Una pintura, una radiografía y una selfie.

24.07.2022

Pintura


Quizás haciendo una comparación entre las posibilidades que ofrece la pintura al público asistente a una exposición y la radiografía al cirujano con lo que ofrecen las Selfies a los usuarios de tecnologías digitales, sea posible caracterizar el singular tipo de percepción ante la cual estamos colocados en esta fase de relaciones humanas a través de las pantallas y al mismo tiempo advertir las diferencias que existentes entre cada tipo de percepción, no por acción del sujeto, ni del objeto, sino por la mediación de la pantalla o el tipo de dispositivo por el que ocurre la percepción.

La pintura. Al igual que la lectura de un libro, la contemplación de un paisaje natural, escena urbana en un cuadro o ante cualquier situación directa de la vida misma, el sujeto emprende una triple acción, a saber: sentir, pensar y expresar, es decir, acto total de percepción en donde, por principio de cuentas, el individuo se pone en contacto con lo percibido mediante los sentidos; posteriormente formula imágenes para ubicar, interpretar y entender los contenidos de la pintura, libro, paisaje o escena. A su vez, la memoria guarda tales contenidos y la fantasía las combina. Aquí, ante la pintura como en el caso del libro los procesos cognitivos mezclan lo sensible, la experiencia y la anticipación. Sin duda, el sujeto genera nuevos contenidos y sentidos de significación, es decir, crea conocimientos nuevos. Hay una relación de intercambio entre lo representado o narrado en la obra y en el texto con la subjetividad del perceptor. Hay una relación dinámica, una fusión de horizontes o bien una recreación de la percepción, en la que obra, pintura e individuo dialogan; ambos se escuchan mutuamente.

Desde luego, la mirada y lectura del experto o especialista en pintura, etc., tendrá una percepción más atenta, pero también, tal vez, más acotada a las categorías, teorías, corrientes y estilos artísticos (pictóricos) desde los que se esté colocado, o en definitiva, desde su gusto y preferencia personal. Pero, en general, el perceptor común y el experto realizan un acto directo y total de percepción. La diferencia, posiblemente pueda ser, que la percepción de uno y otro éste condicionada, en un caso, por el sentido común (tradición, hábitos, creencias, costumbres, etc.) y en otro, por conceptos y categorías de orden teorético y especulativo. En cambio, cuando la pantalla es la mediación el acto de invención y esfuerzo de comprensión es sustituido por el programa de información.

La red, o mejor dicho las redes de pantallas reproduce lo ya dado. Esto es, lo ya informado; originando con ello un nuevo tipo de objetividad o de ilusión realista, mimética y holográfica. Con esto sucede que cuando encendemos la pantalla se apaga, casi e manera inmediata, la imaginación; contrario a cuando abríamos el libro y comenzábamos la lectura, entonces se prendía la imaginación. Significa esto que, la natural y ontológica extensión y profundidad de la pintura o de las páginas del libro son suprimidas por lo plano y compacto de la pantalla. La mirada con la que nos vinculamos a la pantalla es una mirada vacía de toda distancia y profundidad. Es una mirada perdida en el reflejante frio de la pantalla de plasma, es decir, no miramos espacios públicos ni subjetividades sino a otras ventanas, que nos devuelven imagen propia con la cual empezamos un monólogo sin certezas. No compartimos afectos, narraciones o cosmovisiones con los demás: compartimos programas en pantalla. ¡La pantalla como nexo de relación humana! ¡Modo superficial y frío de sentirnos "comunes o integrados"! lo que es peor, modo eficaz de la tecnología de hacernos sentirnos alguien, o de que todavía somos alguien.

En el acto de percibir el cuadro o el texto por mediación de la pantalla: los datos desfilan (corren) ante nuestros ojos fijos e inmóviles y siempre abiertos. En la pantalla elegimos el tamaño de la ventana, el color, el ángulo, el fondo, el entorno, el ambiente y la resolución de la imagen. Esto, provine más del programa precargado que de las posibilidades del sujeto. En la percepción mediante la pantalla ahí no hay horizonte ni mítico ni histórico. Universo bit. El tiempo de la lectura como de la mirada que explora la pintura pertenece al tiempo histórico y de la narración.


Radiografía.


Sabemos que una radiografía permite visualizar la estructura de un organismo a fin de obtener datos claros a partir de una exploración para hacer un análisis y emitir un diagnóstico con mayor precisión. Es cierto, es una construcción producida tecnológicamente que se emplea para obtener imágenes de tejidos, órganos y huesos de la estructura del cuerpo humano. Tiene lugar aquí un acto de percepción llevado por la acción racional, lógica o comprensiva del radiólogo o especialista (el sujeto frente a un cuerpo que hay que interpretar mediante la imagen escaneada) que confiado en sus conocimientos especializados de esta rama de la medicina es capaz de elaborar una acertada evaluación y recomendar pautas terapéuticas viables a los pacientes. Hay aquí objetividad.

La mirada, es decir, la percepción radiológica, si se permite decir de tal manera, devela el centro o corazón de una estructura o parte de ésta. Pese a la especialización, todavía aquí, la percepción sigue dependiendo del sujeto. El sujeto rodea, estructura, nombra, define, limita y delimita, etc., al objeto. Era el estilo de la modernidad. Revolución copernicana. En el acto de percepción, durante la modernidad, el lado activo lo desarrolla el sujeto, tanto en el materialismo como en el idealismo, antes racionalismo y empirismo.


Selfie.

La Selfie. Una selfie únicamente nos pone frente a la apariencia de las personas. Toda selfie es superficial. El objetivo de una slfie es "mostrar" el instante y no dejar mirar hacia el interior. Las selfies son como los bordes, la corteza o cáscara de las cosas, solamente. Nuestra sociedad y lo que consumimos se parecen cada día más a una selfie. Con todas las consecuencias biopolíticas y ejercicio del poder mediante la fusión del Estado y del mercado, quienes extienden la mirada (vigilancia) más allá del panóptico de Bentham. O de establecer una ética de la transparencia para facilitar el control total de la vida de los ciudadanos. Al igual que Amazon diseña y manipula los gustos de las personas, igualmente, Facebook interviene y regula la convivencia humana. Lo peor, cuando se realiza una autobúsqueda en Google y no se aparece ahí, entonces sí que el mundo se derrumba y sospechoso se vuelve uno de sí mismo. 

La percepción en la presente época, mediada por las representaciones electrónicas o bits da lugar a que casi todo pueda ser traducido a dato y con esto circular mediatizadamente en la red. La pantalla, no únicamente como mediación, sino como realidad, comprime todo lo representado, es decir, tecnológicamente se construyen los contenidos y sentidos de la información. La pantalla es inmersiva; se interactúa en tiempo real en territorios infográficos a la luz de una perspectiva telemática (distal y proxémica a la vez). Paul Virilio, Jean Baudrillard, Javier Echeverría y recientemente Byung-Chul Han hacen uso de estos conceptos o terminología para calificar los procesos de percepción de la sociedad, de la velocidad, de la simulación o del Tercer Entorno (E3) y de la transparencia. Un enunciado que resume lo aquí expuesto hasta ahora sobre la mediación de la pantalla en la acción de percibir el mundo, puede ser el siguiente:

Vivid nuestra vida en tiempo real; vivid y sufrid directamente en la pantalla. Pensad en tiempo real; vuestro pensamiento es inmediatamente codificado por el ordenador. Haced vuestra revolución en tiempo real; no en la calle, sino en el estudio de grabación. Vivid vuestra pasión amorosa en tiempo real; con vídeo incorporado a lo largo de su desarrollo. Penetrad en vuestro cuerpo en tiempo real; endovideoscopia, el flujo de vuestra sangre, vuestras propias vísceras como si estuvierais ahí. (Baudrillard, Jean. El crimen perfecto p. 42. Anagrama, Col. Argumentos., Barcelona, 1996

Así que, en los esquemas de percepción contemporánea, se impone la distancia-velocidad sobre la tradicional distancia-tiempo captada en el escaparate catódico: desde una silla, una cama, un sofá o desde el automóvil, donde habitamos o circulamos sin circular o sin ir de un aquí a un allá. El allá ya no está más allá, no hay ya un allá. Todo es un aquí. Un estar y ¿ser? en la pantalla.