emprender el camino inverso: sintetizar lo que antes se ha dividido y analizado" (20).







  • Puede derivarse de lo anterior, que Descartes piensa en un método que simplifique el proceso de descubrimiento de nuevas verdades, de la misma manera que el proceso de producción manufacturera, emplea la división como instrumento de simplificación y rendimiento al máximo de la producción o bien la división del proceso productivo en sus partes más simples (21). Al igual que Bacon quiere un mundo sin prejuicios ni ídolos. Descartes pide a los lectores abran la atención de su mente al mundo de lo "evidente".

  • "No admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; esto es, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios, nada más lo que se representa tan clara y distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda" (22). Regla de la evidencia de la cual Descartes parte para todo conocimiento. Como en el caso de Galileo, la verdadera inducción, las cualidades primarias y la evidencia para Descartes detallan el carácter instrumental de la razón y de la sociedad moderna. Pr lo que, todo aquello que parezca sospechoso o dubitativo tendrá que ser descalificado.

  • "El verdadero camino no es llano, tiene bajadas y subidas: sube primero a las leyes generales baja en seguida a la práctica" (23). "Dividir cada una de las dificultades que examinare, en cuantas partes fuera posible y en cuantos requiriese su mejor solución" (24). El análisis es el segundo principio por el cual la racionalidad instrumental se procura la apropiación del mundo. La reconstrucción (del todo dividido) se restablece a través de la inducción y la síntesis.

  • Son estas reglas los principios de una ciencia mecanicista y calculistica por las cuales la modernidad posibilito que el hombre se colocará frente al mundo, de igual modo que un pez en el agua. El mundo por obra de la razón instrumental fue entregando en su totalidad como la "gran" casa del hombre moderno, donde este se mueve con plena libertad y todo aquello que pueda resistirse al control instrumental (si es que aún queda algo) es descalificado o simplemente no existe, o en todo caso es objeto de la metafísica.

  • El carácter epistémico y político de la razón moderna no reconoce ningún estrato, ninguna otra realidad que este más allá de su alcance. Todo acontece dentro de un previo plan, dentro de una idea reguladora cuy preocupación básica es la de adelantarse al acontecer para estar en posibilidades de ejercer un control racional. Tenía necesidad la modernidad de una teoría del conocimiento que expresará, que previera y, controlase los tiempos, las velocidades y las distancias. Le era indispensable y urgente al hombre moderno entender de manera total y unificada el "nuevo mundo" y al mismo tiempo traducirlo en forma simple.

  • La razón moderna, mediante su ethos instrumental y estratégico al mismo tiempo producía sus límites y dictaba sus reglas de verdad y de error. Además, no hay que olvidar que si algo da coherencia al pensamiento moderno sin duda es la unidad existente entre saber y poder. Es decir, la dimensión epistémico y política de la verdad, en otras palabras, el uso instrumental y estratégico que el pensamiento moderno hará de la verdad para dominar y controlar tanto a lo "natural" como a lo "social". Saber es poder, afirmaba Bacon. El ethos de la razón moderna garantizaba la apropiación efectiva de la naturaleza y al mismo tiempo dictaba políticas de desarrollo de las instituciones mediante las cuales se controlaba el crecimiento y comportamiento de la sociedad.

  • Estratégicamente la racionalidad moderna ha dado origen a un mundo de mecanismos e instrumentos donde el hombre se mueve empujado por un comportamiento también instrumental, una conducta práctica exigida por una realidad ya hecha y dada. La modernidad ha logrado la transposición subjetiva del hombre a la objetividad del mundo. Es decir, la subjetividad queda afirmada por el sistema de relaciones objetivas trazadas pro el pensamiento instrumental que planea y planifica el acontecer histórico.

  • Ni de los fenómenos naturales, ni de los procesos sociales, la razón moderna, toma nada a la ligera y de manera inmediata algún dato, sino que hasta que haya ocasión de sospecha alguna. Inspección que no puede extralimitarse de las propias fronteras impuestas por sí misma. El peligro está, en que la razón moderna con su poder instrumental y estratégico se autocomplace, perdiendo su capacidad de crítica negativa para revolucionarse a sí misma e ir más allá de sus imperativos. Asunto que será evaluado, decodificado y criticado fuertemente por los hegelianos de izquierda o posteriormente por la Teoría crítica.

  • Con las luces y las libertades también vienen las represiones y la oscuridad. Desde la lectura de la Teoría Critica, es un hecho que la razón moderna no logra entender que sus triunfos durante toda la historia de su proceso desembocan en la presente marcha del acontecer mundializado y globalizado, en el terror más sombrío e incierto que se pueda haber obtenido de un progreso basado en la racionalización de la naturaleza y de las formas sociales de vida.

  • Después de la conquista real del mundo por obra de la razón moderna concretada en la tecnología, una sombra de terror invade la vida privada tan violentamente como un huracán que desborda ríos y desbasta montes, que hace temer por el futuro de la humanidad ante las fuerzas de la naturaleza puestas en libertad. Hoy el hombre (postmoderno) padece los logros de la modernidad. Vive, el individuo contemporáneo acosado por el miedo y terror constante, no debido al desconocimiento sino por el vasto y cada vez más amplio conocimiento y control de la naturaleza. Pues precisamente es el tipo y modo de control lo que causa mayor miedo que las propias energías de la materia.

  • Para decirlo con Eduardo Nicol, -"Efectivamente el futuro de la humanidad esta, en peligro, y ese peligro no viene del auge de la técnica, sino de la tecnificación de la vida entera, en tanto tecnificación significa predominio de la búsqueda totalitaria de la utilidad y puesto que la técnica es una profesión utilitaria el peligro crece". (25). Pese a tal advertencia la razón vive embrujada por su propio encanto y carácter epistemológico y político, o bien por su poder instrumental y estratégico. Al término de la utopía la razón sitúa a la humanidad en una época tecnificada donde todo lo racional es irracional y todo lo irracional es racional.

Con lo afirmado anteriormente se ha querido señalar que las intervenciones de Bacon, Galileo y Descartes fueron decisivas en la formación del ethos de la razón moderna para que el programa de la modernidad se llevará a cabo: acceder al conocimiento detallado del mundo por vía de la ciencia. La ciencia como una producción humana ya no dedicada a descifrar misterios y verdades que no pueden ser empíricamente demostradas y que no permiten la conquista real del mundo. No olvides, suscribirte al Canal del Oráculo del pensamiento y la expresión. No importa si de la teoría crítica eres partidario o de plano ya eres posmoderno y te viene guangos los aspectos positivos del ethos de la razón moderna, que, en otro momento, veremos en realidad su verdadero rostro y revisaremos sus mecanismos de justificación y legitimación.

Notas.

(1). Hegel, G.W.F. Fenomenología del Espíritu. p.9. 

(2). Horkheimer, M.-Adorno, T.W. Dialéctica del Iluminismo. P. 47

(3) Hegel W.F. Op. Cit. p.53.

(4). "El tipo de discurso filosófico elaborado en el mundo clásico presupone, según Bacon, la superioridad de la contemplación si se le compara con el obrar, la superioridad de la resignación frente a la naturaleza sobre la conquista de la naturaleza, el anteponer la reflexión y la búsqueda de interioridad a la investigación que mire directamente a los hechos y las cosas". Es la consideración manifestada por Paolo Rossi, en su obra Los Filósofos y las máquinas 1400-1700. p.82. El mismo filósofo italiano piensa que Bacon desea hacer violencia al tipo de cultura tradicional en que son aceptados los discursos filosóficos abstractos y deductivos y que se han presentado como connaturales a la indagación filosófica.

(5) La tecnología como estructura que por vez primera permitió que todo aquello que el hombre de ciencia concebía idealmente pudiera ser experimentado y comprobado, de pronto se levantó como un puente entre la ciencia y el mundo. Sin ella, la ciencia jamás hubiera podido identificarse con el mundo.

(6) Contra el silogismo, que había sido el instrumento de prueba de toda investigación Bacon afirma -"Pues la inducción de la cual hablan los lógicos, que procede por enumeración sencilla, es una cosa pueril; concluye al azar; siempre capaz de ser trastornada por un caso contrario; toma en cuenta sólo lo conocido y ordinario y no lleva a ningún resultado". Bacon, Francis. Instanratiu Magna. p.18.Y en otra de sus obras dice Bacon -" El silogismo se compone de proposiciones, las proposiciones de términos, los términos no tienen otro valor que el de las naciones. He aquí, por qué si las nociones (y este es el punto fundamental), son confusas y debidas a una abstracción precipitada, lo que sobre ellas se edifique carece de solidez". Bacon, Francis. Novum Organum. p. 38.

(7) El proceso de la razón no es más que el esfuerzo de ésta por liberarse de aquellos prejuicios e ídolos que obstaculizan la claridad y certeza del pensamiento. -" Bacon -nos indica Jonh Losse- insistía en que el primer requisito del método científico era que el científico natural se purgase así mismo de prejuicios y predisposiciones con el fin de convertirse en un niño frente a la naturaleza". Losse, Jonh. Introducción Histórica a la Filosofía de la Ciencia. p.p. 71-72. Conocida es la teoría de los ídolos de Bacon que evitamos hacer referencia.

(8). Sánchez Vázquez, A. Op.Cit. p.13.

(9). Op.Cit. p.15.


(10). Según Horkheimer, el concepto de razón que se halla en la base de la civilización occidental esta enferma desde su propia raíz: "Si quisiéramos hablar de una enfermedad y la razón, habrá que entender tal enfermedad no como un mal que haya afectado a la razón en un momento histórico determinado sino como algo inseparable de la naturaleza de la razón dentro de la civilización, tal como la hemos conocido hasta ahora. La enfermedad de la razón reside en el hecho de que esta nació de la necesidad humana de dominar la naturaleza". Max Horkheimer, citado por Giovanni, Reale y Dario, Antiseri. 

(11). "la convicción más firme de Bacon era que si los hombres querían alcanzar algo en el nuevo mundo, no les serviría de nada tratar de lograrlo por alguno de los métodos antiguos; tenían que darse cuenta de que precisarían procedimientos y racionamientos nuevos. Subrayó ante todo la necesidad de dar a los experimentos una dirección prefijada - acabar con la experimentación casual y sin coordinar-, e insistió en que se podía llegar más lejos y adquirir conocimientos más útiles, si se organizaba debidamente la experimentación". Butterfield, H. Los orígenes de la ciencia moderna. p. 146.

(13). Ya Bacon en su Nueva Atlántida muestra el ejercicio de una racionalidad instrumental, donde los científicos y los técnicos asumen la dirección de la sociedad. Los sabios en tanto especialistas y dueños de la información, son los encargados de tomar las decisiones que la sociedad requiere para vivir "reguladamente" en paz.

(14). Cassirer, Ernst. El problema del conocimiento. Vol. I. P. 356.

(16). Butterfield, H. Op. Cit. p. 109.

(17). Bacon, Novum Organum. p. 42.

(18). Losse, John. Op. Cit. p. 26.

(19). Descartes, René. Op. Cit. p.29.

(20). La evidencia, el análisis, la síntesis y el recuento, son las cuatro reglas que Descartes enuncia como supuestos metodológicos por los cuales alcanzar el conocimiento evidente.

(21). Labastida, Jaime. Pruducción, ciencia y sociedad Descartes a Marx. p.79.

(22). Descartes René. Op. Cit. p.40.

(23). Bacon, F. Op. Cit. p. 72.

(24). Descartes, R. Op. Cit. p.40.

(30). Nicol, Eduardo. El porvenir de la Filosofía. p.p. 21-22.

5. Bibliografía.

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Rossi, Paolo. Los filósofos y las máquinas. 1400-1700. Edit. Labor, S.A. Milán, 1970.

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Schmidt, Alfred. El concepto de naturaleza en Marx. Edit. Siglo XXI, Méx.,1983.

Sánchez Vázquez. A. "racionalismo tecnológico, ideología y política". Conferencia. Primer Congreso Nacional de Filosofía. Guanajuato, Méx., 7-11 de diciembre de 1981.

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Hegel, G.W.F. Fenomenología del espíritu. Edit. Fondo de cultura económica. Méx. 1985.

Reale, Giovanni, Antiseri, Dario. Historia del pensamiento filosófico y científico. Edit. Herder. Barcelona, 1990. 

HACIA DÓNDE CAMINA LA MODERNIDAD.


La ruina de las visiones prometeicas inaugura una relación
inédita con los valores y un espacio ideológico
esencialmente efímero, móvil e inestable.
Ya no tenemos megasistemas, queda la fluctuación y
versatilidad de las orientaciones. Poseíamos la fe,
ahora tenemos el entusiasmo.
Después de la era intransigente y teológica,
la era de la frivolidad de la razón:
las interpretaciones del mundo han sido liberadas
en su anterior gravedad y han entrado en
la atrevida embriaguez del consumo y del servicio al minuto.
(Gilles Lipovestky)

Marx era de la opinión de que la humanidad se propone, únicamente, resolver aquellos problemas y preocupaciones en tanto nacen o se gestan las condiciones materiales para su realización. Cada época en la que se ha periodizado la historia de la humanidad posee sus propias preocupaciones, problemas y destino. Las preocupaciones se resuelven en el ámbito de la especulación y de la teoría, los problemas encuentran sus soluciones en el campo de las actividades prácticas y el destino se alcanza o realiza en el terreno de los hechos históricos. Desde luego, estas tres condiciones están hilvanadas mediante un discurso que es capaz de cohesionar y representar la unidad, hegemonía y rumbo de cada época. Al tercer periodo en que suele dividirse la historia de la humanidad, y que va entre mediados del silgo XV y el final del XVIII, se le nombra como edad moderna o bien Modernidad. A la modernidad le anteceden la Edad Media y el periodo clásico griego, respectivamente. 

La modernidad fue una etapa llena de crisis, contradicciones, evoluciones y revoluciones; cambios radicales en los campos de la religión, de la ciencia, de la política, economía, cultura y filosofía, pero, principal y fundamentalmente en el orden y enfoque del discurso. Un discurso es un relato que plantea o presenta una concepción del mundo a realizar mediante reglas y estrategias a fin de objetivar ideas, valores y fines. El estilo de la modernidad es trabajar de dentro hacia afuera, es decir, partir de un interior evidente tanto por deducción como por intuición de la razón, como es el caso del famoso pienso, luego soy o pienso, luego existo. Más adelante, se puede indicar, que este estilo encuentra una madurez en la arquitectónica de la razón kantina o en la solides del espíritu absoluto hegeliano. La premisa y a la vez consigna que orienta el despliegue del discurso moderno es el convencimiento de que el hombre moderno está destinado, mediante un programa, a efectuar lo que se llama progreso. En la medida en que el hombre es racional y libre por naturaleza no puede eludir el reclamo del progreso. 

La modernidad es un "El Programa" cuyo objetivo fundamental consiste en el trabajo ardua de la razón en conquistar, dominar y administrar la naturaleza para instaurar de manera efectiva y objetiva una sociedad emancipada de oscurantismos, prejuicios e ídolos. Objetivo que el mito, la poesía, la religión y aún la filosofía clásica y medieval solamente prometían, dado el carácter altamente especulativo de sus discursos. Un programa consta de proyectos, a su vez, los proyectos de actividades y de tareas. La revolución científica y filosófica, o sea, lo que se conoce como "giro copernicano", la revolución burguesa, es decir, la francesa, lo mismo que la revolución industrial y posteriormente la instauración de la técnica planetaria, etc., son proyectos del programa de la modernidad, que para realizarse requiere de la producción de Grandes Relatos justificantes y de legitimadores del Progreso, tales, como: la Razón, el Sujeto, el Espíritu, la Revolución. 

Los relatos modernos, que en esencia cumplen con una doble fusión discursiva, por un lado, de carácter epistémico y por otro, político, tienden a emprender una fuerte crítica o destrucción teórica de las concepciones religiosas y filosóficas, sociales, etc., anteriores, echándoles en cara sus limitaciones e inconsistencias y para liberar a la humanidad de sus tradiciones, de sus estadios, mitológico, religioso y metafísico. Una vez realizado esta parte, se emprende el camino de la reconstrucción, para lo cual, es necesario partir de un imperativo: alcanzar la mayoría de edad, es decir, superar la edad infantil de la humanidad. Se trata ahora, desde este momento, caminar sin andamios y guiarse por la luz natural. Hecho esto, entonces solamente hay que hacer la travesía o seguir la senda del Espíritu y de la Bildung, que expresa el cuidado de uno mismo por la propia formación individual, la salvación y la justificación de la propia vida, y todo ello en medio de un subjetivismo personal y espiritual. 

Entonces, el hombre moderno, tenía como destino el realizarse u objetivarse como héroe, como sujeto histórico, ser libre y de autoconciencia. Tenía, todas las responsabilidad y compromisos por delante. Grandes tareas requerían de un gran espíritu para reconciliar o identificar, vía de por medio la contradicción (dialéctica), el ser y el pensar. Etc. En resumen, el tono, pero también el destino y el estilo del discurso moderno bien puede quedar ilustrado en la cita siguiente de Hegel, en el "Prólogo" de la Fenomenología del espíritu: También el individuo singular tiene que recorrer, en cuanto a su contenido, las fases de formación del espíritu universal, pero como figuras ya dominadas por el espíritu, como etapas de un camino ya trillado y allanado. 

El proyecto moderno estaba destinado a que el hombre bajo el auspicio de la luz natural (Res cogita) concibiera a la naturaleza (Res extensa) como entidad explicada sobre la base de reglas para la dirección del espíritu a fin de investigarla matemáticamente y de experimentarla físicamente para ponerla al servicio del progreso social humano y logar con ello paz, justicia, libertad e igualdad mediante una estructura social, jurídica y política que alejará al hombre moderno de todo indicio de prejuicios, temores y miedos que lo ataran a una edad oscura y mitológica. 

La razón moderna, con sus antecedentes renacentistas, la justificación de que el hombre es libre y racional por naturaleza y que se llega al amor al prójimo partiendo de la razón y no de la Revelación emprendió un proceso de formación que provoco, a lo largo del desarrollo de la sociedad moderna, la producción de discursos altamente optimistas pero desmedidamente inclinados hacia la concepción positivista de la naturaleza, la proliferación de formulaciones de disciplinas de control social, el empleo de estrategias económico, políticas y morales, además de la basta generación de ideologías legitimantes y apologéticas que al paso del tiempo provocaron o dejaban advertir el fracaso del programa de la modernidad, incluido el proyecto de la ilustración y de la revolución industrial. 

Poco después vino la reacción y crítica antipositivista, fenomenológica, freudiana, marxista, analítica, hermenéutica, etc., comenzaba un cambio en las concepciones de la teoría y las prácticas sociales humanas y se abrían con esto giros y rupturas, tendencias, corrientes y doctrinas hacia la búsqueda y planteamientos que bajo la novedad de la actitud nihilista y hermenéutica se vislumbraron horizontes nuevos o formas del ser, de la verdad, del lenguaje, del arte, etc., sobre todo, a raíz del gran desarrollo científico y tecnológico y el advenimiento de las vanguardias artísticas extendidas hacia todo los órdenes de actividad humana. Las sospechas de que la razón moderna se había mitificado o enredado en sus propias producciones eran grandes y a la vez esperanzadoras. 

Sirviéndose de todos los cambios, rupturas, giros y contradicciones en que cayó la razón moderna aparecieron las postulaciones de que la realidad y la verdad tenían nuevos escenarios y horizontes en los cuales el sujeto daba paso al individuo como protagonista; emergía una nueva subjetividad, que para efectuarse no requería más que del imperio de lo efímero, del vacío y lo banal o de los imperativos del mercado y de los formatos de las tecnologías de la comunicación e información. 

De igual manera que en su momento la modernidad hizo pasar bajo su criba a los discursos anteriores, el medieval y el clásico antiguo, también, desde hace décadas, éste ha venido siendo evaluado, criticado y para muchos superado por las diferentes posiciones discursivas contemporáneas, que, como punto de partida, coinciden en el fin de la metafísica y con ellos, entonces, la declinación de los grandes relatos. Ahora, todos los acontecimientos se encuentran interconectado en una red de incesantes y múltiples referencias. Nada de lo que sucede puede sustraerse al universo informatizado. No cabe aquí la idea de progreso ni de superación: lo que hay, en todo caso, es una combinación de las diferencias. Progresiones inestables: se avanza retrocediendo, perdiendo se gana, retroceder avanzando. Alto repliegue hacia lo cotidiano, rechazo de lo histórico. Absorción de lo bueno, bello y verdadero en el consumo embrutecido. 

En el contexto, calificado claramente como posmoderno, las utopías, aspiraciones, sueños y anhelos modernos hacen corto circuito con los deseos y la volatilidad de los individuos contemporáneos habituados cada vez más a entornos culturales yuxtapuestos o híbridos y sobre todo con la confianza (y abandono) total en las posibilidades de la tecnología y del ciberespacio, en donde, por supuesto, ni la crítica, ni la dialéctica e incluso la hermenéutica se requieren para hacer navegar la existencia por donde los flujos de datos y de sensacionalismos la lleven. 

La finitud e individualidad se hace más pequeña ante lo omnisciente de la red, lo cual, paradójicamente, tiene un efecto celebratorio. Es decir, la destrucción ecológica, la transfiguración genética del soporte biológico, el agotamiento del lenguaje por la información, más la saturación de sentido, el fin de la historia por aniquilación de narración y en su lugar los memes o las selfis en las pantallas; la ruina del pensamiento y del cuerpo por expansión de la expresión por reduplicación artificial, mecánica y simulación digital, etc., generado todo esto por el uso cotidiano de tecnologías de comunicación e información, es altamente celebrados como un triunfo y no como catástrofe. 

La certeza más plena, e incluso para la conciencia ingenua, es que, todo a la vez en todas partes al mismo tiempo (todo al mismo tiempo en todas partes) está sucediendo: soluciones cargadas de hiperactividad; el desorden, meticulosamente planeado. La velocidad de la información que ralentiza la realidad (sólo en cámara lenta podemos ver bien la verdad, pues la verdad ya no posee objetividad de tal manera que requerimos de sentidos digitales o códigos QR. 

Un código QR, es la evolución del código de barras. Es un módulo para almacenar información en una matriz de datos o en un código de barras bidimensional. Es como si la verdadera realidad no fuera la percibida tangiblemente por nuestros sentidos, sino aquella que es decodificada a través de un escáner o pantalla, para lo cual hay que contar con dispositivos de tecnologías de alta resolución y fidelidad de comunicación e información para tener acceso al alphaverso, esto es, a todas aquellas existencias que están más allá de nuestras limitaciones naturales o ídolos como diría Francisc Bacon. Equivale esto a la idea metáfora de que por vez primera podemos oír a grandes distancias y ver a través de las paredes, como si de súper poderes se tratara. Y con esto, desplazarnos de un metaverso a otro donde las leyes de la física clásica no tienen vigencia. 

En la antigüedad arcaica griega, Anaxágoras decía que, en efecto todo esta, en todo, esfuerzo de la especulación y trabajo de la Theoría, es decir, del pensamiento en donde lo mismo es el ser del pensar que el pensar del ser; ósea, en donde es lo mismo lo que se piensa, se dice y se hace; más, o pero que lo poco se encuentre en lo mucho y lo mucho en lo poco; lo local en lo global, etc., no es producción de un pensamiento metafísico, sino posibilidad de la tecnología en un universo donde todo parece azar, pero que es destino por tratar de existir en universos de opciones ilimitadas. Es decir, en un universo de las soluciones imaginarias (absurdas, caóticas), previstas mediante algoritmos. Algunos han dicho que todo ahora es o sucede en el horizonte de la phatafísica. Ciencia de los eventos radicales. 

Hoy se salta de una página a otra, de una red social a otra. Aquí, en todo caso, ya no hay metarelatos, sino metasaltos. Aunque el salto no implique desplazamiento alguno. Como el niño frente a la pantalla en el videojuego. Experimenta tal intensidad que vive excitado en su viaje sin desplazarse, y puede ahí estar días completos. No debe ser distraído. Para el usuario o el que navega en la red, ahí, no hay ¡no puedes!, no hay límites. Lo que indica que las redes sociales siempre serán más delo que podemos comprender. Por eso cada vez nos hacemos de más y más aplicaciones. 

Se nos informa que asistimos y somos parte de la transfiguración radical del mundo en donde ya no son necesarias las nociones tradicionales de verdad, bondad y belleza; vivimos en un estado de cosas en donde hay que ir ligeros y ser flexibles; que las banderas, las nacionalidades, las tradiciones, los valores y las ideologías ya no son impedimento para estar o quedarse anclado a una creencia, ciencia o religión. Etc., Todo esto, situados en el discurso posmoderno, supone la muerte de Dios, el fin de la historia, desaparición del sujeto, desgastamiento de las categoría y conceptos que la modernidad para echar andar su programa y sus diversos proyectos. 

Por supuesto, hay diferencias sobresalientes entre el discurso de la modernidad y el de la posmodernidad. El moderno es un discurso unitario, homogéneo e identitario. Fuerte por su anclaje a la metafísica. El posmoderno, se dice, débil, desanclado de fundamentos generales, abstractos y totales. Cómo calificar al discurso posmoderno: Condición, ambiente, escenario, proyecto, estado de ánimo, débil, líquido, sociedad de consumo, sociedad tecnotrónica, simulación, etc. Lo común a todas estas denominaciones es el nihilismo, el pesimismo. 

Pese a la tendencia nihilista, en la escena contemporánea se percibe la sensación de que todo se puede mediante la investigación científica, la ciencia aplicada y la realización tecnológica o realidad virtual, en la que los individuos concretan sus sueños; nada se debe, en tanto los imperativos categóricos y la ética normativa ha sido rebasados por las morales que tienen en su base al "me gusta" más que al deber. Nada se teme en tanto se vive en un universo constituido de medios electrónicos y aparatos tecnológicos que sirven para la comunicación e información. Aquí lo radical es la trasformación de la percepción humana: extrapolación y especialización de vista y de oído. Al grado de que se exige que la dispersión, la ambivalencia y la ambigüedad sean la condición para actuar y hacer las cosas. ¿Pueden creerlo? Es decir, que el ser y la verdad ahora se oteen desde estos criterios o parámetros. ¿Podremos vivir en adelante bajo los signos de la simulación y a la luz del simulacro? 

Con todo esto, hacia dónde vamos. ¿De verdad, así acaba el destino del proyecto moderno en el discurso de la posmodernidad, actualidad tecnológica o tiempo computacional e informacional? ¿Deberíamos de celebrarlo? ¿Hay algo que todavía podamos saber, algo que aún debemos hacer, algo que esperar? ¿Se puede volver dónde se comenzó? Si tienes por ahí algunas respuestas, entonces suscríbete al Canal del Oráculo del pensamiento y la expresión y haznos saber cómo es que vivimos esta existencia en donde todo al mismo tiempo en todas partes sucede. Ahí, donde ahora mismo, tú eres o piensas que eres más que lo que en carne y hueso, en ideas, sentimientos y emociones tienes. Ahí, donde te reconoces mejor que en tu propio cuerpo, es decir, en tu imagen y perfiles digitales que te has elaborado para otorgarte una existencia en la que paradójicamente cada que te conectas a la red te miras desaparecer.

Sobre el concepto de filosofía


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Relato sobre la verdad

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