LOS ENTES DE HOY (Dejar el mundo atrás)

- Grito de angustia, grito de espanto, grito harto ya de estar harto, grito de basta, grito lleno de melancolía, grito de cansancio y de hastío por comprender, finalmente, que el mundo de la comunicación verdadera, el de la escucha y respeto, tanto con la naturaleza como entre las personas, o sea, la del diálogo quedado atrás desde hace tiempo. En su lugar el abismo de la información, cuya seducción consiste en aislar, fragmentar, exhibir, atravesar y fulminar toda opacidad que los instintos, sentimientos, razones y aun las explicaciones lógicas puedan tener del por qué, de las cosas. Grito desgarrado por el en vivo del mundo transmitido lo más visible y traslúcidos. En otro sentido, grito desesperado por ver neutralizado el sentido y significado profundo de lo pensado y lo expresado. Fin de la historia o narración humana. Como si se tratará de borrar toda realidad concreta, tosca, pesada, contradictoria, granulada, arcaica y rupestre. La información consigue tal propósito, asimismo, confiere su naturaleza a los entes de hoy. Cosas, personas, pensamientos, acciones, palabras. Entes planos, lisos, ligeros, pulidos, aditivos. ¿Ante qué tipo nuevo de ente estamos al día de hoy y en el futuro próximo? ¿Se justifica el grito que no todos puede y quieren oír?
· Lenta pero inexorablemente,
arrastrándose sobre mi conciencia e imponiéndose a
cualquier otra impresión, llegó un temor vertiginoso
a lo desconocido, un miedo tanto mayor cuando
que no podía analizarlo y que parecía concernir a
una furtiva amenaza que se aproximaba…,
no la muerte, sino algo sin nombre,
un ente inusitado indeciblemente más
espantoso y aborrecible."
(Howard Phillips Lovecraft)
¿Queda sólo gritar … es buena o mala señal?
- Hemos comenzado el presente infográfico con este grito de auxilio, de hartazgo, de presencia, de sufrimiento, pero también de alerta para advertir lo que se avecina, o en todo caso, lo que hemos dejado de ser. Lo que fuimos y lo que somos y quiénes seremos en los años venideros en este mundo sintonizado a la frecuencia, no de la comunicación, sino de la información. El bosque, la ciudad y las mismas personas, en efecto, son asuntos del pasado. Añoranza de un pasado reciente: como la conversación, los conflictos y las pasiones entre los amigos. Aquí en el Canal del Oráculo del pensamiento y la expresión, sensibles al tiempo de la reflexión que por estas fechas de fin de año suele darse no queremos dejar pasar la oportunidad de volver a provocar la atención sobre el ser y estar del ente que somos al día de hoy en la época del tiempo computacional e informacional.
- Sin meternos para nada en la profundidad y discusión filosófica sobre la cosa del ente desplegada a lo largo y ancho de la historia de la cultura y sociedad, en dónde la filosofía resulta altamente productiva en la reflexión y problematización tanto del Ser como del ente. Aquí, damos por hecho que, frente a una nueva realidad, por tanto, en un nuevo tiempo de ente, las cosas, el mundo y las personas nos convertimos. Difusos entes de hoy ante lo cual no queda más que gritar y pedirle a Dios que las cosas de hoy no nos sean indiferentes, pues de lo contrario, seríamos más espantosos y aborrecibles que tales entes. Aclaramos, la reflexión honda e intensa se la asignamos a los ontólogos, es decir, a los filósofos de sepa, no a los coaching ontológicos…
- Partiendo del supuesto general de que el ente (ens, en latín) es una representación o concepto que remite a lo que es, existe o puede existir, cabe apuntar que si hay entes es porque hay Ser y reservando la discusión histórica al respecto que hay en el terreno de la ontología para otra ocasión, un ente participa del ser y tiene propiedades que, como ente, le son propias. Sin duda, el concepto ente transciende a lo material, ya que ente es cualquier cosa a excepción del Ser, que es sustancia, principio y fin de todo. En términos simples: ente es el pensamiento, el alma, el cielo, el agua, la tierra, el aire, el fuego, la mirada, el habla, el corazón, la creencia, la bondad, los deseos, buenos y malos, etc. Los actos de las personas. Lo que hace ser a los entes tal y como estos son es el Ser. Algo que dona realidad ontológica a los entes. Es decir, Ser es aquello que todas las cosas poseen, pero en distinta manera; de modo que en ello todo coincide y se diferencia. Lo único que puede estar fuera del ser, en este sentido, es la nada. O que todo se borre y apague repentinamente.
- En la actualidad tecnológica se afirma que el ciberespacio es una nueva especie de Ente y a la vez de Ser, esto es, de cosa, pero también de sustancia, como, lo fue en la tradición filosófica, como en la Antigüedad clásica, cuando se concebía al Ser en tanto que Ser o como en la perspectiva teológica durante la Edad Media se consideraba a Dios, o en la Modernidad filosófica, a partir del Renacimiento, el ser es la forma o el sentido del ente, lo que determina en cuanto tal, que, por otro lado, y según Heidegger, es su temporalidad: ser es en tanto horizonte temporal. En la actualidad, ser es en tanto su conectividad a la información, performatividad y alta capacidad de simulación. Al igual o lo mismo que se considera a una persona en cuanto seguidores tenga en las redes sociales.
- Está claro, que, en la actualidad computacional e informacional, lo que no puede pasar inadvertido es que todos los modos de ser de los entes participan o asumen las propiedades del ciberespacio o también llamado E3, es decir, tercer entorno; por más diferencias singulares que entre los entes existan, incluidas las personas, la cosa de la información iguala y aplana a todo y a todos sin distinción. La información conecta a los entes con sistemas, plataformas y páginas webs. Prácticamente con todo, pero menos con las personas, por el contrario, las desconecta. Es cierto, la información de todos los días, en su mayoría, falsa, aísla, provocando que se deje de ser común en un mundo común o que adquieran nuevas identidades o modos de ser entes, fundamentalmente alejados de los ritos tradicionales y clásicos en donde lo sustantivo era ser seres en relación común, esto es, personas escuchando a personas. Con todas nuestras carencias, asperezas, contradicciones e imperfecciones. Cada uno de nosotros con su extensión y calidad propias.
- Globalización y mundialización son rasgos propios del ser de los entes de hoy, lo mismo que la flexibilidad y la performatividad, entre otras más cualidades blandas, que figuran algo así como códigos de barras que no pueden faltar en las cosas y en las personas o de plano en todos los seres, pero tal vez, el rasgo más notable de los entes de hoy, se la individualidad extremas, es decir, pretender o apostar por la eficacia y el éxito personal, no importando que los demás se vuelvan medios, commodities, recursos o enseres sin valor humano alguno. Lo que implica, por supuesto, dejar el mundo arcaico y rupestre, o bien, el universo humano de la verdad, la bondad y la belleza. Ya solo quedan los girones de ese orden simples de la realidad.
- Contemporáneamente, somos y solo cabemos en el mundo a condición de ser naturaleza aditivas, esto es, entes digitales: números, avatares, nips, monigotes, claves, sombras nada más, etc., pero, lo más grave o peor, es, sin duda, dejar de ser persona, o bien, simular que todavía somos alguien. Lo paradójico de la situación presente es que la subjetividad, personalidad e incluso todo el conjunto de creencias y saberes que un individuo o usuario tienen sobre sí mismo, no son más que transferencias de datos implantados en su percepción o sentido de realidad, por las máquinas y los sistemas comunicacionales informacionales. El colmo de todo, es la ilusión de pensar que tenemos nuestro propio dominio, nuestra propia página, canal o shouw y séquitos de seguidores.
- En el ciberespacio acontece la existencia, en el entorno de la comunicación e información se modela la sensibilidad y la convivencia de los entes de hoy en entramado de plataformas, sitios, páginas y redes, hogar de los influencer, bloqueros, youtubers: entes portadores de competencias blandas para hacer de la vida un proceso personalizado, confeccionado, maquillado, donde lo que menos importa es comunicar algo con sentido o verdad de las cosas, más bien, allí la comunicación debe darse sin sentido, sin realidad ni razón del ser de las cosas. Absolutamente todo hay que ponerlo a nivel de la información. Pensamiento, lenguaje, conducta.
- Seres de habilidades comunicacionales para la caza de seguidores. Entes con uno o varios perfiles, expertos orientar a consumidores en gustos-modas-tendencias; productores de opiniones a cabio de likes y de folowes en Twitter, en Facebook, en YouTube, en Instagram. Ambientes virtuales en donde los sentidos naturales son un estorbo, bastan los sentidos digitales y con ello también, perder, la capacidad de pensar crítica inmediatamente cuando acontece la conexión al ciberespacio. Es como pausar la realidad cósica para ingresar a una realidad incorpórea. En palabras simples, es dejar de ser uno y transformarse en el personaje a través del cual se circula en el Tercer Entorno. Sintetizando las cosas, es como si todo el esfuerzo de la historia se redujera al trabajo de producir una simulación de sí. Esto acontece también en las instituciones, los Estados y en las personas. Pareciera que gobernar, por ejemplo, pasa a ser una acción de producción de imágenes en redes sociales que proyecten que, ante todos, se es buena persona y que se ama a todo aquello que en la foto aparece.
- En el tiempo y espacio algorítmico de la información, hogar de los entes de hoy, estos quedan sin entidad y sin identidad, atrapados en la trasparencia y liviandad de los datos, alojados en la nube cortados con la misma tijera, la misma navaja o podadora. Seres ávidos de sensacionalismo e información, vicio contemporáneo sin fin. Aditiva adicción. Desaparecen los ojos y sonrisas de los demás. Ya no hablan las personas, son las aplicaciones electrónicas las que hacen fluir los datos de los supuestos entes que somos. Nos asustamos cuando una persona es ajena a los celulares y a las redes sociales. Sospechamos que algo esconde; vandalizamos e incluso criminalizamos a quienes prefieren un saludo o abrazo frente a frente y no por vía de la comunicación inalámbrica. Equivalente es esto, por su rareza, a ver un siervo merodeando la ciudad. entramos en paranoias cuando percibimos rectitud en alguien, creemos que algo anda mal, que no es alguien normal. Como los bancos o empresas crediticias, que sólo hacen préstamos a quienes ya están endeudados hasta la coronilla. Los demás son personas no de crédito, precisamente porque son cumplidas.
- Somos entes espectadores pasivos en la lejana cercanía, observadores activos en la cercana lejanía; sin espacio ni distancia físicas nos acomodamos en el orden de los datos en táctiles grandes y medianas pantallas; individualidades aisladas sin relación dialógica ni histórica. Entes que no saben que hacer sin el GPS en el auto, o sin señal de internet en el celular. Desesperación, ira, enojo, fastidio, enfado, violencia, son las sensaciones que experimentan los entes al quedar marginados de la información satelital. Soledad profunda y fría a la espera de que se reestablezcan las comunicaciones. Sin paciencia y apertura para ver las cosas desde otra perspectiva.
- Entes sin cuerpo sin alma, hologramas programados sin espíritu ni representación de nada, salvo su entusiasmo simulado confeccionado a medida de la ocasión para Team o para Zom, si mediación fenomenológica, dialéctica ni hermenéutica. Habitantes del más puro anonimato, de vitalidad vacía intentando una identidad en el ruido de los datos.
- En la falsa búsqueda de amigos en el mar del enredo de perfiles robados e inmateriales, manipulados y maquillados, desodorizados de contenidos arcaicos, descontextualizados de cualquier contradicción, con carnet para ir y venir en la reversibilidad siempre viral de la velocidad de la información a cargo del dedo digitalizados que opera el cursor en la fría pantalla del monitor, los entes de hoy se realizan. Entes transhumanos en el mundo también de la posverdad. En el internet de las cosas, son los datos los que danzan, bailan, desean, quieren y no quieren, no las personas.
- Entes en realidades amorfas sitiadas en el vivo del tiempo real, copias más perfectas que el original, replicantes sin mismidad, subjetividades hechas de retazos, ensamblados en distintos países como los autos, aviones y computadoras contemporáneas, como modernos frankesteins, cadáveres animados por el soplo de la información.
- Entes de temporalidad rebobinada sustentados en la cantidad de información almacenada, certeza de existencia en el volátil número de seguidores, presencia medida en certificaciones, personalidad etiquetada, sentimientos pirateados, identidades hackeadas. Vida en mercados digitales en donde los abrazos, las miradas y las sonrisas son paquetes únicamente de información. Ahí, las personas no se tocan.
- Entes en modo o condición de circulación envueltos en catálogos para su exhibición en temporadas, ventas y compras en línea por la internet en 5G o "quinta generación" de tecnología de red inalámbrica; el modelo de negocios es su credo, las leyes de phatafísica son su soporte. Todo en todas partes al mismo tiempo es la noción o principio de identidad de los entes siempre en reality show.
- Entes de existencia modelada en las webs, publicitando opiniones huecas por saturación de datos o por exceso de información. Constelaciones de filantropías de la santidad personal, universos de pureza de satinada subjetividad para las relaciones humanas pulidas y enceradas como los planchados de cabello o las depilaciones con luz pulsada intensa. Todo para la ocasión o provisionalidad, siempre a la espera de mejores situaciones de conectividad y alcance satelital.
- Eternas horas invertidas en aprender a mirar y a sonreír frente a la pantalla y filtros aplicados, manejo de estrategias para las encuestas, escultores del sentido de los contenidos de la red, promotores de valores para el éxito inmediato al modo de los tratamientos de belleza corporales, faciales y capilares. Así se comportan los entes de hoy, fuera y dentro del universo informativo. Eso es lo grave. Esto es, se transfieren todos los atributos del ser de la información a los entes, que ahora ven, sienten y viven el mundo real como si continuaran conectados a alguna plataforma. Se transustancian información y realidad, verdad y mentira, bondad y maldad. Masculinidad y feminidad. Lenguaje e informática. Gobiernos y narcos, criminales y políticos, sabios y tecnólogos, personas y cosas, adentro y afuera, etc.
- Dominantes en la conexión con la vida de los frágiles usuarios, tristes, rotos y embaucados en ambientes de conversatorios suaves, sutiles sin dirección alguna o en todas a la vez a condición de hacer circular presentaciones débiles o noticias falsas, anuladoras de la verdad clásica y tradicional. Vapor, humo y retórica de la información, pero sin narración. Secuestro de la imaginación y fantasía de los individuos. Ya no hay trabajo de tales facultades, puesto que son sustituidas por la rapidez de las búsquedas y la oferta de los datos. Ya ni siquiera acontece la angustia o la zozobra en el usuario, pues aquí no hay elección, la aplicación ya lo ha elegido a él. Ya no hay destino alguno. Cualquier acontecimiento, por más raro o casual que pueda ser, en realidad es un resultado de la interconectividad de sucesos o acontecimientos en matrices numéricas y en estadísticas.
- En esta inédita realidad, espantosa para unos luminosa para otros, para la nueva clase de entes los olores de las cosas y de las personas los recuerdos del día y de la historia se esfuman en lo provisional y en lo volátil de la información que todo lo engulle como los agujeros negros que se alimentan de galaxias enteras en el universo.
- Un día nuestra galaxia tragada será por uno de estos gigantes entes cósmicos cuya masa es extremadamente densa o cuyo campo gravitacional es tan fuerte que ni siquiera la luz consigue escapar de ahí, lo mismo que cuando la cosa de la información que todo lo devora y lo traduce a sus signos, entonces, la vida deja de ser vida para convertirse en números, ecuaciones y coordenadas, señales luminosas viajando hacia ningún lugar. Como las personas cuando nos saben a dónde van. A falta de gps o de señal de internet la gente se siente extraviada, desorientada y pasmada se queda. Por el contrario, todas las especies de seres naturales saben orientarse por alguna habilidad o capacidad autónoma. Tal vez la mismidad. Los entes de hoy, cada vez más carecen de tal entidad.
- Hipotéticamente, sin comunicaciones satelitales, sin conexiones al ciberespacio el mundo de pronto se vuelve horrible, insoportable, invivible; es un infierno. Los jóvenes tendrán que volver a correr en el campo o a nadar alegremente en la piscina, deberán aprender a convivir en el comedor o por toda la casa, regresar a las bibliotecas y librerías; los parques y calles se llenarán de francas sonrisas. Niñas y niños caminando de la mano con toda la inocencia y peso de la verdad, bondad y belleza que la vida arcaica y rupestre pueda tener. ¿Somos capaces de imaginar que, tipo de mundo sería este, es decir, donde no haya hiphon, computadoras, celulares y por supuesto internet? ¿Qué cruel sería el mundo, para los niños y adolescentes, sin satélites orbitando la tierra entera? ¿Verdad? ¿Podremos siquiera pensar levente en dejar el mundo de la información atrás, con todas las consecuencias de bienestar que esto pueda traer a la humanidad y a la naturaleza?
- En el tiempo computacional e informacional la materia de una persona es el número de seguidores, entes que adoptan múltiples morales, expertos y hábiles en la práctica de un cinismo difuso, se plantan como dioses en el universo inmersivo de la información que hace vivir al espectador una realidad virtual como si fuera auténtica. Sin culpa alguna juega con identidades generales, se valen de filtros como recurso de la apariencia, se denominan soles o cuerpos supermasivos que construyen constelaciones … en realidad simulan a que todavía son alguien en el desierto de lo real.
- Entes de hoy deambulando en una realidad donde el simulacro es la única realidad, realidad inusitada indeciblemente más espantosa y aborrecible (Howard Phillips Lovecraft) que cualquiera otra concebida en el pasado lejano y reciente de la humanidad. En esta nueva realidad no hay distancia entre el espejo y el reflejo. Nueva tipología de entes escalofriantemente calculadores y dichosos en el rendimiento y la eficacia de acciones pragmáticas y utilitaristas, entes reflejos sin preguntas del porqué de las cosas.
- En el sentido de realidad y de vida de los nuevos entes no existe el imperativo de búsqueda de razones ni explicaciones al por qué de las cosas. Tampoco hay necesidad alguna de comunidad y de solidaridad con el otro. Ni siquiera de sentarse a la mesa a discutir de cualquier cosa. Más bien, se trata de anular la subjetividad del otro y reducirlo a un recurso al servicio de los fines personales. Aquí resulta inútil la especulación del cómo es que somo el ente que somos el día de hoy, lo mismo que toda teoría de la conducta humana: psicología, sociología lingüística y filosofía frente al internet de las cosas las interrogantes fundamentales y sustantivas de la vida están de más, es decir, ante las tecnologías de la comunicación e información no hay entes interrogantes. Solo el delirio mismo de la información. Hemos sido vaciados de toda pregunta fundamental. De ahí la facilidad con la cual nos vigilan, manipulan y administran. Control sutil, pero total. ¿No les parece que ya estuvo, es decir, que es momento ya de suspender, de apagar o dejar este mundo atrás? Desde luego, no nos referimos a morir, pero, capaz que ya lo estamos o actuamos como si así fuera.
¿Y si un día la realidad desapareciera frente a nosotros como desaparecen los cuerpos celestes en el basto e infinito universo? ¿Qué tipo de entes seríamos, acaso como lo que ya somos en el espacio de la información? De verdad: ¿seríamos capaces de aprender a vivir sin conexiones inalámbricas que nos aíslan y exhiben en la más grande inseguridad? es decir, ¿Seríamos capaces de volver a vivir como personas conectadas a personas y no a máquinas o sistemas que dirigen el tráfico de la información? No dejes de suscribirte al Canal del Oráculo del pensamiento y la expresión antes de que te conviertas en este tipo nuevo de ente asfixiado por la sed de adicción a la adición de datos o a la bruma de la apariencia. Caricatura del ser y de la verdad.
¿Qué queda por hacer ante la monstruosidad de este tipo de ser, ente, verdadero sólo en su falsedad que vuelve portador de sus propiedades a todos por igual, que, además, engulle fuertemente la inocencia de la gente? ¿Acaso gritar hasta hacer estallar el sistema? Y pedir a Dios que todo esto que está pasando y modificando radicalmente la condición humana no nos sea indiferente, al igual que la guerra, la injusticia, el olvido, tal y como canta León Gieco: Sólo le pido a Dios.
Para el video: https://youtu.be/aUdfJPM69k8